Capítulo 02

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  Habla Alexis:

El Emperador del imperio Bahartlua... Harlem Soviets Pendragón de Bahartlua.

Un hombre que comparte los mismos rasgos que yo a excepción de los ojos, los ojos de mi padre son más finos y afilados. Su cabello negro canoso lo hacen ver mayor, si no fuera por las canas mi padre podría parecer un hombre en sus treinta, aunque ya este cerca de los cincuenta.

Gracias a la sangre del fénix que bendijo a la familia Pendragón, la familia que resurgió entre las cenizas; con motas rojas en sus iris, esa es mi familia, la familia Imperial.

El emperador frente a mí viste un elegante traje negro (Cómo era costumbre), en vez de un Fénix, mi padre, puede ser mejor descrito como "Cuervo" igual que yo, parecemos cuervos entre Fénix tal vez por eso el odio mutuo.

— ¿Cómo se ha encontrado su majestad? — Pregunté casualmente.

— Debería ser yo quien pregunte eso — Respondió sin ningún ánimo visible, su mirada seguía siendo gélida y vacía — Alexis mi niña ¿Cómo estás?

Me quedé estupefacta ante las amables palabras de mi padre, más por el hecho, de que lo que decía, no quedaba con su expresión; sonreía de una manera fría e indiferente.

Hipócrita.

— Me encuentro mejor "Padre" — Le devolví la sonrisa — Por eso estoy aquí, para darle mis saludos, para calmar su preocupación.

No sé inmutó ni un segundo.

— Me alegra escucharlo. Alexis eres la flor del imperio, si tú te marchitas el imperio igual. Acércate a mí, dulce, niña.

El Emperador extendió su mano, sin dejar ni por un momento esa sonrisa gélida. Tragué en seco. A pasos temerosos me acerco a mi padre, tome su mano con recelo, está es una extraña situación. Fueron unos segundos, pero, parecieron eternos. Los dos cuervos de la familia, mirándose fijamente después de mucho tiempo; ver a mi padre es como ver una versión más adulta de mí y eso me asusta porque sé que termine igual que él.

Asesinado, solo...

Fuimos dos cuervos que perecieron igual.

— Alexis — Llamo el Emperador, sacándome de mis pensamientos.

Alce la mirada, mi padre, por un breve momento me observo con melancolía y culpa. Entre abro mis labios para decir algo, nada salió, no sabía qué podría decir en este tipo de situación, mi padre frívolo, por primera vez en veinte años no me mira con desdén. No recibí esa mirada ni cuando enterré una daga en su pecho.

Aún lo recuerdo... Cuando clave una daga en su corazón... Una, dos, tres y cuatro, tal vez fueron cinco o más veces que lo apuñale... Me observaba fijamente, sin ninguna emoción, como si esperara eso. Yo me seguía moviendo con frenesí, sacando todos mis sentimientos oscuros, no podía detenerme, solo se escuchaba el gorgojeo de la sangre y el sonido de su carne siendo atravesada.

Ningún ruido salió de mi padre.

Un momento que terminó de la peor forma posible... No me hizo sentir mejor...

Tal vez por eso, estando frente de él ya no me provoca ningún amargo sentimiento.

— Eres tan parecida a mí que eso me asusta — Declaró el Emperador soltando mi mano — Aun así, es tu fortaleza. Hija mía no eres un Fénix, siempre ten en cuenta eso.

Me aparté.

Camine hacia la puerta saliendo, no sin antes hacer una reverencia antes de salir.

Yo más que nadie sé que no soy un Fénix.

AlexisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora