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—_______—habló el chico albino a su querido amigo quien removía su comida en el plato, algo que no era normal en el niño pues, este amaba la hora de la comida, el poder degustar tanto como quería y verlo jugueteando con la comida simplemente, como dije antes, no era propio de sí a lo cual hacía preocupar al chico Malfoy pues si bien casi siempre se mostraba indiferente y narcisista, con el menor simplemente no era así.
—¿hum?—miró al niño albino.
—¿pasa algo?—el chico solo negó, su vista se centró en el trío de oro entre los Gryffindor, siempre parecían estar tan felices y tranquilos a pesar de todos los problemas que habían causado en el último tiempo, tan solo desearía poder ser como ellos.
Tomó su varita observando su plato de comida y apuntó a la cuchara con arroz, todo esto ante la vista de Draco.
-Accio-murmuró por lo bajo pero lo suficientemente alo como para que su hechizo fuera "captado", por así decirlo, la cuchara levitando cuidadosamente se dirigió a la mano del niño quien la tomó y comió de su comida, sintió orgullo de si mismo pues apesar de haber lanzado un hechizo tan simple sabia qué la chica Grenger no podría hacerlo, pero pronto ese sentimiento de felicidad se convirtió en uno de culpa, mierda, parecía un hipócrita queriendo sentirse mejor que su "amiga", eso le hacía sentir una mala persona.
—eso fue genial—murmuró apenado.
—yo..m-me alegra—sonrió.
—¿donde aprendiste eso?.
—a-aprendí algunos hechizos por cuenta propia cuando estaba en c-casa—dijo entre risas nerviosas.
—¿y a donde irás con tu familia?—mierda lo había olvidado, prácticamente mañana en la mañana regresarían a sus hogares por las fiestas vacacionarias, el chico menor solo negó dándole entender que no iría con su familia en esas fechas—¿quieres venir a mi casa?
—me gustaría pero no s—..—la entrega de una cara vociferadora cayó frente a ellos, todos a sus lados en la mesa de Slytherin y algunos otros más de las demás mesas observaron con ansias al muchacho menor de los Slytherin a la espera que abriera la carta.
—vamos abrela _______—dijo alegre un chico de Gryffindor, estaba tan nervioso carajo.
—anda, debe ser de tu familia—dijo una chica de la casa verde.
—¡anda _____!—gritó uno de Hufflepuff animandolo.
El chico con miedo y tratando de calmar sus tics abrió de a poco a poco con sus manos temblorosas, quería llorar, tantas ganas de llorar, temía sobre lo que diría, ¡¿y si le daba un ataque en mitad de la cena?!.
—¡_______!—la carta habló con la voz de un chico joven, tal vez no pasara de los veinticuatro años—mañana te recogerá él y cuando estés en casa hablaremos, mamá está enojada por tus estupidece—..—otra voz habló.
—¡______! Niño ingrat—..—la voz de la mujer adulta se cortó con la misma rapidez con la que habló.
—adios—la carta se terminó rompiendo en pedazos, sus temblores aumentaron y sus tics parecían no querer parar y el hecho de seguir tomando café a montones no mejoraba en nada, el comedor se quedó en silencio.
—q-que gracias broma ja ja ja—rió escandalosamente nervioso—adoro l-las bromas familiares-familiares suspiró tratando de verse tranquilo, claro que no lo hacía notar—mi hermano y yo así nos hablamos—hablamos mira Draco, no, no no, el chico lo miraba con pena, como odiaba aquello, le hacía sentir como un animalito enjaulado que necesita de la compacion de las personas, mierda no.
—_______—murmuró.
—woa que sueño—hizo un ademán de bostezo—nos vemos Draco, provecho chicos.
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A la mañana siguiente todo el mundo parecía ignorar lo ocurrido, y agradecía tanto aquello pues se había esmerado toda la noche en borrar el recuerdo de lo ocurrido en la cena, una tarea bastante cansada y tediosa, su cuerpo se sentía colapsar y odiaba el asunto de poder haber borrado el recuerdo aquel solo una vez pues, ahora debía tener más cuidado con cada una de sus acciones si no quería tener problemas, agradecía totalmente que el ministerio de magia tuviera problemas más grandes y estupidos como para darse cuenta de lo que había hecho y de igual forma agradecia haber estudiado todos y cada uno de los hechizos en los libros de la biblioteca.
—¡adiós Draco!—dijo feliz, dando un pequeño beso en la mejilla de este, claro que el mayor a modo de "repudio" talló su mejilla con una mueca de asco, nada más alejado de la realidad.