Recuerdo, entre imágenes borrosas, azules y frías, la primera vez que corrí bajo la lluvia de septiembre. La humedad llegaba hasta mis calcetines, y aunque el clima era fresco y el viento azotaba con fuerza mis mejillas al correr hacia la estación, mi corazón se sentía caliente porque ahí, a mi lado, reía mi mejor amigo; mi arcoíris después de la tormenta.
Recuerdo la primera vez que vimos los planetas debajo del lente de un enorme telescopio en un curso de Astronomía, dentro de un observatorio de otra escuela. Los planetas poseían exóticos colores, las estrellas y los satélites alrededor de ellos brillaban de una manera hermosamente maravillosa, pero mi atención era captada únicamente por mi sol de dieciséis años que poseía los ojos verdosos más radiantes y llenos de vida. Su sonrisa me contagiaba de alegría, y no había lugar en el universo que compitiera con el tamaño de mi amor hacia él.
Recuerdo la primera vez que me rompí el brazo izquierdo mientras me escabullía por las enormes y frondosas ramas de un árbol de la casa de los Jaeger. Le había dicho a mamá que pasaría la noche con ellos, pero ninguno de la familia estaba enterado, a excepción del estúpido chico que estaba igual de borracho que yo al probar su primera botella de alcohol.
Mi piel picaba, la camiseta se me pegaba al cuerpo por el sudor y mi cabeza daba vueltas mirando la espalda de mi amigo.
Pensé, en ese estado de torpeza, que su espalda se veía más ancha. Lo conocía desde que éramos unos niños, él estaba creciendo, y yo veía cómo sus brazos se volvían grandes y su abdomen se tonificaba; cómo sus cejas se poblaban y sus labios se engrosaban; cómo sus manos se percibían más tersas y su rostro más atractivo; cómo su altura aumentaba y su voz se volvía grave.
Concluí, que entre todos esos cambios, los míos eran tan diminutos. Mi altura no aumentó mucho, mi cabello se quedó igual que siempre, mis rasgos eran casi idénticos desde los quince, y mis proporciones únicamente aumentaban a causa del ejercicio. No eran notorios, pero los de él sí. Veía cada nuevo detalle, cada cambio, y entre más crecía, simplemente se convertía más en el chico que yo tanto quería ser.
Quizá el enamoramiento también se trata de admiración e inspiración, porque cuando mis ojos lo reflejaban, sentía orgullo, felicidad, y mucho, mucho amor. Quería ser como él tanto como quería que fuera para mí, pero no podía ocurrir porque, al ser mío, tal vez perdería esa esencia que tanto le caracterizaba.
Creo que la manera en la que surgen los sentimientos es un misterio. Todos ocurren en diferentes lugares, con distintos escenarios. No tengo una memoria exacta de cómo surgió mi gran cariño, pero creció tanto como lo hizo el árbol de los Jaeger y el cuerpo de mi mejor amigo. Se volvió tan fuerte como el temperamento de mi madre y tan eterno como la mancha de sangre que dejé en el tejado aquella noche.
Cuando caí, no supe cómo lo hice. Uno estando borracho, no siente el dolor como realmente es. Por eso quizás el vecino siempre se la pasaba ahogando las penas en las botellas de tequila y nunca se encontraba sobrio después del fallecimiento de su vieja esposa.
Por eso no supe que mi mano sangraba y que mi brazo estaba roto. Cuando vi a Jaeger bajar con tanta prisa del árbol, sí supe que no necesitaba una habitación de cuatro paredes para refugiarme. Esos fuertes brazos, esas manos calientes, esos ojos resplandecientes... Todo lo que hacía a Eren Jaeger ser él y todo lo que producía muy dentro de mí, se sentía tan acogedor como un suave, cálido, y limpio hogar.Yo entendí, desde entonces, que él podría protegerme. Él siempre supo cómo cuidar de los demás, y yo aprendí cómo cuidarlo a él.
Entre risas escandalosas que las luciérnagas y los grillos escuchaban rodeados de árboles y una naturaleza iluminada por una luna más brillante durante nuestra infancia; entre noches donde preparábamos en el fuego de leña malvaviscos blancos y rosas incrustados en ramas delgadas; entre las líneas de las canciones de rock clásico que escuchábamos en su coche; entre incontables aventuras y nuevas sensaciones que surgían conforme nos volvíamos mayores, encontré un lugar perfecto para guardar mis recuerdos más valiosos junto a Jaeger.
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GUILTY 禁 Ereri
FanfictionJaeger era mío antes de que ella llegara a su vida y se interpusiera en nuestra amistad, pero supongo que tiene buena forma de conquistar el corazón de un hombre porque mi amigo nunca se había enamorado tanto de una mujer. Tal vez porque es hermosa...