— Miauuu.
—¡Vaya Hemingway! Hasta que te dignas en venir.
—Rrrmiau.
—Si ya sé, un gato como tú tiene muchas ocupaciones, pero deberías darte alguna vuelta por aquí de vez en cuando.
—Miiiiiiiaauu.
—¿Qué puedo decir? hoy es un día especial para mi, mira hasta pude pedir algo decente para comer.
—rrrrrrrrrr.
—Jajajajaja, tan tú, como siempre, se te presenta la oportunidad y pides algo de comer. Esta bien, pero no digas que te di o me meto en problemas con tu dueña.
—Miiiiiiiiiiiia.
—Entonces es un trato, toma un poco de carne y cómelo rápido.
—¡Miaaaa!
—La vez pasada mi querido Hemingway, me preguntaste si estaba arrepentido por lo que hice y esa ocasión no tuve respuesta, pero hoy si te lo puedo decir.
—rrrrrrrr, rrrrrrrr, rrrrrrrr.
—Si amigo, quisiera decir que estoy arrepentido, pero no es así, todo fue culpa de sus mentiras.
—Miauuu, miiauu.
—Jajaja, ¡ay, amigo! No esa tan simple como, "la dejo en un techo y jamás nos volvemos a ver", entre los humanos existe algo llamado amor y eso en muchas ocasiones hace que seamos, digamos, algo estúpidos.
—Miaaaaaaa.
—Así, cosa de humanos que no tienen mucho sentido, pero como te dije, yo la amaba y eso no me dejo ver lo que en verdad planeaba y fue demasiado tarde cuando me di cuenta.
—rrrrrrr, rrrrr, rrrrr, miiauu.
—Así es, como te dije la vez pasada, me dejó en la ruina, el dinero que gané en mis negocios se lo llevó, dejándome con deudas y cuando logré encontrarla para pedirle explicaciones, resultó que ya estaba con alguien más, dime si eso no es suficiente para matarla, pero el problema no fue ella, como dijo el juez, con los antecedentes de esa mujer, tal vez solo hubiera tenido una sentencia de tres a cinco años, pero ¿Quién iba a imaginar que el amante era hijo del gobernador?
—Miaaaaaa, rrrrrrrr, miiiiiiiaaa.
—Tú mismo lo haz dicho, entre los gatos, si matas al hijo del alfa o al mismo alfa, tomas su lugar, pero entre humanos, pues bueno, te sentencian a muerte.
—¡Hemingway! ¿Dónde estás? Te necesitan en la cocina.
—Ya te llaman, es mejor que vayas antes de que te llamen la atención.
—¡Miiiiiiiiiiiiiaaaaaaa!
—Hemingway, así que estás molestando en su última cena al señor Ernest.
—No se preocupe señorita oficial, ha sido una muy agradable compañía.
—Espero no le haya dado de comer, a veces cuando come carne de algún prisionero, se pone exigente y no quiere cazar ratones.
—Miiiiaaaaaaaaaa
—No se preocupe oficial, solo platicábamos.
—Eso espero, y por otro lado, si de algo le sirve, yo hubiera hecho lo mismo.
—Gracias, es un gran consuelo que haya más gente que piense como yo y gracias a eso pude evitar la silla eléctrica y logré que me sentenciaran a la inyección letal.
—Entonces, morirá durmiendo.
—Así es.
—Por lo menos su sufrimiento será menor.
—Miiiiiiiiiaaaaaaaaa.
—Ya Hemingway, está bien vámonos, tienes trabajo que hacer. Disculpe señor Ernest, lo dejo para que termine de disfrutar su comida.
—Adiós oficial, Adiós Hemingway.
—Miiiiaaaaaa.
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ONIRICO
FantasyAntología de cuentos, poemas y pensamiento nacidos de los sueños de un escritor