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Odio todo de ti
Odio tanto todo tu ser
¡Te odio!
¡Por más que lo intente no soy capaz de odiarte tanto como yo quisiera!
¡Me vuelves loco!
•Tu actitud confiada
•Tus orejas
•Tus ojos
•Tu sonrisa
•Tu personalidad
•Tu voz
•Tu ri...
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Era un simple día Un solo día. Un Día feliz para unos. Un día lamentablemente para otros. Un día para ganar. Un día para perder. O incluso un día donde no tuvieras nada que perder o ganar.
Ahí se encontraba un ratón en su hogar, era un roedor negro, que llevaba guantes blancos, shorts rojos, y zapatos amarillos algo grandes para el ratón de nombre "Mickey Mouse"
No tenía nada mejor que hacer últimamente en esos días, todo era tan monótono y aburrido para nuestro querido roedor de guantes blancos, se encontraba leyendo por millonésima vez su libro favorito "Alicia en el país de las maravillas" por ahora ese libro era lo único interesante que había en sus días.
Hasta que escucho aquella puerta del jardín ser golpeada, dejo su libro a un lado y fue a abrir la puerta, grande fue su sorpresa al ver qué nadie, absolutamente nadie, probablemente ni siquiera un alma estaba ahí, miro a los lados, arriba y abajo buscando a alguien, nada, pero al dirigir su mirada hacía abajo, encontró una carta:
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Para: Mickey Mouse
De: anónimo
Simplemente hagarre una hoja y empecé a escribir, no puedo creer que el aburrimiento me haga hacer este tipo de cosas. Lo odio. Odio todo. Te odio a ti. ¿Cómo es posible que el destino que odie tanto como para verte todos los días? ¿Sabiendo que no puedo ignorar tu presencia? Tu sola presencia que me hace sentir una sensación tan... Repugnante.
La sensación de por alguna razón querer escuchar todas las palabras que salen de tu boca, la sensación de mirarte a los ojos y perderme en ellos, la sensación de querer protegerte, la sensación tan repugnante y calida que siento cada vez que me sonríes... ¡Dios! ¡Te odio tanto!
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Mickey no sabía ciertamente cuál era la interpretación de aquella carta, a simple vista parecían de odio, pero contenía frases... Que Mickey podía sentir claramente que esas no estaban dirigidas con odio, pero de igual forma, eras bastante confuso, y más, ¿Quién era aquel anónimo?
Mickey entró a su casa con la carta aún con sus dudas, lo que el ratón no sabía es que aquellas cartas misteriosas apenas empezaban.
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