| T R I S T E Z A |

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S. A. D.

—Llanto ahogado, lágrimas secas, la cruel y cruda realidad en el marco de la puerta. Sentirse estancado y no tener ni la más remota idea de que hacer con vuestra vida, es la mayor advertencia de que lo que somos ya no es suficiente, y es hora de madurar.

—Estoy en un punto extraño de mi vida, hay días en los que me levanto con ganas de devorarme el mundo y de conseguirlo todo, y otros, solo suelo quedarme en la cama y deslizarme hacia el caos definitivo de mi oscura habitación y desaparecer.

—Es irónico, porque en verdad no siento que me falte algo, todo lo contrario, he llegado a la conclusión de que lo he perdido todo, y eso, me hace sentir aún más vacío.

—Agarre toda mi tristeza, y eche todo aquello que me hacía sentir ahogado dentro de un baúl, lo arrastre hasta el muelle y justo antes de tirarlo por la borda, me caí al profundo mar; La Paz inefable de aquella marea, las olas sobre espalda y el resplandor del sol sobre mi cara, todo parecía perfecto, hasta que tuviera que volver a empujar aquel baúl lleno de recuerdos.

—Se necesita una pizca de tristeza, para conocer un torrente de felicidad, pero, ¿Que tanto es una pizca? Ya he llorado mares enteros, y no veo una gota de felicidad aún.

—La tristeza me agobiaba al punto de tirar el coche por un acantilado. Solo lamento una cosa, no haber estado dentro de ese auto mientras caía.

—¿Quien soy? Realmente no lo sé, soy el Médico que mamá quiere, o el abogado que quiere papá? Soy el chico bueno que cree la abuela, o el chico malo que prefiere mi novia? La verdad me importan un carajo, solo soy el chico que llora bajo las sábanas, hasta quedarse dormido. 

—Siempre al llegar a casa, con los ojos hechos añicos de tanto rogar en llanto una oportunidad, recuesto la cabeza sobre la bañera y dejó que el agua limpie mi incertidumbre, al menos por un segundo la tristeza parecía haber desaparecido.

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