𝖯𝗋𝗈́𝗅𝗈𝗀𝗈

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El ambiente provocaba tensión y nerviosismo, el que se veía reflejado en los mismos ojos Elizabeth, la cual se mantenía sentada en un solo puesto y no estaba en sus planes moverse de ahí hasta nuevo aviso

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El ambiente provocaba tensión y nerviosismo, el que se veía reflejado en los mismos ojos Elizabeth, la cual se mantenía sentada en un solo puesto y no estaba en sus planes moverse de ahí hasta nuevo aviso.

El sol entraba por la ventana, dando al comedor donde se mantenía una charla amena y cálida desde todos los lados de la mesa, menos en los puestos en los que se situaban Elizabeth y el Sr. Darcy, porque el hecho de entrometerse en alguna conversación podría ser la perdición y una prueba única para la consciencia y la tolerabilidad que llegaba hasta un solo punto y después de derrumbaba, en especial si se trataba de la conversación que mantenían Catherine Bennet y Lydia Wickham, que no hacían nada más y nada menos en hablar de tonterías extracurriculares que salen de los términos de una afán señorita y señora.

—¡Ay hermana mía! No crees que podrías acompañarme a vivir en New Castle con mi querido Wickham, ¡Hasta podríamos encontrarte un marido si eres tan afortunada como yo! —exclamaba con una rebosante sonrisa la menor de las hermanas.

—¡Claro! Pero nuestro padre no lo permitiría, siempre rechaza todas las invitaciones que con tanto afecto y devoción me mandas desde tu hogar —dijo Catherine con verdadero desagrado.

Lydia sostuvo una grata mirada con su esposo, quien se encontraba ni nada más ni nada menos que hablando con él Sr. Bennet de caza y comprometedores negocios que si cualquiera escucha las proposiciones del individuo joven podría enloquecer por tal negocio tan arriesgado y poco probable de surgir. Pero el Sr. Bennet se convencía de que al ser esposo de su rebelde e incapaz hija, sólo quedaba soportarlo con empatia y cierto gramo de soportabilidad.

Pero digamos que eso solo ocurría cuando su esposa, la Sra. Bennet, insistía en invitarlos y reunirlos a todos con gran felicidad, tanta que su esposo sólo accedía para su tranquilidad y la de la casa.

Bingley conversaba con Jane sobre sus jardines y sobre el cálido calor que cubría la casa en la mayoría del año, lo cual hacía que el florecer de las flores y el aumento de la gran vegetación sea muy favorable. Y Jane lo escuchaba con gran interés.

—¿Le gustaría usted, acompañarme a mi casa en Pemberley este fin de semana? —pregunto el Sr. Darcy girando su cabeza en dirección a la de su compañera de asiento, quien pensaba en cómo escapar de esta incomoda situación.

Elizabeth se sorprendió por la propuesta de su novio, quien con gran compañía quedaría pero más que satisfecho si la compañía de la persona por la cual sentía un afecto singular le seguía hasta su hogar.

—Claro, si es que no le molesta —rebatio Elizabeth

—Para nada, confío en que su padre le dará permiso para quedarse ahí aún sin ser esposos.

Elizabeth lo recordó, su madre, emocionada y extasiada a la misma vez no hablaba de otra cosa después de que Jane y Bingley contrayeran un bello matrimonio, pero ahora seguía ella, y por todo lo que le recordaba, cada vez, se le retorcía en estómago.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2022 ⏰

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𝑫𝒆𝒔𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒚 𝑺𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 |  ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora