Capitulo 7

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El despertador sonó. Como cada día. Pura rutina. Aun que ahora, teniendo a Jorge en su vida, era más diferente. Martina se levantó de la cama. Tenía varias partes del cuerpo, doloridas. El sexo con Jorge era fantástico, pero... madre mía, terminaba hecha polvo. Aun no se creía que anoche hubiera perdido la cuenta de las veces que había hecho que se corriera.

- Buenos días... - dijo besando el hombro desnudo de Jorge, susurrándole al oído. Él sonrió. Se giró hacia a ella y la abrazó, dándole un ligero beso en los labios. 

- Y si me despiertas así, cada día... sí que serán buenos.-Ella le devolvió la sonrisa. Se dirigió hacia la persiana y la levantó un poco, para que no molestara en los sensibles... - pequeños y adorables - ojos de Jorge, recién despertados. Martina buscó unas braguitas limpias, sujetador y alguno de sus conjuntos para ir a trabajar. Sintió un apretón en la nalga, al agacharse para subirse las bragas. Seguido sintió algunos besos, subiendo, des de su trasero, por su espalda. Tuvo algún escalofrío.

- ¿Por qué no te quedas un rato más aquí conmigo? Estás muy bien, sin vestir. 

- A ti aun te queda más de una hora, pero yo entro a las ocho. - le recalcó Martina. - Además, ¿no tuviste suficiente con todo lo de ayer? - Martina rió 

- Cuando se trata de ti, nunca tengo suficiente.-Martina se giró. Lo miró, tierna. ¿Cuándo el frio de Jorge había decidido cambiar y empezar a decir esas cosas? Como desearía quedarse allí, entre sus brazos. Se tumbó de nuevo, dejándose caer encima de Jorge. Sintió la cálida piel de su amante, empegada con la suya. Un enrevesado juego de piernas. Jorge la abrazó, y a ella le gustaba esa sensación de... protección. 

- ¿Uno rápido? 

- ¡Jorge! - Martina lo miró mal. Se levantó de nuevo.

- ¿Qué? - dijo Jorge, riendo, siguiéndola por la casa. 

- Que eres peor que los felinos... ¿Es que no puedes estar seis minutos sin meter tu...en mi...? - miró hacia abajo. Y a estas alturas, al ver... al ver todo lo potente que era Jorge, aun se sonrojaba. - Tápate...

- Será posible... - masculló Jorge, cogiendo unos bóxers de un cajón. - Que aun te atrevas a pedirme que me cubra cuando la conoces hasta mejor que yo, después de todo lo que le has hecho últimamente... ¿me equivoco? Creo que se han hecho hasta buenas amigas. 

- ¡Jorge! - Martina estaba como un tomate. 

- Adoro que te sonrojes. - tiró de su brazo - Ven aquí, niña pequeña. - le dio un sonoro beso en la frente - mi niña pequeña.

Protegeme 2 - Jortini (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora