Capítulo 1

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—¡Entra!

—¡No entro!

—¿Que no? ¡Ya verás como sí! —¡Es inútil! ¡No lo conseguiremos! Pero Elísabet no se rinde. Un último esfuerzo. Aprieta los dientes, agarra el vaquero azul oscuro de Stradivarius y lo estira con fuerza hacia arriba. Con todas sus ganas. Po­ niendo sus cincuenta y cuatro kilos en la causa. Y... ¡pre­ mio! La tela asciende por las piernas de su amiga y se enca­ ja a presión sobre sus muslos y caderas.

—¡Lo ves, lo ves! ¡Entraba! —grita eufórica mientras Valeria se pone de pie. Algo continúa sin ir bien.

—Sí, entraba. Pero ahora abrocha el botón y sube la cremallera, guapa. —¿Qué? ¿No van? La joven se levanta la camiseta y niega con la cabeza. Eli se alza del suelo y se aproxima a ella. Una frente a otra. Un nuevo reto. Morena y castaña con mechas rubias contra una cremallera y un botón. —Encoge la tripa, nena. —Pero ¿de qué sirve que la encoja? ¡Voy a estallar! —¡No te pongas histérica! ¡Aquí no explotará nadie! ¡Mete el culo para dentro!

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