[Especial Navideño]
16 años juntos. Cuatro hijos, una gran vida y muchos recuerdos, sin embargo, Lim Jaebeom decidió que tuvo suficiente de todo eso... había dejado de amar a Jinyoung, encontrando a alguien más joven y que avivó la pasión extinta e...
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— No me siento bien. Lamento mucho todo esto, pero iré a casa.
— ¿Quieres que te acompañe?
— ¡No! Disfruta tu estancia con Irene. Te adoro Seulgi.
— Lo llevaré a casa. Vamos, Jinyoung.
— Gracias, Jisung hyung, sin embargo, no es necesario y lo sabes.
— ¿Estás completamente seguro? Puedo ir contigo, cariño. Jackson puede cuidar a los niños.
— ¡No! Chicos, por favor, soy adulto y cuidaré de mí. El estrés, los cambios y otras cosas me han destrozado, pero no es nada que un buen descanso pueda mitigar.
— Te amo, Jinnie. Cuídalo, Jisung hyung.
— Lo haré.
Estaba siendo un jodido idiota, pues debió destrozar las pelotas de Lim de una patada y, sin embargo, una tonta mentira fue gestada con el único propósito de ir a follar con el pelinegro. Porque ambos no tenían suficiente del otro y, para ese momento, ni siquiera Jinyoung pudo mantener las manos alejadas del hombre. — Vamos a casa. Mi amor, por favor— Recordó la forma en la que le habló para luego chupar y morder la concha de la oreja de Park.
Excitación, deseo, lujuria y anhelo se agolparon en la dolorosa erección de Jin, llevándolo a configurar una descarada excusa.
Era un hijo de puta maldito. Aquel hombre había sido lo suficientemente bueno como para ganarse su corazón, pero él poseía un tornado en la mente llamado Jaebeom y que logró arrasar cualquier atisbo de lucidez. Fue malo, retorcido y enfermo, sin embargo, ninguno renunció a la pasión desenfrenada.
Un beso rápido de Jae y la humedad lo recorrió entre las mejillas, mojando el pantalón, y desatando una pasión desenfrenada.
"Quiero ver hasta donde soportarás que mi polla apuñale tu dulce garganta. Te alimentaré con mi semilla, bebé, lo prometo".
Cachondo y un pervertido total, así se comportó Park alrededor de Lim. El fuego de la pasión estaba consumiendo cada uno de sus sentidos, la desesperación bordeando en él, anhelando cruzar las puertas de casa.
Durante todo el trayecto de regreso mordió furiosamente su labio inferior; las imágenes en la cabeza se reprodujeron una y otra vez, el fogoso momento en el baño del bar ahogado en gemidos— Una puta de pollas. En eso me he transformado ¡Mierda! — Caviló para sí mismo.
