Capítulo 4.

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Capítulo 4.

Kagome se aseguró de que no hubiese nadie en el baño antes de echarse a llorar, no sabía como sentirse al respecto ¡¿Cómo rayos había pasado todo eso?! En un momento estaban planeando su fuga ¡Y al otro casi terminan teniendo sexo en el sanatorio! Debía calmarse, había sido un accidente, la bestia seguramente no estaba pensando con claridad "Bueno... es un ser irracional, se supone que nunca piensa con claridad" Kagome rió un poco con su pensamiento, se limpió rápidamente sus lágrimas y desabrochó su bata para intentar arreglar su ropa, o lo que quedaba de ella para ser exactos.

Su busto quedó al descubierto de nuevo, sus pezones reaccionaron al frío del aire libre irguiéndose como dos botones, entre sus dos pechos habían tres rasguños rojos (producto del agresivo desgarre de sus ropas) no alcanzaban a sangran pero si ardían, al detallarlos un poco más una idea surcó su cabeza ¡¿Cómo no se le había ocurrido antes?! Bueno, no era una idea muy brillante ni demasiado elaborada pero era lo único que se le ocurría para sacar a Sesshomaru de ahí.

Se vistió lo mejor que pudo y bajo al estacionamiento rápidamente, conocía algunos puntos ciegos de las cámaras que se encontraban en esa zona, debía ser muy cuidadosa, llegó a su carro pasando desapercibida por las cámaras, por suerte este había quedado situado al frente de una de las cámaras dañadas y por una vez en su vida agradeció el abandono económico de los altos mandos del sanatorio.

Abrió el baúl de su coche bajando rápidamente las sillas de atrás para que hubiese mas espacio, y luego de acomodar estratégicamente el extintor, la caja de herramientas y la llanta de repuesto se marchó por el mismo camino por el que había llegado. Entro cuidadosamente al cuarto del "Paciente peligroso" como todos le llamaban y dejó la puerta entre abierta, si esto salía bien Sesshomaru sería libre y ella no tendría que enfrentar ningún problema legal.

Sesshomaru se encontraba en la misma posición en la que lo había dejado. No sabía cómo iniciar el plan ¿Estaba nerviosa? Sí, y eso era poco. Finalmente y más que todo por impulso pronunció una orden con voz autoritaria.

-Sesshomaru, ¡Atácame!- El susodicho se levantó de inmediato y la observó con ojos atónitos, al ver la duda en sus ojos Kagome repitió con más dureza.

-¡Sesshomaru atácame! Luego busca la carroza metálica con mi aroma, entra ahí y escóndete sin hacer ruido no importa lo que escuches y no de dejes que nadie te vea ¡Es una orden!-No quiso pronunciar esas últimas palabras pero si era la única manera de que lo hiciera se arriesgaría.

La mirada de Sesshomaru se oscureció al instante sin embargo, obedeció. Con una rapidez y elegancia que Kagome no veía hace mucho tiempo se abalanzó sobre ella realizando cortes poco profundos en diferentes zonas de cuerpo, a pesar del ador Kagome trataba de seguir con la mirada los rápidos movimientos de Sesshomaru sin querer perderse ni un segundo. Y con la misma rapidez con la que inició el ataque, desapareció por la puerta.

Kagome cayó al piso sintiendo con más fuerza el ardor de las heridas, contó unos segundos para darle tiempo a Sesshomaru de encontrar el auto y se aseguró a través de un rápido rastreo con su poder espiritual de que había encontrado el auto, una vez segura de esto y dejando escapar unas lágrimas de dolor retenidas se preparó para el acto principal.

-¡¡Auxilio!!- Gritó con todas sus fuerzas, desgarrando un poco su garganta por la fuerza utilizada. Sintió el débil pero aún existente youki de Sesshomaru agitarse y rogó con todas sus fuerzas que obedeciera su orden al pie de la letra.

Escuchó pasos apresurados y concentró en seguir con el plan. Los otros enfermos de turno no tardaron en aparecer, entraron con cautela y con caras de pánico, todos allí conocían muy bien la reputación del paciente que residía en aquel cuarto de máxima protección.

-Se escapó...- Los enfermeros se volvieron asustados hacia dónde se encontraba Kagome, su tez pálida en contraste con el color carmesí de su sangre le daban un aire aún más tétrico a la escena.

Todos se escandalizaron con la noticia de la fuga y de inmediato empezaría una búsqueda por las instalaciones del centro psiquiátrico que para suerte o desgracia de Kagome, no tendría éxito en hallar al fugitivo.

Ella tenía los nervios de punta mientras la curaban, el pensamiento de que en cualquier momento pudieran encontrar a Sesshomaru la hacía estremecerse, le dolía más la cabeza de la preocupación que las heridas en contacto con el alcohol y las gasas.

-¿Doctora Higurashi?- La voz de uno de sus jefes la saco de sus pensamientos.

-¿Sí?- Contesto con la voz frágil y temiendo lo peor.

-Lamentamos mucho este incidente y agradecemos que esté con vida y sus heridas no hayan sido de mucha gravedad, se le ha otorgado una incapacidad de un mes para su completa recuperación. - Kagome asintió aliviada y firmo los papeles necesarios.- En cuanto al paciente...- Le oyó de decir a su jefe con cautela.- No hemos podido atraparlo pero seguiremos en nuestra búsqueda así que no se preocupe y por favor, guarde discreción sobre el asunto.- Por segunda vez en menos de tres minutos Kagome relajó los músculos tensionados de su cuerpo con un suspiro de alivio.- Puede volver a su casa, que se recupere pronto doctora.

-Muchas gracias.- Respondió con voz calmada mientras veía al hombre salir del lugar.

Una vez cubierta con una nueva bata y lo que quedaba de su ropa se dirigió a su coche a paso lento, sentía entumecido todo el cuerpo y las heridas aún le ardían lo suficiente como para impedirle el paso rápido que solía usar. Los médicos y enfermeros se paseaban de un lado a otro con rapidez y cierto temor, no les importaba mucho el accidente puesto que era común que Sesshomaru atacara a los demás pero el hecho de que haya escapado era una novedad que ponía a todos con los pelos de punta.

Subirse al asiento de su auto nunca había sido tan complicado, no sabía si era falta de práctica o si a pesar de su débil aura Sesshomaru seguía dejando heridas tan paralizantes que a su poder espiritual le costaban sanar. Sentía la mirada del susodicho en la parte de atrás, podía ver la lucha en esos ojos que pasaban del rojo al dorado con demasiada rapidez.

-Lamento esto.- Se atrevió a decir, y lo miro vagamente con sus ojos azules y cansados a través del retrovisor. - Pero fue lo único que se me ocurrió para sacarte de aquí.- Los ojos cambiantes se quedaron quietos en aquel color dorado qu ahora se veía lleno de dudas, Kagome lo miró confundida y de cierta manera sintió un vacío, nunca se acostumbraría a ver un Sesshomaru tan expresivo y eso dolía, dolía porque no era él, porque le recordaba el hecho de que a pesar de haber encontrado a una parte de su pasado incluso este ya no era igual.- Te llevaré a un lugar seguro, ya no te harán daño.- Fue lo último que le dijo antes de poner el auto en marcha. No tardaron mucho en llegar a su apartamento, Sesshomaru la seguía por toda la casa como un pollito en busca de su mamá gallina "Tengo que dejar de hacer esas comparaciones" pensó Kagome cuando la imagen de una gallina negra y pollito plateado se abrió paso en su mente.

Sesshomaru por su parte se sentía tranquilo, y la cosa dentro de él también. Había estado luchando por no salir del auto cuando escuchó a su ama pedir auxilio y mentiría si dijera que no se había sentido dolido cuando le pidió atacarla. Pero esos sentimientos se habían esfumado, el aroma de su señora estaba por todo ese extraño lugar, debía ser un paraíso. La vio caminar tambaleante hasta un cuarto con una cama bastante grande y se preguntó si algún día podría compartir una noche con ella en esa cama.

- Puedes dormir aquí, no hay más camas y el sofá no es muy cómodo que digamos.- Sus ojos dorados se agrandaron ¿A caso los kamis lo habían escuchado? Asintió aún sorprendido y se recostó a su lado, ella lucía realmente cansada y no tardó en darse cuenta que se había quedado dormida, él por su parte la observó durante un buen rato junto a la cosa, ambos estaban confundidos y llenos de preguntas que no se atrevían a formular, finalmente se dejó llevar por la paz y tranquilidad que le inspiraba el lugar y su nueva ama e hizo algo que no hacía hace mucho, dormir con tranquilidad, sin pesadillas, sin golpes que lo despertarán y sin castigos que le esperarán. Durmió en paz, como si estuviera en casa, como si todos esos siglos de sufrimiento no hubiesen existido, solo estaba ella a su lado, sonrió con los párpados pesados ya por el sueño y casi con un último esfuerzo le acarició la mejilla a su ama mientras la miraba descansar a su lado, no estaba seguro pero se dejó ilusionar con esa sensación de la que había escuchado hablar tantas veces.

Era esa cosa llamada felicidad.

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⏰ Última actualización: Jun 07 ⏰

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