VUELO DE ÁNGEL

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Dicen que los ángeles podemos volar, bueno, quiero decir que antes que nada, debemos ganarnos las alas, y eso es lo que haré el día de hoy.

Voy paso a paso, por el camino que me lleva a la orilla del cielo, la prueba final para obtener mis alas, no siento miedo, las merezco, me he esforzado tanto, no tengo dudas, he sido buen hijo, buen hermano, pese a las dificultades que he tenido para lograr este rango tan deseado.

Lento me acerco a mi destino, siento la mirada de mis hermanos mayores, en silencio me animan a continuar hasta el borde, todos sonríen cuando llego a la orilla y abro mis manos, levanto mi rostro, observo a Dios quien me llama con su mirada llena de compasión y dulzura.

Solo es un salto y volaré como el resto, sin duda surgirán mis alas cuando vaya de caída y en ese momento podré volar por todo el firmamento, pero ¿y si mis alas no se extienden?¿si no soy digno de volar? miro abajo, dirijo la mirada a ese lugar donde están aquellos que son llamados los caídos, seres que no lograron obtener sus alas y ahora viven envidiando a los hijos de Dios, ¡No quiero ser uno de ellos!

Dudo por unos instantes, volteo y veo decepción en los rostros de mis hermanos, miro abajo mientras los caídos me llaman y abren sus brazos para recibirme para que me una a ellos.

Tengo miedo, ya no quiero volar, quiero continuar como hasta ahora, ser un simple humano, ¡Sí, tengo miedo de seguir con vida! pero puedo sentir, oler, saborear, amar; algo que los ángeles no pueden, comienzo a llorar y doy media vuelta, un policía me llama, extiende sus brazos para sujetarme, trato de alcanzarlo con desesperación, sin embargo mi pie resbala y caigo.

Cientos de ángeles me rodean siguiendo mi caída con curiosidad, me animan a extender mis alas, mas no puedo y caigo de forma inevitable, me convertiré en otro de esos ángeles sin alas que me esperan en el suelo, ¡Tengo miedo!¡no quiero morir!

Lo último que escuchan mis oídos es un golpe en el suelo y después nada.

Ahora miro con envidia a aquellos que pueden volar y llamó a otros para que se unan a nosotros, lleno sus mentes de desesperación, soledad y tristeza.

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