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Su rutina estaba establecida desde su infancia, nunca sufría cambios drásticos en esta y cuando lo hacía el simplemente se adaptaba, eso fue antes que un chico de ropas negras y rojas entrara a su vida como un huracán y dejara un desorden a su paso.

Sin embargo, la situación de hoy podría superar cualquier cosa anterior.

Su linaje pertenecía a dragones invernales de Gusu Lan, dragones de belleza extraordinaria que residían en las montañas.

Los dragones son populares por su belleza, además que son pertenecientes a una de las sectas más poderosas, por lo cual no fue raro escuchar hablar del poderoso HanGuang-Jun, el segundo jade de Gusu Lan, Un heroe de guerra que participó junto a su hermano Zewujun en la guerra contra la Secta Wen, los fénix que habían aterrizado con su mandato en las sectas de cultivo.

Por lo tanto era vergonzoso la situación a la que se enfrentaba en este momento.
Como costumbre se levantó a su horario habitual, se aseo y se vistió, cuando se iba a color su cinta no la encontró. La cinta no se encontraba en su lugar habitual, el no acostumbraba colocarla en otro espacio más que en ese, era un hábito.

El pánico le recorrió la espada en un escalofrío frío. Respirando para calmarse recorrió su habitación en busca de la cinta blanca bordada en nubes cuando su vista se enfocó en una mancha negra café en la ventana justo arriba de su escritorio, se encontraba un nido con un ave en el centro.

Se acercó con cautela para no asustar al ave que dormía acurrucada sobre si misma.

Era extraño que una ave decidiera anidar en un lugar que no fuera en lo alto lejos de depredadores posibles y más en un espacio humano en un lugar frío.

Cuando se acercó al nido notó que no solo estaba construida con ramitas, hojas o plumas sino que también enredadas en la estructura del nido se encontraban cintas, una era de un rosa pálido mientras que la otra era de un morado, las dos cintas estaban bordadas con figuras que no alcanzaba a distinguir, ahí fue cuando vio la punta de una cinta blanca con bordados azules asomándose debajo de las plumas.

No sabía que hacer, principalmente no entendía porque el cuervo querría su cinta, no sabía cómo reaccionaría el ave si intentara quitarle la cinta y no quería arriesgarse en tener una pelea con un cuervo sin la seguridad de no lastimarlo o lastimarla.

Considerar salir del Jinshi sin su cinta era casi inaceptable, pero lo era más enfrentarse a una pequeña ave que dormía cómodamente en su nido.

Nunca había salido de su hogar al exterior sin su cinta ni siquiera cuando era pequeño (solo cuando Wei Ying se la quito). Así que con la incomodidad retorciéndose en su pecho tomo sus cosas y de dirigió rápidamente a hacia su hermano.

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Si hay errores ortográficos, de puntuación o de narración no duden en corregirme.

El próximo capítulo está en proceso.

No se que más decir así que me despido.

MI PEQUEÑO CUERVO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora