CAPÍTULO 2

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Siempre me sentí cómoda con los cambios, de chica tenia ilusiones irreales de mi futuro. Anhelaba ser libre, ser adulta, sin saber que la adultez viene sujeta de responsabilidades y esos cambios que antes me ilusionaban ahora vienen acompañados de incertidumbre y la inevitable toma de decisiones.

Luego de ese almuerzo entendí que mi vida iba a cambiar por completo y algo dentro de mí decía que no todo iba a estar bien.

Imagino que se preguntaran ¿Cómo afronte toda esta incertidumbre que me invadió repentinamente?

¡Fácil! Hice lo que cualquier chica con el corazón estrujado haría: pase tres días encerrada en la habitación de mi apartamento, evitando cruzarme con cualquier persona en el mundo. Créanme me hubiese encantado quedarme ahí hecha una bolita mientras consumía carbohidratos y chocolates de una manera monstruosa pero mi compañera de apartamento y mejor amiga de toda la vida, Samantha, no lo permitió y cuanto volvió de sus vacaciones me obligo a salir de la habitación.

Ella entro a nuestro hogar como un remolino, abrió de par en par la puerta que me protegía de los problemas exteriores y me fulmino con la mirada.

–Das asco –dijo con los ojos entrecerrados. – Y apesta horrible, saca el culo de la cama y ventila esta habitación.

No conteste. Ella insistió.

–Traje comida, mucha comida. – Sonrió.

Me levante de la cama disparada como un rayo, abrí las ventanas para que ventilara un poco la habitación porque realmente se sentía todo muy abombado y salí en busca de mas chocolates o pasteles o lo que encontrara.

Ella había dejado las maletas junto al sofá y ya estaba sirviendo las tazas de café. Nuestra sala y cocina eran de un concepto abierto, una isla que utilizábamos de mesa la dividía. El lugar era bastante amplio y para las dos era cómodo, práctico y temporal. Antes de volver a la ciudad nos comunicamos y acordamos que por unos meses era perfecto compartir piso, para ahorrar y establecernos en nuestros empleos sin preocupaciones extras.

Me acerque a la isla y me serví una porción de pastel de chocolate, tome unos cuantos bombones de la caja y le agregue crema y una barra de chocolate a mi taza de café. Samantha me observaba algo asustada.

–¿Tan mal te tiene la vuelta? – preguntó levantando ambas cejas. – Piensa que es como cualquier verano solo que esta vez no te vuelves a ir dentro de un mes.

– No es solo la vuelta... Matt ...– comencé pero ella me interrumpió.

– ¿Matt qué? –preguntó esta vez abriendo demasiado sus ojos.

– Es que tengo tanta mala suerte, es increíble – dije rápidamente como si me lo dijera a mi misma en vez de a ella. – Es amigo de Alex, encima me propuso matrimonio y... y ..

– No, no te creo – contestó riendo al mismo tiempo que negaba con la cabeza. – Estas bromeando porque no llegue a recibirte el primer día, yo sabía que te había molest... espera ¿Qué? ¿Matt te propuso matrimonio?

La mire a los ojos con total seriedad y negué con la cabeza lentamente.

-Alex, idiota, Alex me propuso matrimonio frente a toda la familia y amigos – exclamé. – Y ahora Matt está en la ciudad y es el padrino de mi boda y yo ... ¡YO NO PUEDO PARAR DE TRAGAR CHOCOLATE!

–Yo no entiendo como lo haces. Llegaste hace cuatro días a la ciudad y ya te metiste en problemas – comenzó a dar una monologo, ni siquiera me miraba, hablaba al aire haciendo ademanes. – Ni a los quince años eras tan problemática. Vamos a ir paso por paso, no quiero terminar con angustia oral como tu ¿se vieron?

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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