Parte II

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Ámsterdam, Países Bajos

Después de algunas horas de vuelo, estaban en la ciudad natal de Ericka. El clima era perfecto para recorrer las calles y canales de dicha ciudad.

Ámsterdam era preciosa de día pero, cuando el sol se ponía, era cuando verdaderamente comenzaba la magia.

Recorriendo la zona junto a los canales y calles iluminadas por farolas, se encontraban los condes. Ericka permanecía perfectamente abrigada, ya que el clima era bastante frio para ella, haciendo que su nariz se tornara un poco roja.

Entre esa caminata, llegaron a los Mercadillos de Ámsterdam en donde se pudieron encontrar con un vendedor ambulante de girasoles y, Drácula no dudó ni un solo segundo en comprarle todos los girasoles a su esposa.

-Colmillitos, no eran necesarios tantos...- dijo ella con una enorme sonrisa mientras sujetaba los girasoles.

-Por si sería capaz de comprar la luna si estuviera a la venta, mi ricitos,- le dijo él acercándose a ella, -¿será prudente besar a mi esposa a mitad de la calle?-

-No preguntes y solo bésame, gordo.-

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El Museo Van Gogh dejó a Drácula boquiabierto, la gran arquitectura de ese lugar hizo que los ojos del conde brillaran por el asombro. En sus más de 500 años de vida jamás había visto algo tan bello, a excepción de su esposa, claro.

-Es... ¡es bellísimo!- le dijo él a Ericka.

-¡Y espera a que veas el resto de la ciudad!- respondió ella con gran orgullo en su voz, -estoy casi segura de que te encantaran los demás lugares.-

-Antes de que sigamos recorriendo la ciudad, ¿te gustaría comer en un sitio especial?- le preguntó Drac, -probablemente puedes tener hambre, ricitos.-

-Ammm... podríamos ir a un restaurante que está a las orillas de los canales, cerca de la Iglesia Westerkerk, es un lugar muy agradable... quizá te interese probar alguno de sus vinos.- Dijo ella.

-¡Buena idea!- contestó él en tono aprobatorio.

Ericka por su parte, esbozó una sonrisa una vez que escuchó la respuesta de su esposo.

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Gracias a que alquilaron un par de bicicletas pudieron recorrer la ciudad en dos ruedas y, gracias a que la bicicleta de Ericka tenía una canasta en la parte delantera del manillar, pudo guardar ahí sus girasoles.

Después de algunos minutos en que Drácula pedaleara a máxima velocidad siguiendo a su esposa, llegaron a la Casa Museo de Ana Frank; descendieron de las bicicletas y ambos observaron el lugar por algunos segundos. No pudieron ingresar porque ya habían cerrado, pero sí aprovecharon para tomar algunas fotos, en especial Ericka.

Drácula observaba a Ericka atentamente, se notaba la gran felicidad en el rostro de ella y, a él, eso lo hacía sentir más que complacido. -¿Has tomado muchas fotografías de los lugares que hemos visitado durante nuestra luna de miel,  mi medialuna?-

Ella se sonrojó. –Bueno... según yo calculó que más de cincuenta...- dijo ella algo apenada mientras guardaba su celular en uno de los bolsillos de su abrigo.

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⏰ Última actualización: Feb 04, 2022 ⏰

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Una Pequeña Luna de Miel DrerickaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora