Después de bajar del avión caminamos juntos por todo el aeropuerto, había esa tensión bonita en el ambiente cuando lo único que deseas es que te tome de la mano o rose sus dedos con los tuyos, raramente mágico.
La suerte del destino es que nuestra puerta estaba lejos en el área nueva de aquel aeropuerto, así que el «feeling» era: ojalá esto no se acabe nunca. Las miradas tímidas y la voz suave mientras conversábamos de cualquier cosa que se atravesara en nuestro camino a la despedida, porque si bien es cierto vivimos con ventajas de comunicación, él venía de un lugar donde básicamente se me haría un poco difícil siquiera hablarle 3 minutos.
Durante el viaje en el avión, intercambiamos nuestro usuarios de redes sociales, sin embargo no fue hasta varios días después que pudimos conectar, recordaba el aroma de su mejilla rozando la mía al despedirnos, glorioso e impaciente a la vez y mientras caminaba en mi pasillo de residente el se quedaba atrás como turista, mirándome y sonriendo de la manera mas curiosa posible, lo describiría como si estuviera mirándome justo ahora.
El adiós no fue doloroso, definitivamente se convirtió en el sentimiento más extraño de mi vida.
5 meses después, tú.
Algunas tardes de camino a casa recorría las calles con la inocente esperanza de encontrarle, tropezarnos de casualidad. Aunque la realidad fuera totalmente distinta a la que estaba viviendo en ese momento, mantenía una breve esperanza guardada con su nombre, mientras se llegaba abril decoraba cada recuerdo y lo mantenía totalmente intacto en mi mente, dibujaba su rostro con perfecta exactitud.
Y yo que pensaba que la ley de atracción no la jugaría a mi favor, llegaba su mensaje a mi bandeja de entrada con «hola cariño, aquí estoy» al inicio no podía entender ¿dónde estaba? pero inmediatamente su reflejo crecía ante mis ojos y se volvía realidad, el hombre de los ojos claros estaba frente a mi una vez más.
– ¡Hola! ¿te asusté? creo que te encontré un poco desprevenida, discúlpame.
Entonces si, acá creyéndome la actriz principal de esta novela lo abracé tan fuerte que me dio miedo soltarlo otra vez, me besó el cuello con delicadeza y nos tomamos de la mano, por fin. caminamos directo al lugar más interesante de la ciudad (para nosotros) y acompañamos la alegría de encontrarnos con una taza de café, mientras la tarde jugaba a nuestro favor.
Anduvimos toda la noche caminando hacia todos lados y hacia la nada, donde por fin nos encontramos baja las sábanas de la única noche que nos haría compañía, porque no habría un mañana seguro por lo menos para nosotros dos. Y se recostó en mi pecho, le brillaba el pelo, la piel y las ganas. El chico del vuelo 408 me abrazaba esa noche y se reía recordando aquel momento en que no dejé que me tomara de la mano, «mírate ahora» decía.
Mi eterna teoría de que las historias de amor no son reales hasta que sus ojos me dijeron lo contrario y aunque es un alma viajera no tengo dudas de que volveremos encontrarnos en el aire, en el agua o en la tierra, pero volveremos.
¿Qué más puedo decir de ti? si la vida nos seguirá sorprendiendo.
Hasta luego, buen amor.
A.R
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El vuelo 408
Short StoryUna historia corta, de dos personas que se conocen en un vuelo de 2horas. Se miran como si la noche anterior hubieran visto las estrellas juntos.