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-Abran sus libros en la página treinta- indicó mi profesora.

Literatura una de mis clases favoritas y más aún cuando estamos leyendo drácula. Preferiría leer Hush Hush.

-Puebla- mierda- Lea el siguiente párrafo- pidió y de mala gana leí.

La campana anunció la hora del descanso. Guardé rápidamente mis libros y fui en busca de Marius. Al verlo lo rodee con mis brazos y lo besé.

-¿A qué viene eso?- preguntó una vez que nos separamos.

-¿No te gustó?

Sonrió- Claro que sí- pasó su brazo por encima de mis hombros y me apegó a él mientras caminábamos.

-¿Aún sigues molesto?

-Nop- respondió- Pero lo estaré si Edward no cumple su palabra

El menú especial de la cafetería era patatas fritas, por lo que, me apresure a coger una bandeja. Cuando me detuve junto a la mesa, donde se hallaban Kate y Nancy, deseé comer afuera.

-¿Cuanto le das a Matt?- le preguntó Nancy.

-Nueve- contestó Kate.

-¿Otra vez con el mismo juego ustedes dos?- las miré frunciendo el ceño.

-Lo único bueno de este instituto son los chicos- me recordó Kate, robandome una patata- Así que ¿Por qué no pasar el descanso jugando a esto?

Le aparté la mano cuando fue por otra patata.

-¿Por qué en lugar de darle nueve puntos a Matt, no te acercas y le hablas?- apunté, cerrandole la boca. Kate me enseñó el dedo corazón, sonreí.

-¿Cuánto le das a Edward?- me pregunto Nancy, de repente.

-Vale, esto ya es demasiado- comencé a levantarme pero Kate jaló de mi brazo y volví a sentarme. Resoplé- ¿Por qué se empeñan tanto con Edward? Además se supone que tienen que ser chicos de esta escuela- protesté.

-¿Por qué te empeñas en negar tus sentimientos por él?- me imitó Kate.

-Edward vino a esta escuela, fue aquí donde se conocieron- objetó Nancy- Por lo tanto, si vale

Me rehusaba a hacer ambas cosas, responder y admitir mis sentimientos.  Sin embargo, quería que me dejaran en paz. Comi un par de patatas antes de decir algo.

-Seis

-¿Seis?- dijeron, incrédulas.

Señor iré al infierno por esto.

-Nueve

-¡Nueve!- chilló Kate, demasiado alto.

-¡Shh!- le cubri la boca- Calla que no solo Marius te puede oír

-Para mí querías decir diez- Nancy sonrió provocativamente y entrecerré mis ojos en su dirección.

Afuera del instituto, había un importante grupo de adolescentes exaltados frente a una limusina. Inmediatamente supe que era mi transporte cuando Edward salió de ésta.

-Me odias ¿Verdad?- dije mirando al cielo.

-¡Ashley, sube!- gritó. Mientras me abría paso entre el gentío, algunas de las chicas se dieron vuelta y me dirigieron pequeñas miradas de odio.

-¿A dónde vamos?

-A casa- dijo, como si fuera obvio.

-¿Dónde está mi madre?- pregunté.

-En el trabajo- respondió, monótono.

-¿Troy también?- asintió. Crucé los brazos- Entonces ¿Era necesario semejante coche para recogerme?

Viviendo con el Enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora