1. Abuelo Pedro

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Corrió lo más que podía para alcanzar la vela, Camilo e Isabela se quedaron sin Dones en el proceso, Casita la ayudaba a trepar el techo para llegar a la vela, tomándola entre sus manos Casita la empujó, en un intento de protegerla, Casita la cubrió con los muebles y las puertas, quedando enterrada en ellas.

Ella despertó en un lugar diferente, todo estaba muy lindo, caminó un poco para ver dónde estaba, a lo lejos pudo divisar a una persona canosa sentada en una mecedora, y con una tasa en la mano.

Acercándose más, se dió cuenta que era el abuelo Pedro.

-¡Buenos días abuelo!- Grito Mirabel a unos metros lejos de Pedro, este volteo a verla con sorpresa.

-¿Mirabel? ¡¿Que haces aquí?!- Preguntó Pedro alterado.

-Oh bueno, intentaba salvar la vela, ya que Casita se estaba derrumbando, entonces al querer protegerme me cubrió con los muebles, y después, llegué aquí.- Comentó Mirabel como si nada.

Pedro la miró sorprendida, se levantó de la mecedora, dejando la tasa de café en la pequeña mesa que estaba a lado, se acerco a Mirabel, quedando frente a frente, le acarició la cara con una mano, mientras que pequeñas lágrimas caían de sus mejillas, Mirabel sin darse cuenta también empezó a llorar.

-Aunque no te conocí, te extraño mucho.- Dijo Mirabel agarrando la mano de Pedro, Pedro la abrazo fuerte.

-Y aunque tú no me vieras, siempre estuve a lado, viendo cómo creciás, como dabas tus batallas, viendo cómo cada día eras más fuerte, más inteligente, muy especial.- Confesó Pedro abrazando a Mirabel, está solo lloraba en sus brazos. -También cuando estabas triste, no podía consolarte pero estaba contigo, a tu lado.- Dijo separándose del abrazo más no de Mirabel. -Eres especial mi mariposa, tú eres especial con o sin don, tu abuela Alma no hizo las cosas correctas, pero los ama a todos, como me hubiera gustado estar allí pero tristemente llegó mi momento antes de tiempo.- Anunció viendo a Mirabel con una sonrisa nostálgica.

Pedro agarro la mano de Mirabel para caminar hacia donde Mirabel vino, llegaron a un acantilado.

-Tu tiempo aún no llega mi mariposa, tienes que regresar.- Indicó Pedro a Mirabel, está se acercó más al acantilado.

-¿Volveré a verte?- Preguntó Mirabel agarrando con fuerza la mano de Pedro, este la miro con una pequeña sonrisa mientras las lágrimas bajaban lentamente.

-Todos somos especiales Mirabel, todos tenemos nuestros dones especiales, tu tienes algo mágico mariposa, claro que volverás a verme pero espero sinceramente que sea cuando tus canas tengan canas.- Confesó Pedro a Mirabel, está se rió por lo dicho, Pedro también rió por sus palabras. -Si a veces querés hablar conmigo, solo recuerda seguir el camino mi mariposa.- Dijo Pedro viendo a Mirabel con una sonrisa.

-¿Seguir el camino? Está bien... Volveré, lo prometo, te quiero abuelo...- Dijo Mirabel dándole un abrazo.

-Y yo a ti mariposa, ahora regresa, la familia espera.- Dijo Pedro empujando cuidadosamente a Mirabel hacia el acantilado.

Mirabel escucho como decían de lejos su nombre, empezó a ver todo blanco.

Al abrir los ojos, se dio cuenta que estaba entre los escombros de Casita, su mamá le estaba hablando, desorientada volteo a verla, en sus manos quedaban los restos de la vela, la misma vela que le daba vida a Casita.

Camino hasta llegar a las montañas, paso dónde estaba roto, seguía escuchando como era llamada, no quería voltear, todo estaba tan confuso.

Llegó hasta un arroyo, era muy hermoso, se sentó en una piedra que estaba cerca de ahí.

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⏰ Última actualización: Apr 06, 2023 ⏰

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