Ella era una princesa bajo los ojos de muchas personas, bajo los ojos de su madre ella era una reina, su hermano la veía como una bebé que debía proteger, su padre por otro lado, para él no era reina ni princesa, tampoco un bebé, era todo su mundo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
GAIA.
No sé en qué momento llego Joseph con Marie, ni tampoco en qué momento esto se volvió un desastre. Era bien sabido que Marie, Joseph y Luan no podían estar en una habitación tan pequeña como esta, era como tener a un perro y a un gato en un lugar cerrado.
Mi padre exigía sacarme de este lugar, mientras que Joseph alegaba que lo mejor era mantenerme en cama, y tenía miedo. Miedo de lo que me pudiera ocurrir, porque ninguno de los dos cedería tan fácil.
—Puedo ir, si me puedo parar. Estaré bien. —Intente levantarme de cama, pero Marie me impidió hacerlo. Yo solo quería que esto acabara, si yo fuera con mi padre el terminaría todo y ya no habría más contienda entre ambos.
—Puedes hacerlo, pero no es lo mejor para tu salud —me dijo aquello con voz apenas audible —. Tú puedes ir, caminar y hacer lo que haces todos los días, pero no deberías porque tu sistema no se recupera tan pronto, tienes que estar en reposo para que cuando tu hagas lo que hacías diariamente no te desmayes. Cualquier alteración acelerara tu corazón y el no soportara todo esto.
Mi corazón ya estaba alterado, y así seguiría los siguientes días. Marie tenia razón, mi medico me había recomendado estar en reposo. La causa de mis desmayos era provocada por emociones fuertes, principalmente por el miedo de hombres. Si iba con mi padre existían grandes posibilidades de volver a regresar al hospital y esta vez en peores condiciones.
—No iré, aquí me quedare con ustedes —le dije a la mujer después de pensar mejor las consecuencias que me traería. Ella me sonrió y me dio la espalda para decirle algo a su marido. Joseph giro hacia mí y sonrió, formulo algo con los labios que no comprendí.
Mire a mi alrededor, Matteo estaba a mi izquierda sacando a los hombres de mi padre de la habitación, Derek peleaba con mi padre y Marie hablaba con Joseph. Un dolor se instalo en mi cabeza, después un golpeteo que me hacía cerrar los ojos, los gritos y voces causaban más dolor en mí.
—Silencio —Pedí.
Pero no me escuchaban, apenas había hablado. Mi pulso aumento, mis manos se guiaron a mi cuero cabelludo por inercia, intentando calmar el dolor de cabeza y oídos.
—Por favor, silencio —Pedí de nuevo, sin embargo, el resultado fue el mismo. No me escuchaban, cada vez me sentía más cansada —. Cállense.
Marie finalmente regreso a mí, puso su mano en mi frente y movió ligeramente la cabeza haciéndome sentir segura con tan solo una sonrisa. Diciéndome al mismo tiempo que todo estaría bien.
—Boginya, puedes descansar. Ya no regresaran. —Unos ojos claros me miraron con destello, era mi lugar seguro, así lo sentía. Un sentimiento diferente al que estaba acostumbrada, ver sus ojos claros y llenos de brillo me generaban paz y seguridad.
—Gracias... —murmure —. Gracias por estar aquí y regresar conmigo.
—Ya no me iré, aquí estaré cuando me necesites —escuche antes de que la oscuridad consumiera mis sentidos, que me hundiera en el cansancio. No quería irme, no quería hundirme en la oscuridad, pero fue inevitable en ese momento.