Dos

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Rubén se quedó mirando la puerta de casa de los Luzuriaga-Álvarez en cuanto escuchó el timbre sonar, tanto Borja como Raúl no estaban ahí. Borja estaba en la cocina preparando más palomitas y Raúl, que había llegado agotado del trabajo para pasar su fin de semana libre por fin, subió a darse una ducha.

Fue divertido que llegase y le viera primero a él qué a su novio, y como lo echó de su casa por intruso.

"Con esos hermanos, para que quieres enemigos"

El pobre es el más cansado con que su casa sea siempre el sitio oculto cuando Rubén y Samuel pelean. Sí es que haber sido celestina de su hermano y su vecino fue a la larga una molestia.

¡Din Don!

Vuelve a sonar el timbre.

Escucha la voz de Borja pidiéndole que abra a ver si es el Delibery que pidió con un postre, así que se ve obligado a detener su animé en la pantalla y levantarse a abrir la maldita puerta.

Al otro lado de la misma le espera nervioso y con la respiración agitada quien estuvo esperando toda la tarde.

— Samuel... —. Susurra con cierto tinte de ternura.

Como en las películas románticas o en los romances escolares. Su Samu está parado frente a la puerta con la ropa desaliñada, el cabello desordenado y con su pecho -tan fuerte y prominente- subiendo y bajando en busca de aire.

Y le mira como si por su cabeza pasaran mil palabras, sin saber que decir al volver a verlo.

— ¿Qué haces molestando a los vecinos, Doblas?

— ¿Ah?

También es verdad que Rubén Doblas vive mucho en sus fantasías y esquiva señales bastante obvias. Como el ceño fruncido en el rostro atractivo de Samuel, un tic en el ojo bastante marcado y, cómo no, su celular con el chat con Raúl destacando en la pantalla.

— Deja de comportarte como un niño mimado y vuelve a casa — Samuel agita sus manos exageradamente apuntando en dirección a su hogar.

El mensaje, lo que recibió en su celular no fue de Rubén, fue de Raúl.

Y no era un meme.

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Rubén cree aún que Raúl no le interesa demasiado su relación con Samuel. No es cómo esos hermanos en los animes donde son sobre protectores y abiertamente groseros con las parejas de sus hermanos menores. Raúl nunca fue de ese tipo.

Ni cuando le conoció en la infancia, al enterarse de la nueva pareja de su madre. Tan sólo con tres años de diferencia entre ambos y una barrera del idioma mucho más grande fue que se presentaron.

Se llevaron bien con el tiempo, claro, con gustos parecidos en juegos y ambos descubriendo que sus orientaciones incluían a gente de su mismo género, eso sólo afianzó la relación.

Raúl siempre se mantuvo como un hermano. Más no uno protector. Hasta donde Rubén sabe. Pues el mensaje en el celular de Samuel era una mezcla entre amabilidad y amenaza.

Algo simple como:

"Auron: Vengo del trabajo, y con la idea de una tarde con mi esposo. ¿Pero está Rubén en mi sofá? Espero no lo hayas hecho llorar, por qué pasa muy seguido y me preocupa.

Bombones de Chocolate | Rubegetta [Karmaland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora