3. Verdades y Michelle

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-No puedo estar castigada. -le dije a mi padre mientras manejaba hacía la casa de Verónica, que desde ahora en adelante, sería como la nuestra.

-Claro que sí. -no despegó ni un segundo su vista de la calle.

-Dame motivos. -me cruce de brazos. Esto no se quedaría así.

-Estabas con un par de desconocidos, a media noche... ¿quieres más motivos? -preguntó.

-Pero soy Daniel, no me puedes castigar. Porque soy Daniel. Daniel nunca es castigada. Daniel es obediente, Daniel se porta bien... el castigo no le va a Daniel. -estaba segura que por poco me daba un tic en el ojo. No soportaba estar castigada. No era mi estilo, simplemente no lo era.

-Bueno, siempre hay una primera vez. -dijo mientras aparcaba el auto. -Fue muy tonto de tu parte ir a un súper casi a media noche por unos doritos. -me dijo.

-Eran chettos. -lo corregí.

-Chettos, doritos, sabritas...lo que sea. Pero estabas lejos de Verónica. -apagó el coche y retiró las llaves.

Accidentalmente al quitarme el cinturón de seguridad, tumbe la bolsa de papel donde papá había hecho sus compras, de esa bolsa cayeron a los tapetes velas con aroma, chocolates, pétalos de rosas rojas, en fin... cosas "románticas"...pero nadie se esperaba los famosos condones. Repito. CON-DO-NES.

De acuerdo. Mantén la calma... respira, no mires a tu padre a los ojos... no lo mires... quédate callada. No hables... ¡Maldita sea, no hables!

-Daniel... -trataba de sacar una escusa. Bueno, muy bien, quede traumada de por vida gracias a ti padre.

-Dios mío. -tapé mis ojos con mis manos. Aunque de nada serviría, lo vi todo. Hasta el rostro de mi padre. - ¿Entonces ella es la razón por lo cual llegabas siempre tarde a casa? -pregunté enojada quitando mis manos de la cara.

El se quedo callado, mientras un silencio muy incomodo se instalaba dentro del automóvil.

-¡Responde Antony! -grite. Por lo regular siempre lo llamo por su nombre cuando algo no va bien.

-Mira... -dijo recargando una mano sobre el volante. -También tengo derecho a ser feliz.

-¡Por favor! Se que también tienes ese derecho, pero no había necesidad de estar mintiéndonos con tu llegadas tarde, y tampoco que ya no pasaras tanto tiempo en casa-estaba por salir del auto pero me detuvo poniendo seguro a la puerta.

-Escúchame. -sacó una pequeña caja de el bolsillo de su saco. -Tengo todo planeado para una noche perfecta, y no me detendré por que mi hija es demasiado egoísta...-pausó. -¿No estas feliz?-preguntó. Aun no estoy lista para esta conversación.

-¿Piensas pedirle matrimonio? -No iba a llorar. Se que soy fuerte, se que soy muy fuerte. -Dijiste que esperarías a mamá. -dije al borde del llanto.

-Dani... -me nombro con cariño. -A mamá se le acabó el tiempo. -dijo seguro.

-¿A que te refieres? -pregunté confundida, espantando las lagrimas que amenazaban con salir.

-Mamá no volverá. Mamá nos abandonó a los pocos días de que naciste. -dijo casi en un susurro.

-Déjame salir. -no aguante más, estaba llorando. -No quiero escucharte.

-No sabes cuanto trabajo me costó ser madre para los dos. -eso lo sabia de sobra.

-Ella volverá...tu lo prometiste. -dije limpiando el agua que corría por mis mejillas.

-Seamos realistas. Me duele verte así, pero tampoco puedo ocultarte la verdad cuando en realidad no es lo que quieres escuchar. Las mamás no tardan casi 17 años en ir por pañales. Lo lamento. -quitó el seguro de la puerta. -Puedes irte ahora.

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⏰ Última actualización: May 08, 2015 ⏰

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