Un año después de que Crystal haya sido encarcelado, por casualidad vuelve a encontrarse con Moon. Tras una cita con su terapeuta, fue obligado a arreglar poco a poco sus problemas y ataques de ira, y decide pasar más tiempo con él. Claro, solamente...
Por fin había logrado salir de esa pocilga. Perdió millones de dólares cuando los socios que tenían inversiones en su empresa decidieron terminar los contratos, si. Pero eso no era lo peor, lo peor era que tenía que ir a unas estupidas sesiones con un psicólogo para "arreglar" el como era. Aunque no quería, Jerry lo convenció al decir que "si no asistía y no se notaban cambios en él, podría perder por completo su derecho a la libertad". O sea, volver a ese asqueroso lugar.
Que mierda. Mejor no pensaba en eso por ahora. Sólo tenía una cosa en mente, una persona de la cuál no podía olvidarse ni en mil años. Una persona a la cual recordó cada maldito día de su sentencia.
Buster Moon.
Ese koala bueno para nada (o al menos así lo llamaba él), se atrevió a engañarlo. A él, a Jimmy Crystal, el empresario más poderoso en Redshore City, y considerado uno de los mejores en el país.
No, no iba a dejar las cosas así. No dejaría que un don salido de la nada, siga teniendo el éxito que era de él.
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(Pov neutral)
Mientras tanto, por otro lado, Buster estaba en un sueño hecho realidad. Todo había mejorado desde que el primer teatro los llamó para presentar su show, "Fuera de este Mundo" que obviamente, seguía dirigiendo. Claro que toda la banda (que más bien, consideraba una familia) seguía con su rutina habitual. Ahora cada uno tenía su propio dinero a partir de las ganancias de los shows, les gustaba su trabajo.
Y él continuaba escribiendo nuevas obras.
Sentía que después de tantos años de ser un rechazado, y de que lo llamaran de formas tan despreciables, a tener todo lo que tenía ahora, es un sentimiento que no se puede igualar a nada más. Era muy conocido, y claro que del dinero ya no se tenía que preocupar tanto. Las personas lo saludaban con gusto, y decían que sería un orgullo que se presentara en algún teatro en el que estuviera.
Sin embargo, algunos días, a su mente llegaban los recuerdos de aquel día del show en el teatro Crystal.
Él siendo arrojado desde una gran altura.
Y hoy, era uno de esos días.
Sintió escalofríos de repente y colocó su mano en su nuca. Era algo que su cabeza aún no comprendía. ¿Por qué un millonario, con una gran empresa y siendo amado por todos, sería así? Se veía como una buena persona la primera vez que lo vió. Incluso se veía.. atractivo.
Se veía malditamente atractivo, y eso era algo que nadie podía negar. Recordó aquellos intensos ojos azules que desprendían algo de tristeza, y a la vez, se podía notar una alma en soledad. Si, parecía alguien bastante solo, y sobretodo, alguien herido.
Sacudió su cabeza con algo de confusión y vió por la ventana. Ahora que lo pensaba, se hizo de noche muy rápido, o tal vez era que estaba muy distraído. Se levantó de la silla, se puso un abrigo y una bufanda, y después salió de su casa para dar un paseo, pues necesitaba despejarse un poco. Veía con curiosidad a su alrededor, todas esas luces de aquella gran ciudad en la que en un par de días, se presentarían en un nuevo teatro. Era simplemente deslumbrante. Camino un rato hasta que encontró un Café-Bar que parecía tener buenas bebidas.
Con curiosidad, empujó la puerta de la entrada y vió una gran barra de su lado derecho, junto con mesas por casi todo el lugar, y unos sillones en el lado de la ventana. Fue a la caja registradora a pedir un café expresso, pagó y fue a sentarse a uno de los sillones.
Le dió un par de tragos a la bebida y miró por la ventana. Estaba nevando.
De reojo, observó como una silueta alta se sentaba en frente de él, y cuando se dió cuenta de quien era, su piel se erizó.
— Hey Moon, cuanto tiempo, ¿no? — Lo escuchó reír levemente después de aquella línea.
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