1. Win

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El mal karma es como un chicle pegado a la suela del zapato. Por mucho que intentes quitártelo de encima, siempre hay algo ahí.

Mi mal karma es bastante específico. Siempre estoy en el lugar equivocado en el momento equivocado. Como ahora. Viajo en un Volkswagen Beetle azul a ciento cincuenta kilómetros por hora por la interestatal, con las ventanillas bajadas y la música a todo volumen. Y por viajar, me refiero a estar acurrucado en el asiento trasero con una manta encima, con la esperanza de escapar del tipo que acaba de robar mi coche.

Bueno, no es mi coche, pero menos sé de quién es el coche, a diferencia de este imbécil.

Mingie, mi hermana mayor, es la dueña de esta belleza. Y sinceramente, me molesta que este tipo piense que puede llevárselo sin más.

También me molesta que cante a propósito desafinado, canciones que claramente no conoce.

Estoy seguro que mis tímpanos están sangrando.

Le daría un pedazo de mi mente, excepto que en este momento estoy rezando para que no me encuentre escondido detrás de él y tire mi cuerpo en el lado de la carretera. Claro, podría intentar cogerle desprevenido, pero a esta velocidad probablemente nos mataría a los dos.

Y Cartier, así la llamé, acabaría convertida en metal retorcido. No. Mi única opción es alertar a las autoridades. Menos mal que aún tengo mi teléfono. Está casi muerto, pero sólo necesito la energía suficiente para marcar el 1-9... Mierda.

Okay, así que el teléfono ya no es una opción.

Tal vez una vez que nos detengamos pueda usarlo como arma. Lo sopeso en mi mano. Podría funcionar.

No soy tan estúpido como para intentar dominar a este tipo. Tiene los hombros anchos. De los que vienen unidos a brazos musculosos, y aunque no puedo ver el resto no me cabe duda de que unos muslos fuertes y un culo prieto completan el paquete. No es que esté pervirtiendo a mi secuestrador. Pero es el único escenario que tengo, y necesito detalles si alguna vez tengo que elegirlo de una alineación. Me lo imagino... sentado tras el cristal de la comisaría.

—¿Podría hacer que el número tres se diese la vuelta? Ahora haz que cante canciones pop de los 80 con la letra equivocada en el tono equivocado. Sí. Ese es él.

Me sacudo esos pensamientos inútiles y me concentro en catalogar sus datos sin que se dé cuenta. Su pelo es castaño oscuro y tiene lo justo para agarrarse. Se enrosca ligeramente al final y puedo distinguir los pequeños pelos de su nuca, que no quiero lamer en absoluto. ¿Así es como se siente el Síndrome de Estocolmo?

Cuando me acomodo en los asientos, el olor del cuero me reconforta y respiro tranquilamente para calmar mi corazón galopante. Él no sabe que estoy aquí. Y eso es lo único que me salva.

El karma de este tipo es casi tan malo como el mío. ¿Quién no revisa el asiento trasero cuando roba un coche? ¿No ha escuchado las historias de ladrones de coches que roban bebés accidentalmente?

Quiero decir, no soy un bebé, no importa lo que diga mi nana. Tengo 22 años. Lo suficientemente mayor como para no estar atrapado en una situación como esta. No es que pudiera haber predicho ser secuestrado cuando me refugié en la parte trasera del coche de mi hermana, pero como he mencionado antes, tiendo a estar en el lugar equivocado. Y siempre es el momento equivocado.

Permítanme empezar por el principio.

Mi mal karma comenzó cuando tenía cuatro años. Estoy en el siguiente escalón de siete niños, con los gemelos que están en la parte inferior. A mi madre le costaba llevar la cuenta de todos nosotros. Esto siempre había sido así, pero empeoró cuando falleció mi padre. Murió de una embolia. Fue algo repentino. Un día, intentaba parecer severo mientras nos guiñaba el ojo, y al siguiente, se había ido. Solíamos bromear diciendo que esa era su única manera de conseguir finalmente algo de paz y tranquilidad.

T0ur Accid3nt4l ✨ BrightWin ✨ BW ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora