Prólogo.

4 2 0
                                    

Eran las dos de la madrugada, cuando Olivia y sus amigos abandonaron el club nocturno "La rose de la mort". Este club era uno de los más famosos de París, pero debía de irse a casa temprano porque mañana debía coger un avión de vuelta a su casa. Todo lo que ha vivido este verano por Europa ha sido una aventura que jamás había imaginado, puesto que nada de esto habría pasado si no hubiera aceptado la beca que le ofrecieron al graduarse con matrícula de honor en la universidad.

En el tiempo que ha pasado aquí ha descubierto una parte de sí misma que está oculta, también ha conocido gente muy interesante que nunca habría conocido en su ciudad natal. A pesar de estar algunos meses en París es irónico que no haya encontrado el amor, siendo esta ciudad la conocida ciudad del amor. Por suerte para Olivia, aún le quedan un par de horas en esta maravillosa ciudad.

De regreso a su casa, recordó lo que había visto en el baño. Aunque la mayoría de la gente sabe acerca de la existencia de vampiros, hay gente que aún no sabe nada de ellos, por lo que no es muy frecuente encontrarte con uno de ellos.

Olivia sabía de la existencia de estos, pero nunca había visto uno en persona, solo mediante fotos o vídeos. Cuando entró en el baño, vio como un hombre y una mujer se estaban besándose apasionadamente, al acercarse para entrar en uno de los cubículos del baño él hombre bajó la cabeza para lamer el cuello de la mujer y fue ahí cuando pudo ver los colmillos que asomaban por la boca del hombre.

Seguramente esa pareja tendría relaciones más tarde ahí o en cualquier otro lugar. Olivia sabía perfectamente que aquel vampiro no podría alimentarse de un humano en público porque estaba totalmente prohibido, pero quedó fascinada al ver aquellos colmillos.

Desde ese momento no ha parado de imaginarse cómo sería él, puesto que no pudo verle la cara bien debido a la escasa luz del baño. Algunos amigos y amigas de Olivia habían tenido encuentros con vampiros y le contaron cómo eran y todos seguían más o menos el mismo perfil. Tanto hombres como mujeres vampiros, poseían una tez un tanto pálida (algo común en humanos que no toman el sol), eran altos y delgados, pero tenían musculatura definida; el color de su pelo y de sus ojos eran de las mismas tonalidades que los humanos, si no te fijabas en los pequeños detalles a simple vista no podrías diferenciar a un humano de un vampiro.

Cuando por fin llegó a casa se aseguró de que tenía todo listo para irse de regreso a su país, miró el reloj y se apresuró a ponerse el pijama para meterse ya en la cama. Se tenía que levantar a las 6 de la madrugada y al menos a las 7 tendría que estar en el aeropuerto porque su avión salía a las 9 de la mañana; le esperaba por delante un viaje de más de doce horas de vuelo.

Nada más llegar al aeropuerto fue a la recepción a preguntar dónde se encontraba el terminal de su vuelo, media hora más tarde ya se encontraba en el terminal del avión con todo su equipaje facturado, aunque solo llevaba con ella su maleta pequeña y su bolso, lo demás ya estaba en la bodega del avión. Calculó que aún le quedaba más de una hora para despegar, por eso fue a la cafetería más cercana a desayunar, se moría de hambre.

Para ser temprano había bastante gente dentro de la cafetería, por eso Olivia tuvo que esperar en la cola unos minutos hasta que fue atendida. Cuando le llegó su turno ordenó un cappuccino de vainilla y unas tortitas, dicho cappuccino era uno de sus favoritos junto con el de sabor a caramelo.

Al entrar en el avión una azafata estaba esperando en la entrada, Olivia le enseñó su billete de avión y enseguida la dirigió hacía su asiento en la zona de primera clase. La beca que le ofrecieron incluía billetes en primera clase de ida y vuelta, el alquiler del piso y los gastos de este durante su estancia en París; además le pagaban un salario más reducido que el resto de sus compañeros de trabajo.

Línea de sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora