Take my hand 👋🏻

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Ése veintinueve de mayo parecía ser un día más en la vida de cualquier persona, pero no lo era para Gulf Kanawut, ya que aquella fecha particular albergaba una triste y trágica historia que lo marcaba directamente a él. Tanto física como mentalmente.

Dos años se cumplían de aquel trágico accidente que lo había dejado eternamente atado a esa maldita silla de ruedas. Dos años desde que su vida había caído en picada hacía el abismo de la depresión y el dolor. Dos años donde había estado arrastrando a su esposo a una incurable amargura.

Era un día más para todos, y Gulf sólo deseaba que fuera el último para él.

¡El último día de su vida!

— ¿Desea que lo lleve a su habitación, señor? — inquirió el mayordomo, interrumpiendo sus amargos pensamientos.

El reloj ya marcaba las seis de la tarde, lo que quería decir que Mew, su esposo, estaba por llegar a casa.

— No, esperaré a que mi esposo lo haga — contestó en un hilo de voz, pues sabía que Mew odiaba tener que hacerse cargo de ése tipo de cosas, y aún así, Gulf siempre esperaba su llegada para que él lo hiciera.

Era un acto masoquista tener que ver la cara llena de disgusto de su esposo cuando lo traslada desde el área verde hasta su habitación matrimonial, pero por alguna extraña y absurda razón, seguía prefiriendo que lo hiciera él y nadie más. Después de todo, Mew seguía siendo su lugar seguro.

— Como usted ordene, señor — aceptó el hombre y luego se dió la vuelta para marcharse a sus labores, dejándolo allí. Tan solo y miserable como todos los días.

Mew llegó dos horas después, y aquello para Gulf ya no resultaba tan sorprendente, puesto que en los últimos tres meses se había vuelto habitual que su esposo llegara tarde a casa, argumentando tener demasiado trabajo en la oficina... Pero Gulf sabía que aquello no era verdad, que solo se trataba de una excusa más para no tener que regresar pronto a casa y encontrarse con su triste realidad. Y su triste realidad era él. Dolorosamente era él.

No dijo nada, y solo dejó que su esposo lo trasladara en amargo silencio hasta la habitación, y allí, sin tanto afán y mucho menos cariño, Mew tomó almohadas, una cobija y se marchó a la sala. Ése día ni siquiera había tenido la decencia de saludarle. Simplemente hizo lo que le correspondía y se alejó de él.

Y aquello no hacía más que romper dolorosamente el corazón de Gulf, matando a su paso cualquier esperanza que hubiera albergado antes de volver a lo que algún día fueron.

Entonces se rió de si mismo y de lo ridículos que llegaban a ser sus pensamientos en algunas ocasiones. Es decir, ¿cómo volverían a ser lo que antes eran si todo en la vida de ambos había cambiado drásticamente?.

No tenía sentido idealizarse cosas que jamás pasarían. Ahora él era un amargado y triste parapléjico y Mew seguía siendo el mismo guapo y exitoso Abogado que solía ser, con la diferencia de que ya no era feliz como antes fue. Y aquella solo era la cereza del pastel, comparado con los miles de problemas que existían entre ambos, y todo eso solo debilitaba cada día más su amor y su estabilidad como pareja.

Lleno de tristeza se quedó acostado en su lugar, viendo con añoranza hacia la puerta semi-abierta de la habitación, con la esperanza de que Mew regresara y se acostara a su lado.

Él no diría nada...

Él no haría preguntas del por qué...

Él solo quería sentirlo cerca y nada más...

Y allí, entre deseos frustrados y dolorosos sentimientos, se fue rindiendo ante morfeo, con una hermosa falsa sonrisa adornando su rostro angelical.

«En un segundo estás lejos de mí. Me acerco dos centímetros a ti y tú te alejas tres...

¿Qué debo hacer para que me ames?

¿Qué debo hacer para que te quedes junto a mi?», fue lo último que pensó antes de que su conciencia se perdiera en el mundo de los sueños.

Mew regresó a la habitación media hora después, y se acercó lentamente a su esposo para contemplar la belleza y la paz de su rostro enrojecido por la tristeza y el llanto contenido.

Todo era malditamente perfecto en Gulf, Mew lo sabía. Siempre lo supo, y fue precisamente por eso que no pudo dejarlo ir y decidió casarse con él... Y pese al actual estado de su esposo, Mew seguía pensando que era el hombre más hermoso sobre la tierra.

«Si tan solo supieras lo mucho que te amo, no volverías nunca a sentirte inseguro sobre mí», se dijo, sin dejar de mirar a su amado.

«Todo lo que hago, lo hago por ti y por mí. Aguanta un poco más y te prometo recompensarte en el futuro todo ése dolor que en estos momentos te causo. Aguanta un poco más, amor...» se repitió mentalmente hasta la agonía, y cuando ya había tenido suficiente y sintió que se pondría a llorar, volvió a abandonar la habitación. Dejando solo a Gulf.

Otra vez estaba solo...

(...)

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Muchísimas gracias, lxs quiero -Cecihappy<333

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