SEIS

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La rubia simplemente caminó y se dirigió hacia la florería. Necesitaba tomar las flores favoritas de su padre y dejárselas junto a él. Y así, siguió el largo camino hasta la clínica, con el aroma de los lirios blancos. Al entrar, caminó al mostrador y la chica le pareció conocida: Sara, joder. Estaba muy bonita, pesar de que siempre lo había sido.

—¿Clarke?—habló sorprendida—. Menos mal que has venido. He sido yo la que te he llamado, bueno, Bellamy me lo pidió—juró que vio como sus mejillas tomaban un color rosado y no se debía al rubor. —Tu padre está en la primera habitación.

—Gracias—agradeció para caminar hacia la puerta y la abrió. Sintió ese olor que estaba familiarizada pero no le daba tanto escalofrío como en ese momento; ahí estaba su padre, conectado y con sus ojos cerrados. ¿No sería mejor trasladarlo al hospital fuera de ahí? No era que no confiara en la clínica, pero no era un hospital.

Hubo un silencio donde ella solo se quedó en la puerta, moviendo las flores de mano a mano. Escuchó la risa del señor que tenía la cabeza entre la ventana—Bellamy, me haces una broma y me levantaré a pateare el trasero.

La rubia sonrió al escuchar esa voz que no estaba tan segura de volver a escuchar alguna vez en su vida.—Bueno, persona equivocada—el hombre giró su cabeza pero estaba tan pálido.

—Clarke—esta sonrió abiertamente al verlo despierto que dejó las flores en un extremo y avanzó hacia la cama para abrazarlo—. Hija... cariño—este hizo un esfuerzo para mover sus brazos, pero le dolían. Además Clarke no se lo permitió.

Ella se separó y le besó la frente.

—Me alegro que estés bien, papá. Perdón—Clarke mostró las lágrimas en sus ojos con un pestañeó—, tuve que estar aquí hace tiempo. Perdón, perdón.

—No, ¿De qué hablas? Tú tienes tu vida y tu viejo... bueno, está viejo—burló.

La rubia arrugó su nariz divertida mientras se limpiaba la nariz—Mi viejo tiene que volver a casa.

—Ay Clarke, no tuviste que venir. ¿Ha sido Bellamy, verdad?

—Si, pero ya le agradecí por eso. No me gusta que me ocultes cosas, pero está bien—esta se sentó al lado de su padre y le tomó la mano.—He llegado ayer, en el medio de la tormenta, renté un auto que se quedó en la mitad de la carretera porque una llanta rompió... claramente no tenía de repuesto. Realmente no sabía lo de Bellamy, pero me alegra mucho que sea él. 

—¿Lo has visto?—Clarke enchinó sus ojos al escuchar el tono de su padre pero asintió—. ¿Viste lo guapo que está? Y es muy trabajador. Además, está soltero. No es que le diga eso a este viejo, pero uno se da cuenta.

—Papá—rió la rubia divertida pero agradecida de tenerlo. Ahora más que nunca.

—Es la verdad. Aunque bueno... con ese chico tuyo.

La rubia negó—¡Malinterpretaste todo! Ese chico nada. Ni la hora le doy, ni lo quiero.

—Pero si por ahí me enteré que te quería pedir matrimonio.

—¿Y tú crees que me comprometería así nomás? ¿Con ese tipo de chico? Oh no, muy lejos. 

—¿Y cuál es tu tipo de chico, hija?

—Eres de terror—soltó al ver las intensiones de su padre y tomó su gomita de cabello para atarlo.—Sin embargo, Bellamy ha sido muy amable. Me he quedado ayer con él—el hombre levantó una ceja—, por la tormenta de nieve. Estaba... muy intensa y no podíamos movernos de la ruta. He sido muy cruel con él, yo... no los tuve que dejar.

This town// Bellarke Modern AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora