one.

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El sonido del retrete y los leves jadeos era lo único que se escuchaba en el cuarto de baño.

Jennie necesitaba tranquilizar su respiración antes de encontrarse con la pequeña niña que la esperaba en la sala de su casa. Se sentía sucia por estar masturbándose con la menor a unos cuantos metros de distancia.

Pero era algo que no podía evitar, no cuando la pequeña alfa olía de esa manera que hacía a su Omega pavonearse y soltar feromonas tratando de llamar la atención de su pareja aún cuando está solo era una niña de 10 años.

Tomo papel higiénico para limpiarse y con las piernas temblorosas se acomodo su falda escolar. Tenía que apurarse, ya había tardado más de lo planeado y no quería ser descubierta.

Se miró una última vez al espejo para corroborar que sus ropas estuvieran acomodadas al igual que su cabello y salió de ahí con rumbo a la sala.

— ¿Se encuentra bien, señora Jennie?.— dijo Lalisa una vez vio como la castaña se sentaba a su lado.

La voz infantil de Lalisa hizo que se estremeciera y su Omega ronroneo queriendo restregarse contra el cuerpo de la Alfa.

Cerro los ojos tratando mantener la calma y no lanzarse contra ella.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me digas así?

Las mejillas regordetas de la niña se pintaron de un leve carmín, avergonzada de haber olvidado ese detalle.

— L-lo siento, Jennie.— murmuró haciendo una inclinación de disculpa

— Está bien. Mejor termina de contarme lo que te hizo tu amiga Jisoo.

— ¿Ah? ¡Cierto! ¡Hasta que al fin me escucha!.— acuso con un leve puchero en los labios. Jennie trato con todas sus fuerzas no mirar a esa dirrección.

Tenía que resistir caer en la tentación que esa niña causaba en ella... su Alfa.


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