Cap. 2

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—¿QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ? —pregunté furiosa mientras que él se reía y tomaba un café.

—Vine a ver a Rosa, sigue dormida y ahora que te veo de cerca, no eres tan fea como aparentas —se acercó e intentó acomodar mi cabello.

—¡Estás loco! —quite su mano y me giré furiosa.

Rosa nos miró sorprendida.

—Luna intentó seducirme, la muy descarada —dijo Jack en tono ofendido.

—Rosa eso no es cierto.

Rosa tomó la mano de Jack y luego lo arrastró hasta la puerta del apartamento.

—!NO QUIERO QUE VUELVAS! —azoto la puerta y suspiró molesta.

Me quedé callada esperando su reacción, se acercó a mí y me abrazó.

—Lo siento mucho Luna, sé que no serías capaz de hacer algo así —sonrió de manera dulce.

A pesar de todo, Rosa confiaba en mí, Era la única persona que estaba de mi lado, pero a veces me enojaba con ella, supongo que todos somos humanos.

—No te preocupes, haré el desayuno —camino a la cocina y empezó a sacar leche, huevo y harina para hot cakes—. Ya sabes cómo nos fascinan los hot cakes.

Sonreí y me senté en la barra. Rosa cocinó dos enormes hot cakes del tamaño del plato.

—Cuando terminemos ¿te gustaría ir al centro comercial?

Lo pensé un momento y no tenía nada que hacer. Asentí y Rosa sonrió, al terminar corrió a vestirse, fui a mi cuarto y me puse un pantalón de mezclilla y una blusa de cuadros, junto a unas botas negras sin tacón.

Cuando salí vi a Rosa y se veía increíble, llevaba una diadema y aretes rosas, una blusa rosa con estrellas blancas con transparencia y un top negro arriba junto a una falda negra y botas largas. Pensé en cambiarme, pero no quería parecer celosa.

Llegamos e independientemente Rosa fue a una tienda de ropa, sabía cómo vestirse algo que admiraba de ella.

A veces me recomendaba algunas prendas, sin embargo no me sentía cómoda, salí de la tienda y me senté en una de las bancas que estaban por ahí. Estaba aburrida. De pronto un chico de cabello castaño se sentó a mi lado mientras hablaba por teléfono,

—Entiéndelo, está loca. Siempre haces lo que te dice como un perro. No sabes como odio a esas chicas. Eres un idiota, lo sabes verdad, luego no vengas a lloriquear cuando te deje —colgó y suspiro, de pronto como si se hubiera dado cuenta de mi existencia me miró y sonrió—. Lamento que hayas tenido que escuchar eso, pero me molesta la gente estupida
—hizo una breve pausa—. Soy Mark.

—Un placer Mark.

—¿No vas a decirme tu nombre? —pregunto recargándose en su puño.

—Luna.

Estaba nerviosa, él era muy guapo, su piel algo bronceada destacaba sus ojos, no había notado que tenía el derecho color  verde y el otro miel.

Era hermoso.

Mark sonrió y se levantó.

—Te veré luego Luna.

Mi corazón estaba como loco, no sabía la razón por la que un chico como él me hablaría, pero no quise pensarlo y decidí disfrutar el momento. Con buen humor entré a la tienda a buscar a Rosa, pero estaba en una llamada.

—Jack, aún no puedo verte. Será poco tiempo para que se vea creíble debo decir que me impresionas, seguramente fue difícil —empezó a reírse—. En fin, te veo luego. Bye.

Corrí al área de hombres y me metí a un probador. Aguante las lágrimas no quería salir con los ojos rojos. Respire y analice la situación. Tal vez Rosa tenía un plan para ¿animarme? Era absurdo ¿Por qué le pediría a Jack que coqueteara conmigo para luego echarlo?

Me sacó de mis pensamientos ver que alguien pasaba por debajo de la puerta del probador.

—Hola.

—¿Dylan? —pregunte confundida.

El niño puso un dedo en su boca en señal de silencio —Me estoy escondiendo de Colin.

Escuché pasos y alguien tocó la puerta.

—!Dylan! No estoy jugando. ¡Sal de ahí!

Abrí la puerta y el pequeño niño se escondió detrás de mí.

—¿Tú eres la chica del parque? ¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido, miró detrás de mí y su expresión cambió—. !Dylan!

El pequeño dio un salto y se aferró a mí con más fuerza, acaricié su cabello.

—Tenías razón, es muy travieso.

De repente me di cuenta de mi situación, estaba en el probador de hombres y empecé a sentirme ansiosa. El joven me tomó de la mano junto al pequeño y me llevo afuera como si nada. Miré a todas partes y nadie parecía sorprendido.

—Espero que no se haga costumbre encontrarnos en lugares poco convencionales —me soltó y cargó a Dylan.

Sonreí algo incómoda, debía pensar que era una clase de chica rara.

—Veo que sigues con tu amiga, vi a una chica rubia con pecas mirando la ropa emocionada, debo decir que es igual a como la describiste.

Instintivamente miré en busca de Rosa, pensando que podría estar buscándome, sin embargo seguía viendo vestidos y blusas.

—¿Quieres acompañarnos por un helado? --pregunto el chico con una cálida sonrisa—. No te preocupes por tu amiga, seguramente no se dará cuenta.

Miré a Dylan que me miraba insistente.

—Está bien. Vamos.

Dylan sonrió, me tomó de la mano y empezó a correr. Llegamos a un puesto de helados de yogurt y Dylan pidió muchos toppings dulces, se veía muy tierno. Llegó mi turno y Colin me recomendó un sabor peculiar, era delicioso. Nos sentamos en una banca y otra vez le conté lo sucedido.

Sentía cierta confianza en él, tal vez porque actuaba protector con su hermano o porque se había preocupado por mi.

—En serio me pregunto ¿Por qué dejas que te trate? —preguntó furioso.

—Es la única amiga que tengo.

—No quiero sonar grosero, pero ¿Sabes que existe más gente en el mundo?

—No soy buena hablando con las personas —conteste desanimada.

—No lo creo. Puedes hablar conmigo, solo está en tu cabeza.

Me quedé callada y pensé ¿cuándo fue la última vez que hablé con alguien más que no fuera Rosa? Parecía estar convencida de que era una completa antisocial.

De pronto la voz de Rosa me sorprendió.

Sombras  RobadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora