01.

108 11 1
                                    

Parecía que el cielo se iba a partir en dos el día en que Chifuyu encontró a Hanagaki Takemichi.

En otra ocasión, se habría reído si alguien le hubiera dicho que estaría buscando desesperadamente la ayuda de un novato. No era su estilo. Tampoco le conocía de nada, salvo de haberlo visto un par de veces, pero de alguna forma –que aún no terminaba de entender– este extraño se había convertido en su última opción. Por más dudas que le trajera. Aparentemente a ambos los unía el deseo de traer de regreso a Baji-san, y aunque desconocía las razones del otro, era suficiente motivo para tenerlo en la búsqueda de Takemichi.

El punto era que necesitaba un aliado.

Chifuyu resopló ante la idea, de pronto sintiéndose frustrado. Había pasado un largo tiempo desde la última vez que se acercó a alguien por iniciativa propia, pero bajo estas extrañas circunstancias...

Suspiró. Daba la impresión de que en cualquier momento se pondría a llover y el frío le calaba los huesos, provocando que a ratos ciertos temblores atacaran su cuerpo mientras esperaba sentado en aquel húmedo parque. Se encorvó dentro de su chaqueta en busca de refugiarse en su propio calor.

Temblaba, sí, pero quizás no sólo de frío.

Se puso alerta en cuanto escuchó unos pasos aproximándose, levantando la cabeza. Su vista aún se encontraba dañada, pudiendo ver al chico frente a él parcialmente y con cierta dificultad. Por más que le gustara negarlo, y vaya que se empeñaba en ello, su ojo –su cuerpo entero– dolía como el mismísimo infierno. Pero era terco, naturalmente. Aquello no era su mayor preocupación en este momento; tenía una larga lista en su cabeza de cosas por hacer antes de siquiera pensar en su estado físico y mental. Se limitó a prometerse que después habría tiempo para preocuparse por sí mismo, y se había mantenido solemne a esa idea.

Ahora mismo tenía una sola misión: hacer que Baji-san volviera.

Con eso en mente y esforzándose en conservar la entereza, se irguió un poco en la posición en la que se encontraba y alzó la vista, componiendo en su cara lo más parecido que tenía a una sonrisa despreocupada. Era momento.

—¡Oi! —llamó en cuanto el nuevo integrante de la ToMan pasó lo suficientemente cerca como para escucharlo, captando su atención. La cara de pánico que este puso al verle casi logra que soltara una risa—. Ven aquí.





La puerta se cerró con un suave chasquido detrás de él. Dejó que su espalda se apoyara en la lisa superficie de madera y se tomó un momento antes de seguir, cerrando los ojos. Un cómodo silencio le dio la bienvenida a su hogar.

Estos días le estaba tomando un poco más de trabajo mantenerse entero frente a los demás. Estaba intranquilo, todo el tiempo. Es por eso que prefería estar a solas. A veces simplemente se hacía insoportable el tener que fingir que estaba todo en orden, que estaba tranquilo y en control de todo, cuando claramente no era así. Por eso agradecía la soledad que su departamento le ofrecía y la mayor parte del tiempo terminaba escondiéndose ahí. No es que precisamente se sintiera solo –teniendo a su madre, Baji-san y Peke J nunca fue así–, pero eran tiempos extraños. Se sentía como si alguien lo hubiera pateado fuera de su zona de comfort. Apenas sí entendía lo que estaba pasando, e incluso dudaba de si siquiera lo comprendía del todo.

Por las noches, cuando todo se volvía confuso y le era imposible dormir, pensaba mucho en si se estaría equivocando. En si acaso no era su ciega lealtad y admiración por Baji-san lo que le hacía creer que este nunca traicionaría a la pandilla, y que por supuesto había una razón escondida que explicara todas sus acciones. Incluso el casi matarlo a golpes.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 10, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

devoción - bajifuyu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora