Capítulo 7

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Para mí chiquito @TreborRoble tú y Carlos me hicieron ese día inolvidable. Bueno, a todos XD.

Sofia

Algo decepcionada observo como Dinorah se marcha de mi casa. Creo que la entiendo un poco, después de todo solo nos hemos visto un par de veces y soy yo la que toma interés en hablar con ella, creo que estoy muy ilusionada con que sea mi amiga.

Quizás deba tratarla con menos intensidad...

–¡Sofia!

Oh, oh. Mi mamá está de regreso a casa y aún debo recoger algunas cosas.

– ¡Voyyyy! - le aviso a mamá mientras trato de recoger este desorden lo más rápido que puedo.

Tiro la basura en la papelera y corro hasta llegar a la puerta del garage y abrirla para que mamá pueda pasar, pues trae las manos ocupadas con bolsas.

– En el auto hay otras, ayúdame -me dice antes de perderse en la cocina.

Me adentro al garage para abrir el maletero del auto, pero me sorprendo y grito, ya que cuando me acerco a agarrar las bolsas restantes alguien se asoma desde los asientos traseros

Las carcajadas resuenan por el garage mientras trato de controlar mi respiración debido al susto.

– Ayyy...- finge limpiarse una lágrima suspirando - siempre es tan fácil sorprenderte Sofia, creo que tienes complejo de anciana.

– No es gracioso, nunca lo es y lo sabes.

– ¡Cuidado! - grita sobresaltandome - te puede dar un infarto cuando menos lo esperes.

– ¿Que haces aquí? Mamá no me dijo que venías.

– Ya sabes que me gustan las sorpresas - se encoje de hombros, luego sale del auto y me ayuda con las bolsas - además, tía Olivie está de buen humor hoy y me siguió el juego.

– Pero qué considerado por parte de mamá - murmuro con ironía.

– Relájate fia

– ¡¡¡Mamáaaaaa!!! ¡Isaac me está molestando de nuevo!-Corro hacia el interior de la casa.

– No grites Sofia, estoy aquí.

– Ah - le sonrio - lo siento, no te vi.

– ¿Otra vez estás peleando con Isaac?

– Si tía Olivie - finge estar dolido Isaac - pobre de mí que debo aguantar sus malos tratos.

–¡Es mentira! - me acerco a mamá

– Ya,ya. No chilles Sofia - me mira con las cejas fruncidas - y dejen de discutir, ya no son niños.

– Pero...¡Mamá! - jadeo con pesadez mientras bajo mis brazos.

– Shhhh - me pasa por un lado, hacia la sala - calladitos como la lechuza.

– Pero tía, las lechuzas no hacen: shhhh.

– Es verdad - concuerdo, sabiendo sus intenciones- ellas hacen ...

– ¡¡AHHHHHH!! - gritamos al unísono.
Y comenzamos a reír hasta que nos duele el estómago.

– ¡Silencio! - nos regaña, girándose para vernos muy seria - dejen las tonterías y tú, Loredana; ayuda a tu primo con sus maletas y cállense de una buena vez - se da la vuelta de nuevo y entra a la cocina.

Por como habló tan firmemente, cerramos la boca y con la cabeza gacha vamos al auto nuevamente y subimos sus cosas a uno de los cuartos de visitas.  No decimos mucho mientras arreglamos su equipaje, razón por la cuál escuchamos la puerta principal abrirse, lo que significa que papá llegó.

la chica de las pulserasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora