Duque Eros

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Cabello oscuro, largo y suelto; ojos afilados de color esmeralda, cubiertos por unas pestañas largas y rizadas, nariz larga y fina; labios rosados y delgados; piel con un color vivido, pero sin llegar a ser oscuro; alto, con una postura firme; un cuerpo musculoso 《sin llegar al exceso》 cubierto por un traje gris claro y una banda roja colgada de su hombro derecho, que cruza su ancho pecho.

Siempre que limpiaba las escaleras principales, admiraba la belleza que brindaba la pintura del dueño de la mansión, tan perfecta e irreal como la describían en la novela, y nunca me cansaba de verla.

Al terminar de limpiar《y ver la pintura》 fui a la cocina para desayunar, y al llegar, encontré a otras dos sirvientas que ya estaban desayunando.

-No puede ser. Nuestro señor busca otro asistente.

-Pero si acababa de contratar uno hace una semana.

-Lo mandó a ejecutar por no cumplir con sus expectativas, y está buscando un reemplazo, pero los hombres están aterrados, no importa que la paga sea buena, temen por sus vidas.

-¿Saben cuánto esta pagando? - pregunté bastante animada y ambas me miraron con rareza.

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Estaba parada enfrente de la gran puerta que daba al estudio del duque, me acomodé por sexta vez el traje que me había comprado a la medida de color negro, más de la mitad de mis ahorros《que había tenido luego de meses de estar trabajando》se habían ido en el traje y en los elegantes, brillantes e incómodos zapatos, sino conseguía el puesto me lamentaría al haber desperdiciado el dinero en estas cosas.

Apreté la liga con la que amarré mi cabello, castaño y rizado, en una coleta baja y la coloqué de mi lado izquierdo, cuando estuve lista toqué la puerta.

A los pocos segundos salió un hombre con algunas canas en el cabello, cara larga, pero serena, algunas arrugas acompañaban a sus ojos, era más alto que yo como por diez o quince centímetros y tenía puesto un traje con mejor calidad.

-¿Tiene algo que tratar con el duque Eros?

-Sí. He escuchado que nuestro señor necesita un asistente, y he de interrumpirlo con la necesidad de ver si me pone en el puesto.

El mayordomo 《que pasaba más de los cuarenta años》me vio unos instantes, pasando su mirada desde el rostro hasta los zapatos.

-Adelante. - se colocó a un lado de la puerta y dejo libre el camino para que pudiera pasar.

El lugar estaba casi en silencio, solo se escuchaba la leve escritura del hombre sentado en su escritorio, hasta que el mayor de los tres habló. -Mi señor, la señorita desea ser su asistente.

-Disculpe las molestias, Duque Eros, pero espero poder trabajar con usted -. Me agaché y puse mi rodilla derecha en el suelo, la mano del mismo lado la coloqué en el corazón y me incliné esperando a que hablara.

-No soy el rey, ni tú un caballero para que te inclines ante mí. Dime ¿Cuál es tu nombre?

-Mi nombre es Esme, mi señor -. Respondí luego de levantarme.

-¿De donde eres?

-Del Claro, mi señor.

-Es un lugar muy lejano -, se quedó pensando un poco, mientras me clavaba su mirada verdosa, me sentía incomoda al ser observada por él, era como tener tan cerca a un depredador, que estaba alerta de cada movimiento que hacía su presa.- ¿Cómo llegaste hasta Cieloscuro?

-Llegué por distintos medios, mi señor. Caminando, a caballo, en carruaje, pero el viaje no fue directo. Me he quedado y trabajado en distintos lugares, hasta llegar a Cieloscuro. De hecho, hace cinco meses empecé a trabajar como sirvienta del ducado.

-¿Cómo te enteraste del puesto?

-Se corrió la voz, mi señor.

-Ya veo -. Guardó la hoja《que recién había terminado de escribir》 en un sobre, escribió un poco más sobre este y la selló con el símbolo del ducado.-Entrégale esto a mi hermano. Vive en las tierras nevadas del Árbol muerto, en la frontera del reino. Vuelve cuando te haya dado su respuesta. -le dio la carta al mayordomo y el mayordomo me la entregó.

-Por su puesto, mi señor.

Dulce amor tormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora