1. ||| M I V E C I N O DE A L L A D O |||

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Tick Tack

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Tick Tack

Era lo único que escuchaba en aquella aula, ya que todos estaban en un profundo silencio, tenía un libro sobre mí, un poco aburrido a decir verdad... Yo realmente era un poco come libros, me encantaba leer (o así me apodo mi madre) tenía unos cinco años cuando leí mi primer libro; y era de romance, creo que era de la de cincuenta sombras de grey, quedé traumada de por vida...

Por fin, el timbre sonó anunciando la salida de mi escuela, mi horario aquí era horrible. Comenzaba desde las siete de la mañana a las dos de la tarde y todas (o casi la mayoría de esas) era aquella clase horrenda de matemáticas, lo sé, odio las matemáticas (y ustedes dirán "oh por dios, que cliché) pero solo aman las matemáticas quien las entiende, y... ¿Cómo decirlo? Yo, en realidad no las entiendo ni siquiera un poquito, ¿qué podría ser peor que eso?.

Subí al autobús que se dirigía cerca de mí casa, así y es que yo no ando en auto, desde que tengo unos seis años, o desde que mis padres se separaron, fue hace como unos diez años más o menos; ahorita tengo dieciséis, curso segundo de bachillerato.

Baje del autobús y vi como un chico se bajaba junto conmigo, me esforcé más para saber quién era ese chico y note que tenía unos audífonos: Se trataba de mi vecino, Alex.

Alex se mudó aquí no hace mucho, no interactuamos mucho (aunque quisiera, mi timidez me gana).

—Buenas tardes —lo saludé cardialmente, tarde me di cuenta de lo que había dicho.

¡Mierda...? ¿En serio la cagué? Porque para mí fue más un logro. Me ignoro como si fuera un pedazo de mierda, realmente para él soy eso...

Alex Rodríguez, era un chico cómo decirlo... Un poco especial, mis amigos lo llamaban: Un chico misterioso. "Tal vez podría ser un psicópata o porque es tan callado." Él se mudó aquí hace más de un año, mi madre y su madre por supuesto que se llevaron bien; le regaló pastelillos y nos obligaron a convivir, el ambiente era demasiado incómodo en ese momento, ya que escuchaba música en sus audífonos, podría escuchar a metros lo que escuchaba; le encantaba aquella música de hace tiempo como: The Bittles, Queen y Michael Jackson y aquella música de los sesenta, setenta y ochenta... La última vez que le hable fue porque mi mamá me habló a darle un pequeño pastel a su madre ¿no entendía porque exactamente yo? Si existen otras dos personas más y una de ellas es mi hermana mayor. Entregué con mucho amor aquel pastel pero me cerró la puerta en la cara.

—Oh, hola. Bueno mi madre quiere darles otro pastel y aquí tienes —dije sonriendo un poco entregándole aquel pastel.

—Gracias. Pronto le daré las gracias a tu madre.

Eso más que un agradecimiento, sonó más un coqueteó ya que me sonrió con perversión, antes de que me cerrará la puerta en la cara.

—¡Pendejo! —grite antes de irme a mi casa un poco indignada y mi madre me miró confundida con el ceño fruncido, después de haber sonreído como una estúpida.

—¿Qué tienes? —preguntó confundida a lo que yo negué.

Sabía que desde ese instante mi vida cambio.

Aventé mi mochila antes de mi madre me diera un beso en la frente como forma de saludo.

—¿Cómo te fue?.

Preguntó con tranquilidad.

—Igual que siempre —respondí algo agotada.

Mi madre no dijo nada y note cómo se iba a la cocina con algo de prisa.

—¿Has invitado a alguien?.

—Sí.

Respondió con tanta tranquilidad moviendo y poniéndole sal a aquella comida.

—No es tu novio, ¿hace cuanto no hablas con él?.

—No quiero hablar de eso, y no, no es mi novio.

—¿Entonces quien?

—Los vecinos... Los Rodríguez.

¡Mierda...! ¿Esto es en serio? Tanta gente que conoce y exactamente mis vecinos, mi cara de agotada cambio a una de mal gustó, no es que no me gustará ya que vería a Alex, sino que convivir con él es algo incómodo, técnicamente nos obligan cuando yo siento vergüenza y él entretenido en sus audífonos, creo que aún no nota mi presencia, no nota que es mi amor platónico después de mudarse e intentar hablar con él, como aquella vez del pastel.

—Mamá, tantos, pero tantos amigos y conocidos que tienes y decides invitar a las primeras personas... ¿Qué son? Así, claro: los malditos vecinos.

Dije un poco alterada y es que ver a Alex después de aquella estupidez que le dije no sería buena idea verlo cara a cara.

—No es tan malo, tal vez así te ayuda a convivir más con Alex. Se ve que es un buen chico.

—Él me odia y se la pasa en sus malditos audífonos, ¿cómo quieres que conviva?

Negué una y otra vez subiendo las escaleras, realmente no quería esto.

Enfrente de mi ventana podía ver su silueta con las cortinas, se veía que estaba estudiando. ¡Vaya, después de todo, resultó ser un poco mi tipo!.

Sabía que eso era un poco acosador mirarlo por tanto rato, pero no podía. ¿Que podía hacer, me trae loca ese chico? Aunque no le hable, aunque quisiera.

Se notaba que estaba haciendo ejercicio, supongo que le gusta. ¿Por qué un chico asocial quería hacer eso? Eso solo lo hacen los populares (o al menos eso lo catalogan las películas feas de adolescentes retrasados).

Tal vez, está cena cambie un poco mi vida.

Gracias por leer

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