I: Giffard el Virtuoso
Alla donde la naturaleza fluye en un orden inmaculado y la bondad de las personas es honesta, se cuenta sobre tiempos donde el pasar de los días pesaba sobre cada habitante, en aquel entonces solo los más fuertes o afortunados vivían y cada uno miraba por el bien propio y el de los suyos, quien alguna vez tuvo mascota acababa abandonándola a su suerte o esta moría de hambre, los más necesitados incluso comían a aquellos animales que alguna vez formaron parte de su familia. Sin embargo, ahí en la cima de la montaña, cercano a una cascada vivía un hombre y su lobo, en una casa vieja de madera, diminuta, pero de aspecto hogareño y muy bien conservada, nadie sabía demasiado de él puesto que solo bajaba al pueblo una vez antes del invierno en busca de alimentos no perecibles como legumbres o cereales y cosas para el hogar. De donde se observara podía verse su chimenea siempre humeante y se dice que, sin importar el día o la hora, si te acercabas lo suficiente podías oír el resonar del metal caliente siendo golpeado y enfriado, una y otra vez sin cesar. Lo cierto es que no eran más que simples rumores ya que casi nadie se atrevía a aventurarse tan profundo en las montañas y él, "Giffard el virtuoso", no era más que un viejo herrero coleccionista de libros y artilugios de todo tipo. Pasaba la mayor parte de su día leyendo o fabricando cualquier cosa a la que su inspiración le guiara, por las noches observaba el cielo con catalejos, a veces con algunos que el mismo fabricaba, y su característica chimenea que nunca dejaba de humear no lo era en realidad, si no que era su fragua, la que mantenía siempre con llamas ardientes, lista para fabricar junto a su yunque piezas de toda índole, poseía un talento innato para la herrería y su fiel compañero Ronet lo observaba paciente hasta que llegaba el momento de ir de caza. No muchos se hacen la idea de cómo Giffard sobrevivía en un entorno lleno de hostilidades como lo eran las montañas, sin embargo, tenía una ventaja, y es que donde vivía no llegaban los enviados del rey que eran el mal al que temían todos los pueblos del reino, los enviados del rey pasaban cada seis meses por todos los pueblos, estos eran crueles y quien no pagaba con ofrendas, alimentos o monedas de oro, eran torturados o enviados como soldados de bajo rango a la capital. Una vez cada dos años algunos soldados eran enviados a casa de Giffard con la orden de capturarlo para obligarlo a trabajar como herrero en el castillo real por el resto de sus días como castigo por negarse a pagar como todos los habitantes del reino. Sin embargo, cada soldado que se acercaba moría en el proceso de subir las montañas y quien lo conseguía amanecía despellejado en la plaza del pueblo en señal de desafío a la realeza. Lejos de temerle por esto, los pueblerinos lo admiraban ya que los enviados eran repudiados por todo el bajo estrato social del reino, además en más de una ocasión Giffard los había protegido de distintas amenazas, como caravanas de saqueadores nómadas y algún que otro animal peligroso.
II: Aldemar el imbatible
Si había alguien que conocía más que nadie a Giffard, ese era su viejo amigo Aldemar un viajero sin hogar que vaga por todo el reino de Ashakhudal en busca de trabajos como cazador de monstruos, eran trabajos bastante bien pagados ya que pocos tenían la fuerza necesaria para hacerle frente a los monstruos que deambulan por el reino, pese a esto Aldemar era humilde y no dudaba en ayudar a quien lo necesitaba si se encontraba en peligro, sin importar si esto significaría una paga o no. Aldemar era solitario algo en lo que se asemejaba a su amigo Giffard pese a que ambos eran muy distintos. Aldemar desde muy temprana edad comenzó a estudiar el arte de las hojas Xaitari un arma originaria del pueblo de Aldemar, una clase de arma muy difícil de dominar debido a lo peligrosa que es y que requiere coordinación, fuerza y reflejos muy entrenados, esta arma consta de dos hojas en forma de guadaña de doble filo encadenadas que otorgan versatilidad y letalidad a quien las utilice, Aldemar era el mejor de todo su pueblo en el dominio de estas ya que fue entrenado por el mismo inventor, su padre. Cuando Aldemar comenzó su entrenamiento fue duramente criticado ya que no poseía talento alguno y con su torpeza su cuerpo fue quedando lleno de cicatrices que se hacía con las hojas, sin embargo, su padre creyó en él y Aldemar se esforzó cada día hasta dominar con perfección el arma, mejor que cualquier discípulo e incluso mejor que su mismo padre. Hace años el pueblo de Aldemar se fue haciendo famoso entre los saqueadores, caza recompensas y mercenarios debido a lo peligroso que era acercarse a él por la defensa tan implacable de las hojas Xaitari, este rumor recorrió las tierras de boca en boca, se hablaba de hojas que eran capaces de mutilar a un Sinurak (una especie de monstruo cuadrúpeda caracterizada por su dureza y su forma similar a un oso) sin el menor esfuerzo, esto llego a oídos del rey quien se interesó por estas armas para sus tropas y pidió formar juegos de arena donde batallarían todos los pueblos del reino a cambio de un gran premio en provisiones y mano de obra, la verdadera intención del rey no era otra que la de analizar esa arma tan peculiar y lograr negociar con los Xaitari, los Xaitari sin saberlo se interesaron, participaron y ganaron los juegos, su líder fue llamado junto con el padre de Aldemar a hablar con el rey quien quiso negociar que enseñaran a sus soldados y herreros los secretos de tan implacable arma, sin vacilar demasiado y tras algunas ofertas extras del rey estos se negaron ya que las hojas habían formado parte de su cultura por ya dos décadas y no querían perder la ventaja que tenían sobre quien quisiera atacar o saquear su pueblo, el rey los dejo partir de vuelta aunque resentido con la respuesta.

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El heredero del fuego
AdventureAmbientado en una época medieval este relato nos cuenta la historia de Giffard Fiereforge el es un hombre solitario y misterioso, su principal afición es forjar cosas de todo tipo, el recuento de su pasado nos permite ver como y porque llego a ser...