1: Un adiós y un hola.

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SARA
Aquel día era el día que más había estado deseando desde mi adolescencia, era el día en el que por fin podría ser yo sin tener que dar explicaciones a nadie.
Cuando mi abuelo me entregó las llaves le dí un abrazo fuerte y me fui a mi casa a recoger mis cosas.
- ¿Ya te vas? - mi madre como siempre no podía estarse quieta y estaba rebuscando en el armario para ver si me dejaba algo que pudiese necesitar - Tu hermano y yo te vamos a echar mucho de menos - en ese momento se acercó y me abrazó. Esa vez era una de las pocas que lo hacía, casi nunca me abrazaba y a veces me sentía hasta extraña.
- Bueno mamá, solo me voy a unas paradas de tren, tampoco me voy a la guerra.
- Ya pero no es lo mismo, pero ya sabes que si no sabes cocinar algo vienes y te lo llevas en un tupper - reí.
Terminé de hacer las maletas y mi padre me estaba esperando con el coche en la calle para acercarme a lo que sería mi nueva casa.
Cuando llegué me tuve que dar una paliza para colocar tooooodo a mi gusto sin que entorpeciera nada por medio.
Mi móvil empezó a sonar y me dí cuenta de que lo había olvidado por completo toda la tarde.
- Tía, al final vienes, ¿no?
- ¡Se me ha pasado por completo por lo de la mudanza!
- Pues ponte lo que sea, pero hoy se sale.
Empecé a buscar rápidamente entre las maletas y dí con loque quería. Un vestido blanco de palabra de honor, ceñido y corto. Busqué unos tacones en color nude y me planché el pelo lo mejor que pude en veinte minutos. Por el maquillaje no tuve problema porque ya estaba maquillada de antes. Cogí un bolso de fiesta y metí el móvil, el monedero y las llaves.
Salí al portal cuando llamaron al telefonillo.
Como estaba empezando el verano hacía algo de calor, pero no sería problema.
- ¡Sara! - mi amiga estaba mirándome con los ojos como platos - ¡estás impresionante!
- Anda ya guarra, siempre me dices lo mismo y siempre voy igual de hortera - Ana era mi mejor amiga desde el instituto, sabía bien cómo sacarme una sonrisa.
- Chicas, es para hoy - Cristian, desde el coche nos pitaba para que entráramos dentro.
Entramos las dos entre risas y demás. Nos montamos atrás con Daniela, una chica ucraniana que la conocíamos del barrio y era amiga nuestra. Delante iban Cristian e Isaac. Cristian era mi mejor amigo desde hacía varios años, él era de Rumanía pero llevaba toda la vida viviendo en nuestro país. Por otro lado estaba Isaac, Isaac era el mejor amigo de Cristian, él siempre iba donde iba Cristian, con lo cual siempre iba con nosotras.

Entramos dentro del Ford Fiesta de Cristian y él ya llevaba la fiesta en el coche, se les oía desde el principio de la calle.

- ¿Dónde vamos hoy? - la respuesta iba a ser más que obvia.

- Pues donde siempre, ya lo sabes - Isaac se reía mientras contestaba.

- Tía, te falta el pintalabios, toma - nos pintamos los labios las tres chicas y Daniela se guardó la barra de labios en su bolso de mano, cuando levantó su brazo para poder cerrar la cremallera de su bolso ví un moretón alrededor de su muñeca. Su novio era muy celoso y siempre se terminaba pasando con ella, y aunque ella nos lo intentaba ocultar siempre ya era más que evidente que no se podía ocultar más. La iba a decir algo pero una mano algo más grande me tocó la rodilla. Isaac, que por el espejo retrovisor me dijo con la mirada que no lo hiciera, entonces me callé.

Llegamos a la discoteca de siempre, a mi me conocían allí porque era relaciones públicas desde hace varios meses, y la verdad era que me iba bien allí.

- Buenas leonas, qué raro veros por aquí - la ironía de Carlos siempre hacía que todas nos riéramos - anda pasad, que por lo visto me han dicho que hoy es una de las mejores fiestas.

- Pues menos mal que te lo han dicho que si no no sé que haces tú por estas tierras - yo respondí a su ironía con otra ironía y nos terminamos riendo todos - de todos modos hoy meteré a unas veinte personas.

- Si es que menuda máquina estás hecha - Carlos llevaba en la mano una hoja donde apuntaba a las personas que entraban de parte de otras personas - Bueno, y ¿de amores qué tal vas? - bum, la pregunta estrella estos días - si no quieres no respondas eh, no quiero que te sientas incómoda contándome estas cosas - eso era lo bueno de Carlos, que no te obligaba a contarle nada.

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