~ Hace 41 años en la frontera entre el reino del diamante y la pica~
Espere un poco Lady Freya si sigue así podría caer...- sin poder completar la frase, la pequeña niña se había desvanecido en aquel bosque nevado- ¿Señorita se encuentra bien? ¿Le duele algo?- El tono tan preocupado de aquel sirviente por ver a la pequeña niña caer en lo profundo de un hoyo, en aquel desolado lugar se hizo presente- la sacare de ese hoyo señorita, iré por ayuda– sin saber a donde correr por ayuda, se fue hacía la dirección de la que venían con la esperanza de encontrar a alguien que los pudiera socorrer
-Y una mierda... si mi madre me viera en este momento de seguro me estaría diciendo que esto es impropio de la realeza...- a pesar de decir eso, en realidad se encontraba preocupada de que no llegara nadie a salvarla -¿Y ahora que se supone que haga mientras espero?- la pequeña trato de levantarse, pero sus esfuerzos fueron en vano ya que un dolor agudo se hacia presente en su tobillo. -No puede ser cierto... creo que me lastimado el tobillo, ojala solo sea una torcedura, si mi madre me ve lo mas seguro es que no me deje salir en mucho tiempo.
Estar en aquel lugar sola y sin ningún tipo de ayuda hicieron que un sentimiento de angustia y soledad creciera dentro de la joven y por consiguiente aquellos minutos en dicho lugar parecían ser cada vez mas largos, la esperanza se hizo presente cuando ella escucho algo acercándose, para su sorpresa no era el mayordomo de aquella niña sino un chico cuyos ojos eran de un azul profundo como el mar y su cabello era de un hermoso tono castaño.
¿Estás bien? ¿Te lastimaste en alguna parte niña? – dijo aquel chico asombrado, pues este no esperaba ver a una niña tan frágil aparentemente, pero que tenia unos ojos de color rojo tan deslumbrantes que parecía que sus ojos eran dos hermosas piezas de escarlatas, sin mencionar que su cabello tenia un tono tan hermoso de rojo que podría ser considerado la mismísima lava.
-Creo que me lastime el tobillo, me duele un poco pero realmente apreciaría si me ayudaras a salir de aquí, mi mayordomo fue por ayuda pero al parecer no a encontrado a nadie...- Los ojos de angustia de la pequeña pedían por ayuda desesperada ya que después de todo era mejor estar acompañada que sola y a pesar del que sus ojos parecían comerse al mundo hace unos instantes, de un momento a otro suplicaban por ayuda.
-Espera, buscare la manera de sacarte de allí – La imagen de aquel niño desapareció y solo se escuchaba el sonido de unas personas hablando, tras unos instantes un niño cuyo cuerpo no media más de medio metro, se asomó con una cuerda en mano que estaba atada a un árbol cercano, la dejo caer y pronto se encontraba bajando por aquella cuerda. -Mi mayordomo esta esperando arriba, pero al parecer por tu tobillo no podrás subir por tu cuenta, así que sube a mi espalda para salir de aquí- y tal como estaba diseñado el plan, ambos chicos salieron de aquel hoyo.
Tras unos duros instantes de esfuerzo y esperanza los chicos salieron de aquel hoyo, la niña se encontraba con un gran golpe en la pierna, aquellas piernas delicadas y frágiles estaban marcadas con un moretón tosco y duro y eso sin contar lo hinchado que se encontraba su tobillo, el chico al verlo no dudo en llevarla al lugar más cercano que él conocía. Y esa era una casa que era usada por la familia Dubois como residencia durante los viajes para controlar la frontera o bien como viaje rutinario por diversos motivos, Todas las personas que estaban presente en ese momento entraron a dicha casa que aparentemente era pequeña.
-Lord Neith no esperábamos su visita, permítame preparar todo lo más pronto posible... Esta señorita a su lado es...- deslumbrado por la mirada tan intensa de la pequeña al lado del lord, el mayordomo no supo que decir así que las únicas palabras de sus labios que salieron fueron... -sorprendente- las palabras llegaron como una fría corriente de aire en medio del desierto.
Sin nada mas que decir por parte del personal, ambos pequeños se dirigieron hacia la sala donde una de las mucamas atendió la herida de la joven y puso algunos trapos fríos en el tobillo de la chica, tras unos instantes un tanto incomodo, las mucamas se retiraron y solo quedaron ambos chicos en el gran cuarto.
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Entre el sol y la luna
Ficción históricaSin cadenas, sin limitaciones y con un mundo por descubrir es la vida que cualquier persona le gustaría tener, pero no para la hija mayor de la familia Laurent quien a sus 16 años se encuentra cargando con una cruz de esperanza y expectativas de tod...