CAPÍTULO 1

1.4K 37 6
                                    


Ginevra Molly Weasley era la típica chica inglesa. No muy alta, de cabello lacio, color rojo fuego y una piel muy blanca adornada por graciosas pecas alrededor de su pequeña nariz. Era demasiado delgada, pero aun así tenía una belleza especial. No era como las grandes beldades Fleur Delacourt o su hermana Gabrielle, capaces de hacer desnucar un tipo, por sólo voltear a verlas, pero se defendía. No en vano hizo suspirar a varios chicos en la escuela. Tenía 23 años y una nada despreciable profesión (era empleada del ministerio, mas precisamente del departamento contra el uso incorrecto de artefactos muggles), que si bien no le daba grandes satisfacciones económicas, al menos la ayudaba para sobrevivir y ayudar en el mantenimiento de su casa. Porque, a pesar de ser una bruja independiente, todavía vivía en la casa de sus padres. Era algo más fuerte que su misma independencia, necesitaba estar ahí… y recordar todas las cosas felices del pasado. Tenía un novio, desde la escuela. Quizás esto era lo más paradójico en ella. Desde los 16 años, se descubrió terriblemente enamorada de "su peor enemigo", Draco Malfoy, y a pesar de los constantes arranques de furia de sus hermanos por su decisión, siguió con la relación contra viento y marea… aún soportando el odio del que fue su primer amor… o como ella decía ahora, su primera ilusión. Ya no quedaba rastros del amor o interés por Harry Potter. Todo su corazón pertenecía a aquel platinado joven que la amaba, sin importarle nada, ni siquiera el odio de los padres del joven, por haberse liado con una "traidora de sangre".

Si, la vida de Ginny era medianamente feliz… tenía un trabajo digno, un novio ejemplar… sólo le faltaba lo que más quería, sus padres.

Cómo sufrió ese día. Aún martillaba en la cabeza y no la dejaba en paz, el momento en que la preciosa esfera de cristal, donde la tenían protegida sus hermanos, se despedazó; fue ese instante, cuando le avisaron del ataque a su casa por parte de varios mortífagos. El grupo, sabiendo de la muerte de Voldemort en manos de Harry Potter, no dudó descargar su furia en las personas mas allegadas al enemigo… Temía lo peor. Cuando llegó, el escuadrón de aurores se había encargado de limpiar el lugar de mortífagos. Aún le quedaba la sensación de sus piernas temblorosas al entrar en la casa… y encontrarse con ese panorama tan desolador. Las pocas cosas que tenían en mal estado por el uso, estaban tiradas y destrozadas. Al parecer la lucha había sido tenaz… Ella lo sabía. Sus padres no se iban a rendir fácilmente. Entrando a la cocina, vio el cuerpo sin vida de… "Percy". Su hermano… aquel al que había repudiado por ser tan ambicioso… Tan poco le duró el arrepentimiento. Sólo hacía una semana que había vuelto a la casa… y ahora estaba muerto. Sintió un escalofrío al ver que sus padres no estaban ahí. Recordó la calidez de los brazos de Ron, al abrazarla y sus palabras cargadas de dolor "Están en San Mungo, no creen que sobrevivan". Y se recordó caer al suelo y gritar de impotencia. Recordó mirar a Harry, el amigo incondicional de su hermano, que la miraba con ternura, y recordó sus palabras, al abalanzarse contra el muchacho y golpearlo mientras le decía "Todo esto es por tu culpa! Maldigo el día que entraste en esta casa, Harry Potter! Te odio por todo lo que vivimos y por lo que vivirás! Ojalá Voldemort te hubiera asesinado… no sufriríamos tanto con él al poder!"

Ginny sacudió la cabeza volviendo al presente… estaba llegando al hospital San Mungo. Cada vez que entraba a ese lugar, moría un poco. Saludó como siempre a la secretaria y se dirigió al cuarto piso. Allí se encontraban los enfermos con daños provocados por hechizos, algunos, con daños irreversibles y otros maleficios. Respiró varias veces tratando de matar la angustia que la agobiaba cada vez que abría esa puerta y entraba. Saludó a la sanadora con un beso, y acompañada de esta, se dirigió al final del lugar. Todas las camas estaban separadas por cubículos… Cada uno de los pacientes tenía su lugar ambientado como si fuera su hogar… decorado con objetos personales. Aunque Ginny nunca podría entender, cómo los sanadores podrían pensar en eso como hogar, si bastaba cruzar por la puerta principal y un frío glacial se apoderaba del cuerpo, cual dementor, sacándote toda la alegría. Pero ella ya no sentía nada… la alegría la había abandonado hace tiempo. Sólo Draco la hacía sentir un poco viva. Aun así, los médicos insistían en ambientar eso como si los enfermos estuvieran en casa. Ginny dudaba que sus padres se dieran cuenta de algo… ellos ni siquiera la conocían.

❞𝑨𝑴𝑶𝑹 𝑷𝑶𝑹 𝑪𝑶𝑵𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶́❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora