único

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—Y-Yoongi, det-tente.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando el azabache sopló en la humedad de su cuello, Jimin estaba acorralado contra el espejo de los vestidores de la universidad, un gemido fuerte salió de sus labios cuando Yoongi recorrió con su lengua a lo largo de su espalda desnuda.

—¿Por qué debería? —Yoongi se alejó un momento para retirar su propio suéter celeste pastel, Jimin vió a través del espejo el cuerpo trabajado de su novio, haciéndolo jadear de anticipación—. Hoy vi como tú y tu grupito de amigos se burlaban de mi ropa.

—Yoonie~ —Jimin gimió cuando Yoongi bajó sus jeans negros y metió la mano dentro de su ropa interior—. Es que tu chaleco tiene conejitos.

Yoongi sonrió de lado, apretando el miembro duro de su mayor y escuchando con diversión el gimoteo adolorido.

—Que idiotas ¿um? burlándose del chico que todos adoran —el menor bajó la ropa interior de su novio, comenzando un lento vaivén sobre la erección ya goteante, y con la otra mano cubrió la boca de Jimin—. Aunque ¿Qué se puede esperar de ustedes? Queriendo mantener las apariencias a todo lugar, aún cuando he visto a uno que otro mirándome con anhelo.

El rubio se encontró con los ojos oscurecidos del menor a través del espejo, Yoongi se veía totalmente diferente a su habitual forma de ser. El Yoongi que todos conocían y tenían sobre un pedestal era totalmente dulce y amable, lucía indefenso en suéteres enormes que ocultaban sus manos y que sonreía con inocencia cuando salía al patio entre recesos.

El Yoongi que ahora presenciaba era descuidado y dominante, su abdomen marcado y brazos fuertes eran una burla al suéter de conejitos que yacía en el suelo, y su mandíbula apretada y ojos oscuros hacían temblar sus piernas.

—Hoy has sido un mal chico, Minie —Jimin cerró los ojos en placer cuando Yoongi presionó sobre la punta rojiza, el gemido sonando en su garganta al tener su boca cubierta—. Ruégame, Jimin.

Yoongi dejó su boca libre, bajando la mano hasta sus pezones duros, a la vez que comenzaba a marcar el cuello del mayor. Jimin gimió fuerte cuando Yoongi empujó sus caderas hacia adelante, desesperado ante el tortuoso movimiento sobre su erección.

—Yoongi, p-por favor —jadeó mirándolo a través del espejo, extasiado de verlo tan imponente detrás suyo, y a él mismo todo destrozado y desnudo, sus labios rojizos de tanto morderlos y ojos totalmente brillantes de lujuria—. Por favor ¡ngh! Hyung, por favor.

Sintió la fuerte aspiración de Yoongi, el azabache encontraba increíblemente caliente que Jimin lo tratara de hyung, aún cuando era menor por dos años.

—¿Qué quieres, bebé? ¿Qué quieres que haga?

—¡Lo que sea! —chilló desesperado—. Lo que hyung decida.

Y Yoongi sintió la poca cordura que le quedaba comenzar a abandonarlo cuando escuchó a Jimin tan dispuesto y desesperado. Pero se separó del rubio abruptamente cuando el timbre que indicaba el término del receso resonó por todos lados.

—Que pena —Yoongi sonrió socarronamente, recogiendo su suéter y poniéndoselo—. Tendrás que encargarte tú solito de eso.

Y revolviendo su propio cabello para que cayera desordenadamente sobre su frente, volvió a su actitud completamente adorable, besando cortamente sus labios antes de salir de los vestidores.

Luego de unos segundos en que solo su respiración errática se escuchaba en el lugar, Jimin se encontró con sus propios ojos brillantes en el espejo, recorrió su cuerpo sudoroso hasta llegar a ver su erección y lloriquear de frustración. Odiaba que Yoongi hiciera eso.

Apariencias | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora