Lienzo En Blanco.

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Blanco, todo lo que me rodea es de un color hueco, un estupido lienzo en blanco; mi mirada es vacia, solo observo tontamente la pared frente a mi, aquellas cuerdas que me sostienen... ¿Realmente son necesarias?, el tiempo avanza, pasos lentos y ásperos suenan en el pasillo, ni siquiera me rodean ventanas o algo que me permita respirar... Solo existo mientras me pudro lentamente con el pasar de días, ni siquiera recuerdo como es mi voz, ni mucho menos recuerdo la calidez de un abrazo.

¡Ja!... como si alguna vez lo hubiese experimentado.

En mi mente constantemente resuenan sus venenosas palabras disfrazadas de la más dulce miel -"Eres esa perfección que le faltaba a mi vida",,"Utopía es lo que conseguiré con tu crianza", "Eres el ser que me llevara al paraíso"-

Su tacto siempre se sintió hipócrita, aquellas noches constantes cepillando mi cabello mientras escuchaba un dulce tarareo, hoy parecen una advertencia que nunca vi; Me indicaban que no eran gratis y que el precio a pagar sería excesivo... uno que jamás podría saldar. Lo admito, fui muy ingenua, siempre inocente, a todo momento amable, constantemente... siguiendo cada una de sus palabras, que más bien parecían órdenes disfrazadas de bondad.
Lentamente con ellas se construía un camino, uno amplio, lleno de luz y armonía - ¡pfff!, mentiras totales- al final resultó ser una cuerda floja llena de cuchillas, en donde pese al dolor que sentía al caminar aún seguía avanzando, solo por el temor excesivo a caer al abismo que me esperaba, sabía bien que si lo hacía, no había ninguna mano que me ayudara a salir de ese sitio o hiciera siquiera el intento de evitar que cayera.

-Tic tac-, el tiempo avanza, mis brazos se entumen al estar en la misma posición por horas consecutivas, todo lo que me rodea es acolchado, con la intención de no herirme, de nada sirve esto ya que el dolor que siento no es físico, es algo más allá de lo racional, un dolor que cala hasta mi más mínimo aliento, no respiro, todo se nubla, da igual el lugar en el que caiga, siempre me llena de heridas imposibles de sanar.

Constantemente me pregunto qué es lo que realmente deseo, cuáles son mis sueños, mis expectativas, o anhelos, y siempre llego a la misma conclusión- No lo sé-, jamás tuve la oportunidad de poder averiguarlo, mi vida siempre fue controlada desde pequeña, cada pequeño movimiento, cada gesto, cada palabra que emitía tenía que ser gestionada y planificada con anticipación por mi progenitora, era una especie de muñeca que usaba a su conveniencia, nunca cuestioné nada, pues, ella a final de cuentas era mi propietaria, o al menos así lo veía yo, mucho menos pregunté el porqué de las cosas, no juzgaba ni la forma en la que me vestía, ni tampoco sus regaños constantes por hacer cosas que eran comunes a mi edad, nunca me interpuse en su camino, jamás hablé si no era necesario o se me preguntaba algo, no me movía de lugar si no se me era indicado y siempre seguí sus órdenes, como si fuera una especie de robot o un sirviente perfectamente amaestrado.

En ningún momento refuté las palabras que me decía, y mucho menos analizaba qué tan profundo esas agujas se clavarían en mi piel provocándome daños imposibles de sanar.

Inevitablemente una perfecta sonrisa y carácter docil siempre me caracterizaban, los lazos que me atrapaban siempre fueron resistentes y creía que, asimismo, serían permanentes.

Este absurdo silencio me hace querer romperlo, no soporto recordar tantas cosas. - Maldito sea el momento en el que terminé aquí-, aquellos sucesos que yacían guardados bajo llave hoy eran sacados de ese lugar.

Comencé a recordar como las lagrimas que deslizaban por mi rostro a causa de sus "muestras de amor" dejaron de sentirse amargas con el paso de los años, dejaron de ser perceptibles ante mi ser, mi voz poco a poco la empezaba a olvidar, me percataba que mis dolencias siempre las callé, jamás hubo tiempo alguno en el que tuviera el privilegio de dedicarme a mi, porque yo jamás fui importante, desde siempre lo supe, sabía que para empezar mi existencia no fue deseada, el amor fue algo que nunca existió en mi corto periodo de infancia, jamás hubo una cara alegre que me fuera a recoger a la escuela, nunco hubo alguien que me preguntara qué tal había estado mi día, que era lo que la profesora me había mostrado o que había aprendido en clases, al salir del plantel... yo... simplemente podía percibir los rostros rebosantes de alegría de mis compañeros junto a su familia... y a mi... solo me esperaba mi fiel acompañante... Jhado, con un rostro inexpresivo, con contestaciones banales y sin iniciativa en hacerme sonreír, probablemente en ese entonces se sentía incómodo, pues recién comenzábamos a conocernos.

Recuerdo como torpemente avanzaba por la acera, tranquila, mirando solo al suelo guiada por él, me hacía sentir que no estaba sola, me hacía querer seguir con tan solo su presencia, brindaba leves brisas de calidez en mi congelada vida, sin embargo, al llegar a casa se desvanecía, específicamente con la presencia de aquella mujer, quien solo me dedicaba una mirada de un par de segundos al llegar, evaluaba lo único importante, mi rostro, poco le importaba lo demás, siempre fue superficial, con desdén se dirigía a mi, me indicaba que debía pasar, no sin antes lavarme para no "manchar" lo que sea tocasen mis pequeñas manos.

Maldita mujer de mirada angelical y voz melodiosa.

Todo es una fachada, a ella solo le importaba lo que decían los demás, simplemente me hacia agachar la cabeza aunque eso no fuera mi iniciativa, a todo momento debía mantener la postura, constantemente debía usar ese disfraz de ángel, debía armonizar cualquier ambiente negativo y llenar de luz la oscuridad, a cada instante fue así... y con el tiempo noté que la luz nunca fue de mi agrado, prefería dejarme guiar por esa hermosa oscuridad que me seducía, no quería verme cegada por tanta luz falsa.

Anhelaba perderme en la oscuridad, aprendiendo a ver en ella, yendo por mi propia cuenta, a mi propio ritmo, sin ataduras.

Mi mirada se perdió en algún punto de aquella habitación en blanco, yacía encerrada en ese diminuto espacio, reflexionando día con día la razón de mi situación actual, y siempre llegaba a la misma pregunta sin respuesta.

¿De que me sirvió seguir todas las reglas, órdenes y normas? Si a la mínima desobediencia me dieron la espalda, si algo no salía bien... de todo me culpaban, ni el tono de mi voz podía levantar, si me acoplaba a lo que se me inculcó en el pasado me tachaban de ser vaga, me criticaban por falta de interés y criterio propio, aunque, no me pueden culpar del todo, mi adiestramiento jamás consistió en ser libre, solo sabía andar con cadenas. - Dulce mujer llena de falacias... ¿Alguna vez notaste que mi conducta fue regida por ti?, si caí tan bajo fue tu culpa-.

Nuevamente las lágrimas surgen en mis ojos y resbalan por mis mejillas, ese nudo en la garganta es doloroso; de hecho, todo lo es. En mi interior surgen enormes deseos de romper, odio a aquella chica que fue creada dentro de un molde, detesto excesivamente como tengo que sonreír y ser amable cuando solo me surgen ganas de estropear sus rostros, quiero romperlos, amo el imaginar sus rostros suplicando piedad por el infierno que provoque el ponerlos en mi lugar, de tenerlos desesperados por salir de esta fábrica cruel, de estas 4 paredes que me mantienen cautiva en camisa de fuerza.

Una mano familiar ha tocado mi rostro, se siente extrañamente cálida, a diferencia de como lo recordaba, no me atrevo a alzar la mirada, he de verme patética y soy lo suficientemente vanidosa como para dejar que cualquiera me vea en este estado. - Ya no llores más-, reconocía ese timbre de voz y esas palabras que tenían el don de calmar la marea incesante y destructiva de la cual intentaba escapar. Dudosa levanté mi rostro y justo a mí se encontraba él... Jhado, aprovechó para limpiar mis ridículas lágrimas, estaba estupefacta, no sabía cómo reaccionar, era él, no cabía duda, el paso de los años hace maravillas pero jamás quita tu esencia, podía percibir como sus hermosos ojos me miraban con compasión, gesticulaba palabras que no lograba escuchar con claridad, me desvanecía repentinamente a pesar de que quería escuchar con más claridad aquella voz, estaba segura que me llamaba e invitaba a seguir un camino lleno de oscuridad mística, y sin duda, prefería eso a seguir caminando en la cuerda floja que tanto le temí.

Puedo percibir mi cuerpo entrar en una especie de trance, mis ojos inevitablemente se cierran, siento como unas manos me rodean y de igual forma en mi mente resuena el recuerdo de su promesa. -Vendré cuando sea lo ideal-, Estoy segura que hoy por fin... Jhado va a guiarme.

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Bitch Demon 666Donde viven las historias. Descúbrelo ahora