💶 VI. Crueldad sin límites.

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Gaia

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Gaia.

No sé cuanto tiempo había pasado desde que leí aquella nota, tampoco deseaba mirar el reloj y llenarme de ansiedad por el tiempo, solo leía el libro y no dejaba que las emociones tomaran mi cuerpo. Aunque, en un punto me hastíe y no sabía que hacer, el libro ya no me distraía, y pedía hacer algo más, las emociones y pensamientos sobre la pronta llegada de Derek llegar tomaron mi mente. ¿Por qué tarda tanto? Volví a revisar el reloj, faltaban cuarenta minutos para que regresara, una completa eternidad.

Me emocione al escuchar unos pasos lentos caminar por el pasillo de mi habitación, cada vez se escuchaban los pasos más cerca, seguro era él; me acomode en la cama para recibir mi desayuno, pero lo que vi detrás de la puerta me dejo con el corazón en la mano.

Matteo lucia como zombie, lleno de sangre, con las mismas prendas utilizadas en el baile y el rostro demacrado, pero eso no fue lo peor de todo, lo peor es que tenia los ojos rojos, dilatados y pidiéndome ayuda con la mirada. Abrí mis brazos en señal de que se acercara a mí, le daría un gran abrazo.

Sabía que su llegada solo significaba algo malo, nunca venía a mí en estas condiciones, con el simple hecho de que viniera con la misma ropa de días o que esta estuviera llena de sangre me decía que se trataba de algo muy grave, algo que no era sencillo de procesar. Él no parecía dispuesto a compartirme lo sucedido, yo entendí de inmediato, no era lo adecuado presionarlo si aquello ocurrió recientemente, era consciente de lo que le podía ocasionar con sus traumas. Rodee su espalda con mis brazo y deje su cabeza en mi abdomen sensible, de esa manera solo fue cuestión de tiempo para que su respiración se volviera más lenta y el descansara; sin embargo, solo fueron unos minutos de placer para ambos.

El temblaba, sudaba, parecía estar sufriendo, sus manos se movían con miedo, temblaban sus dedos, su respiración empezó a fallar; el debía tener una pesadilla. Una gota de sudor se deslizó por su frente, abrió ligeramente los labios en busca de aire, pero no funcionaba, no fue hasta que empezó a llorar que me preocupé por él. Lo toque con cuidado, lo llamaba por su nombre, difícilmente se despertaba, aunque al final lo hizo, abrió los ojos de golpe y sus ojos marrones ahora eran casi negros, estaban llenos de sangre, estaban llenos de tristeza. De inmediato sentí lastima, era como ver un cachorrito lastimado.

—¿Qué soñaste? —pase mi mano sobre su cabello, siempre hacia eso, era mi muestra de cariño cada que lo necesitaba.

—Mamá...—respondió como si no pudiera hablar, tomó una gran bocanada de aire y siguió —. Ella estaba jugando con nosotros, era un juego de mesa, estábamos riendo y... Después llegó papá, él la llevo a la habitación, y después empezó a golpearla, escuchaba sus gritos de agonía desde su habitación.

Se a que se refería, eso era más que un sueño, era un recuerdo, uno traumático para él, yo no lo recuerdo, pero sí puedo recordar el hecho de que mamá despertaba con moretones en su rostro y cuerpo.

Gaia: Un Deseo Mortal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora