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— Quiero un café — solté mirando al pelinegro a mi lado.

— Vamos por uno — contestó comenzando a caminar en dirección al café que siempre íbamos.

Lo seguí con una sonrisa infantil, amaba el café y tras haber dormido 5 horas me vendría bien un vaso de ese líquido adictivo.

Cuando llegamos a la cafetería, los dos tomamos asiento en una de las mesas del exterior.

— ¿El de siempre? — Pregunta cuando se levanta, y yo asiento sonriendo.

La sonrisa no se borro de mis labios cuando él fue adentro a pedir nuestros cafés, era lindo que aún recordara lo que pedía siempre.

Transcurrieron un par de minutos, en los que estuve con el móvil, cuando llego hugo con el pedido.

— Aquí tiene su café, señorita — dijo colocando el vaso de cartón delante de mi.

— Gracias, caballero — El soltó una risa, esa risa que tanto me gusta.

Hugo tomó tu móvil y apuntó hacia mi, miré a un costado para que la foto pareciera más imprevista.

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— Gracias por acompañarme, Hugo —
Agradecí al pelinegro, ambos estábamos parados en la puerta de mi casa, en silencio.

— Sabes que siempre estoy disponible para ti — mi corazón dio un vuelco ante esas palabras.

Vamos hedda, se supone que ya lo habías superado

Sonreí por última vez, y me di la vuelta para entrar a casa.

— Adiós — Me despedí.

— Nos vemos, Hedda — Y luego de eso, cerré la puerta.

Solté un suspiro y me asomé por la ventana, vi como se alejaba y comenzaba a caminar hacia su casa.

𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐌𝐄 𝐋𝐈𝐊𝐄 𝐘𝐎𝐔 𝐃𝐎, hugo arbuesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora