En otra vida [Sunatsu]

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El mar es un lugar extenso, si te sumerges en el podrías pasar años, décadas y nunca lo verías completo; eso es lo que dicen los marineros, las historias de criaturas marinas tan bellas que te hechizaban con su voz, tesoros con las riquezas de reyes, entre otras historias fantásticas. Eso fue lo que hizo que Suna se interesara por surcar ese extenso territorio.

Lo que no esperaba es que uno de esos tantos días encallando en un puerto desconocido, entrando en un bar lleno de marineros, sus ojos se cruzariann con los de aquel chico y un profundo amor le pidiera que se quedara en tierra.

Atsumu nunca entendió a su hermano cuando le hablaba de las almas gemelas, creía que era una idiotez, ¿Cómo puedes saber que una persona es afín a ti si jamás habías hablado con ella?

─ Puedes ayudarme con las mesas por favor─ pidió Atsumu a su hermano tomando un montón de tarros de cerveza, odiaba a los marineros, en especial en aquellas noches de verano.

El sonido de la puerta abrirse llamo la atención de todos haciéndole voltear, debía atender a más gente.

─ Buenas noches, ahora los ─ se estuvo cuando los ojos verdes de aquel pirata lo miraba con interés. ─ los acompaño a su mesa.

Era normal que durante la temporada de tormentas, en ocasiones los oficiales de la marina y los piratas se encontraran en bares como aquel, el problema era que siempre terminaban en pelea esas reuniones. Pero Atsumu no era idiota no permitiría que ambos grupos se juntaran

─ Aquí tienes─ dijo dejando la comida en la mesa de los piratas recién llegaos. Suna lo observaba, era el que menos comía pues prestaba más atención aquel chico con falda y delantal que caminaba entre las mesas llamando la tención de cualquier borracho.

Un pequeño tropiezo y Suna sujetaba al mesero de la muñeca.

─ ¿eh?─ de nuevo, aquella sensación de familiaridad y deseo se cruzó por sus sentidos, ─ ¿Estas bien?

─ ¿Te conozco? ─ fue directo aceptando la ayuda del castaño que acariciaba la tersa piel de aquel chico, mirándolo a los ojos, deseando besar aquellos labios.

─ Creo que ya nos habíamos vistos.

Verdad o no, no importaba. Ninguno de los dos deseaba soltar al otro.

Cada fin de mes Rintarou regresaba al puerto y cenaba con Atsumu hasta que este tenía que cerrar a gritos de su hermano.

─ Te traje esto─ decía entregándole una pequeña pieza de joyería, demasiado hermosa como para ignorarla.

─ Sabes que debes decir cierta frase antes de dar un anillo─ decía el rubio colocándose la sortija con aquel zafiro, percibió las manos de Suna acariciar sus mejillas, acercándolo a él. ─ ¿Ocurre algo?

─ Eres precioso─ decía besándole sobre los labios dulcemente, ─ Y quiero que me acompañes.

Unieron sus labios una vez más, bajo la cálida luz de la vela que iluminaba la entrada del bar, Rintaruo se aferraba a la cintura de Atsumu y este se colgaba del cuello de su amante pirata. ─ La próxima vez yo─ un escalofrió recorrió la espalda del Miya, esa escena le recordaba algo ya vivido pero no podía recordar que era precisamente.

─ ¿La próxima vez tu qué?

─ Iré contigo.

Suna sonrió entusiasmado por aquellas palabras ─ Te traeré un collar de perla. Lo prometo─ la alegría de ambos se escuchaba en todo el lugar, Samu observaba a su hermano esperando que dejara al pirata y volviera a sus tareas. ─ Y a Samu una mujer. Tal vez así deje de verme como una amenaza.

─Le estas quitando a su hermano y único trabajador leal, pero ya se le pasara.

Se despidieron con un largo beso bajo el cielo estrellados, Suna beso las manos de Atsumu antes de dirigirse al puerto con su tripulación. Atsumu observaba fijamente el mar mientras el barco avanzaba con las olas.

Aquel anillo le presionaba el dedo anular de su mano izquierda, era feliz pero algo no le agradaba, aquella familiaridad le empezaba a pesar en el pecho.

Al mes siguiente Atsu espero, sentado en el pórtico mirando aquellas aguas calmadas, pero no estaba el barco con la bandera de calavera ondeando en el mástil más alto.

─ Entra Tsumu, se hace tarde.

─ Pero él no ha llegado─ se quejaba sintiéndose mareado.

─ ¿Tsumu?

─ Él no ha llegado, solo esperare un par de horas, tal vez lleguen en la madrugada.

─ Solo no enfermes─ decía su hermano poniéndole una manta sobre los hombros y dejando la vela cerca para alumbrar la entrada. ─ Va a venir, no te preocupes.

Durante días, semanas, meses siguió esperando a Suna sentado en el balcón, escuchando historias de otros marinos, de pronto su amado se había vuelto una leyenda de boca en boca, lo vieron por el mar negro, por el oriente, en aguas heladas, saqueando tesoros y hundiendo barcos.

Hasta que después de años. Aquel barco volvió a encallar en aquel muelle.

Suna observaba la misma taberna maloliente que hacía años había visitado, por fin después de tanto tiempo podía volver a ver a Atsumu.

Subió por las calles, paso el umbral de la puerta.

Deseando ver a Atsumu cada vez más. Pero en aquel lugar solo estaba Osamu que dejo caer la garra de cerveza que llevaba, en la barra columpiando sus pies estaba un pequeño niño.

─ ¿Suna?

─ Samu.

─ Por fin apareciste, después de veinte años─ le reprochaba Osamu.

─ ¿Y Atsumu?

El hermano de su amado le pidió que se sentara para poder contarle, hacía casi diez años Atsumu cayó en enfermedad. Cada noche, aunque no tuviera fuerzas para beber agua, llamaba a Suna, hasta que un día simplemente no despertó.

─ Lo siento Rintarou Suna ─ decía Samu, él ya había llorado a su hermano, y ahora dejaba al pirata lamentarse en voz baja.

Este se quedo sentado en una de las mesas toda la noche, escuchando a los conocidos de su amado diciéndole lo mucho que este lo espero, las noches en vela que pasaba cada fin de mes esperando ver su barco llegando al muelle.

─ Mi padre dice ¿qué sí quieres algo de cenar?─ preguntó aquel niño, Suna suspiro una última vez y asintió, aquel chiquillo le sonrió. ─ Tú eres a quien mi tío quería ¿verdad?, mi mamá me dijo que eras un tipo horrendo.

"Tu madre tiene razón" pensó Suna ─ ¿Cómo te llamas?

─ Tsumu.

Suna volteo a ver a Samu que ubicada la entrada del bar de un par de personas que estaban causando estragos.

─ Sí lo sé, así se llamaba mi tío─ decía el niño levantando la mano para dar el saludo como se debía, Rin acepto aquel gesto, aquellas pequeñas manos le recordaban a alguien. ─ Tengo nueve años.

─ ¿Te gustan las perlas?

Los años pasaron, y aunque aquel niño se parecía tanto a Atsumu que le dolió verlo desposarse con un marinero que no conocía. Tal vez en otra vida. 

Angstruary 2022 [Atsumu Miya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora