Bajo las estrellas

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Jotaro's pov

Esta noche la tendríamos que pasar en el desierto por causa de nuestra desventura y los Stands enemigos. El desierto no es un lugar amable. El día es caluroso, la noche demasiado fría sin contar todos los peligros que esconde.

Estamos frente al fuego de la fogata improvisada y mi mirada de nuevo decide dar un paseo no autorizado por su silueta delicada. Me fijo que tiembla pero lo disimula abrazándose. Mis ojos se encuentran con los suyos, me ha descubierto pero sólo sonríe.

Hace frío y quiero ofrecerle mis brazos, mi calor pero debo guardar las apariencias y ocultar mis deseos. Me quito la gabardina y se la ofrezco para que esta noche no tenga que pasar frío. Se niega al inicio, siempre pensando que es una carga pero insisto y termina accediendo.

Le queda grande y envuelve su cuerpo delicado en ella. Enciendo un cigarrillo para disimular. Me hace feliz que no pase frío y que cuando la devuelva seguramente tendrá su aroma impregnado.

—Gracias Jojo.– me dice con un rubor en sus mejillas.

Me desarma con tan poco, dos palabras y una sonrisa le bastan para que quiera lanzarme a sus brazos y nunca soltarlo. Miro por sobre mi hombro, los mayores ya se han ido a dormir y sólo quedamos los dos despiertos.

El escenario perfecto para ser imprudente pero por desgracia no tengo las agallas. Este viaje es tan peligroso, podríamos no llegar al final. Revelar mis sentimientos es inútil y además no tengo idea de cómo hacerlo. Sé que no podría soportar su rechazo o que me mire sin esa alegría callada que ocultan sus ojos violeta.

Me he quedado perdido en mis pensamientos pero él me trae de nuevo a la realidad. Señala el cielo estrellado con un rostro lleno de ilusión. Me nombra las constelaciones y yo estoy tan perdido en él que apenas escucho los nombres.

Veo su mano a mi alcance y la mía reclama porque quiere unirse a la suya. Me recuerdo no hacer nada estúpido pero finalmente no he podido frenarme. Siento su mano fría contra mis dedos. Él se gira, me mira con sorpresa y desvía la mirada pero su mano sigue en el mismo lugar.

¿Acaso es una señal de que lo aprueba? Lo dudo, parece incómodo pero no dice nada. Sigo su mirada y veo que está observando al viejo, Abdul y Polnareff que duermen a unos metros de nosotros. Sus dedos se entrelazan con los míos y su rostro se gira para verme con una sonrisa cálida.

Sé que no he podido mantener la expresión de poker pero ¿cómo podría si él me mira así? Nos contemplamos en silencio y reconforta mi corazón ese pequeño contacto de nuestras manos. Por primera vez pienso que él pueda sentir lo mismo, no es descabellado. Ambos podemos ser muy reservados con lo que sentimos.

—Jotaro...– susurra mi nombre y siento como la distancia que nos separa se reduce.

No puedo detenerme, mi mano libre termina en su mejilla izquierda. Mis manos ásperas no se sienten dignas de acariciar esa piel tan delicada. Aún así, él no me pide que lo suelte ni se aparta.

—Noriaki.– su nombre suena un poco extraño en mis labios pero no resisto el impulso de decirlo.

Su mirada se suaviza, tiene esa expresión que tenía al ver las estrellas pero ahora me mira a los ojos. Nos quedamos así unos segundos hasta que no lo soporto más. Acerco mi rostro al suyo hasta sentir su respiración. Él no se mueve, simplemente entrecierra los ojos y elimina la poca distancia que queda entre los dos.

Sus labios no se sienten como nada que haya probado antes. La mezcla del tabaco y las cerezas crean un sabor único, uno que nos pertenece. Continúo el beso pensando que voy a despertarme en cualquier momento y lo veré dormir a mi lado porque esta perfección sólo puede ser producto de mis fantasías oníricas.

Él me besa con torpeza, con premura, hace lo mejor que puede para continuar con el beso pero no necesita esforzarse tanto. Yo no podría separarme de él en este momento aun si quisiera. Y es que tampoco quiero.

Su mechón de cabello me hace cosquillas, mi gorra seguro le causa molestia pero ninguno se aleja. Pierdo la noción del tiempo y por unos segundos siento que el mundo se ha detenido y este momento puede durar para siempre.

El aire que nos falta nos obliga a separarnos como quien no quiere la cosa. No me importaría dejar de respirar si el motivo son esos labios pero él no parece pensar lo mismo. Toma aire tan pronto nos separamos y luego coloca su mejilla en mi hombro en total silencio.

Suelto su rostro y su mano para poder rodearlo con uno de mis brazos y pegarlo a mí al atraer esa cintura tan estrecha. Nos quedamos en silencio viendo las estrellas pero ninguna de ellas puede competir con él. Las palabras finalmente salen de mí.

—Me gustas mucho.– digo para no sonar tan intenso

Él sonríe y se vuelve a sonrojar. Levanta la mirada y me da otro beso más corto. Me quedo quieto dejando que dure lo que él decida.

—También me gustas mucho.– no escucho duda en su voz.

Lo estrecho más y casi lo estoy escondiendo en mi pecho. Me hace tan feliz con sólo estar a mi lado pero esas palabras me llenan de sueños, de esperanza. Vamos a derrotar a Dio, mamá va a estar bien, volveremos juntos a casa.

—Tengamos una cita cuando volvamos a Japón.– digo sin importar si sueno como un idiota.

—Vamos a la playa.– él dice con naturalidad.— Quiero volver a ver las estrellas así contigo

Ahora soy yo quien lo besa y me corresponde de inmediato. Me encantaría ir a la playa con él, mirar las estrellas y besarlo sin temer por el futuro y creo que él siente lo mismo.

Seguimos los besos hasta que el sueño empieza a ganarnos. Cada día hay más cansancio por las peleas y los largos recorridos. Nos quedamos juntos para compartir el calor y por una noche, este infernal viaje deja de ser tan jodidamente malo.

Nuestros Momentos [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora