Amigos Con Derecho [Zosan]

8

Se acabaron las risas y Sanji se levantó preguntando quien era.

-Disculpa que venga tarde, olvidé darle algo a Zoro.

Sanji abrió la puerta.

-Pasa.

-Gracias. - Entró y vio a Zoro, se dirigió rápido donde él.

-Bien, pasen buenas noches, me voy a dormir.- Sanji estaba por caminar cuando Tashigi lo interrumpe.

-Creo que mi amiga se quedó afuera.

-Esta bien, iré.- Se dio la vuelta y abrió.

-Buenas noches. - Una joven sonriendo.

- Buenas noches.

-Su amiga la espera. -  Abrió la puerta para que entrará. -  Bueno me retiro.

-Espera. -  Sanji la miró. -  ¿Cómo te llamas?

-Sanji ¿y tú?

-Charlotte Pudding.

-Mucho gusto Charlotte.

-Dime Pudding. - Le extendió la mano. - El gusto es mío.

Sanji le agarró la mano contestando su saludo.

Cuendo la manos se separaron Sanji se fue a su cuarto.

No tenia nada que hacer así que se puso a dibujar. No es experto en eso pero le gusta.

Siente que dibujar es hermoso, cuando le sale.

Pero siente que se desconecta del mundo, hace que su imaginación vaya a otra parte.

Y su momento de inspiración fue interrumpido por el toque de la puerta, otra vez.

Se levantó un poco molesto y abrió la puerta.

-Tashigi se va a quedar a dormir.

-¿Y a mi qué?

-Nada, solo te aviso.

-¿Dónde va a dormir Pudding? -  El rubio preguntó sin ninguna mala intención pero el pelo verde frunció el seño.

-¿Por qué preguntas?

- Solo preguntaba.

-En el sofá.

-Iré a decirle algo.

-¿El qué?

-Nada, nada... -  Pasó a un lado de Zoro y bajo las gradas. - ¿Pudding?

-Sí, Sanji.

-¿Quieres venir a dormir a mi cuarto? -  Por la cara de la chica Sanji supo que lo había mal interpretado. - No ha eso, solo para que duermas cómoda.

-E-esta bien.

Zoro se encontraba de brazos cruzados cuando los dos subían sonrojados.

Más de pena que de otra cosa.

-Entra. -  Abrió la puerta ignorando a Zoro.

-Gracias. -  Ella entró, cuando entró Zoro lo tomó del brazo.

-¿¡Qué pretendes!? -  Un susurro gritado.

-Nada. -  Levantó los hombres.

(Más te vale marrana okno xd)

-No hagas nada de lo que te arrepientas después.

-¿Y que si lo hago? ¿Eres mi padre? ¿Me vas a castigar?

Un apretón en su nalga derecha lo sorprendió.

-Puede que te castigue si no me haces caso. -  Susurro ronco en su oído.