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Capítulo 8

–¿Por qué lloras preciosa? –pregunté preocupado al verla de esa manera y cerré la puerta para que nadie nos viera y escuchara–

–Me engañó Z-Zayn, d-debí creerle a L-Liam –dijo con la voz quebrada– los encontré en el baño del gimnasio teniendo relaciones... lo peor de todo es que Stephanie me dijo que hace tres meses tienen esos encuentros... me engaña desde que empezamos a salir Zayn –llora desconsoladamente y me abraza escondiendo su cabeza en mi cuello–

–Ven aquí preciosa –le correspondo el abrazo y acaricio suavemente su espalda para calmar su llanto, verla de esa manera me partía el corazón y me daban ganas de querer golpear a Cameron–

–El me lo negó Z-Zayn, estando desnudo me lo negó, luego yo le grité diciendo que no me mienta y e-el me pegó y me dijo z-zorra –dijo llorando desconsoladamente. Agarré suavemente su rostro y vi que tenía la mejilla roja y se la acaricié levemente provocando un quejido de dolor de su parte–

–¿Te duele mucho? –pregunté aunque ya sabía la respuesta–

–S-sí

–Que poco hombre –dije muy enojado– juro que me vengaré de él por haberle hecho eso a una hermosa mujer como tu –estaba tan enojado que podía sentir como las venas sobresalían de mi cuello–

–Tranquilo Zayn, n-no te pongas así, n-no lo v-vale –notó las venas de mi cuello, las acarició suavemente y eso bastó para calmarme y que vuelvan a estar como antes–

–De todos modos esto no va a quedar así, me voy a vengar de ese maldito idiota –dije enojado mientras la abrazaba nuevamente–

–G-gracias por consolarme y estar conmigo Zayn –sollozó, me separé del abrazo, la cargué y la senté en el escritorio y ella abrió las piernas para que me ubicara entre medio de estas–

–Siempre voy a estar contigo preciosa –susurré mientras acariciaba suavemente su mejilla roja y limpiaba las lágrimas que caían de su rostro–

–Yo también siempre voy a estar contigo Zayn –susurró–

–Vamos a hacer que se vaya el dolor de la mejilla –me acerqué a su rostro y deposité pequeños besos en su mejilla, sonreí ampliamente al ver que cerró los ojos ante mi tacto– ¿sigue el dolor? –susurré y cerré los ojos al ver que negó con la cabeza y me acerqué aún más a su rostro hasta sentir el roce de nuestros labios– ¿Sería una locura admitir que enamoraste locamente a tu profesor? –susurré sobre sus labios y pude sentir su sonrisa a pesar de tener los ojos cerrados–

–¿Sería una locura admitir que enamoraste locamente a tu alumna? –imitó mis palabras y rió tímidamente–

–No sabes lo feliz que me hace escuchar esto, esperé mucho tiempo este momento –susurré sobre sus labios, acorté la distancia que había entre nosotros y la besé. Este era nuestro segundo beso y para ser sinceros era tan perfecto como el anterior. Llevé mis manos a su cintura y ella a mi cuello–

–A mi también me hace feliz Zaynie –dijo entre medio del beso, sonreí ampliamente al escuchar el nuevo apodo que me había puesto y profundicé más el beso metiendo mi lengua en su boca mientras acariciaba suavemente su abdomen marcado ya que el buz...

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–A mi también me hace feliz Zaynie –dijo entre medio del beso, sonreí ampliamente al escuchar el nuevo apodo que me había puesto y profundicé más el beso metiendo mi lengua en su boca mientras acariciaba suavemente su abdomen marcado ya que el buzo que tenía puesto lo dejaba a la vista–

–Ahh –gimió suavemente lo que me hizo sonreír aún mucho más– l-lo siento –cortó el beso y se tapó la cara con sus manos–

–No pasa nada preciosa, no te avergüences –reí levemente ya que me causó ternura su reacción–

–Callate que no fuiste tu el que pasó vergüenza –dijo apenada mientras seguía con su cara tapada–

–Admito que yo también tenía ganas de gemir pero me aguanté –confesé–

–Zaaaaayn –alargó mi nombre con más vergüenza aún–

–Bueno nena estoy siendo sincero –reí levemente–

–Lo sé –dijo con ternura mientras sacaba las manos de su cara– gracias por estar conmigo en este momento Zayn

–No me agradezcas, haría cualquier cosa por ti –dije sincero– bueno volvamos a clases porque en cualquier momento entra alguien y nos descubre –reí y la agarré de la cintura para bajarla del escritorio–

–¿Nos vemos a la salida? –preguntó pícaramente a lo que no pude evitar sonreír–

–Desde luego que si –le di un beso corto en los labios, salimos de la habitación del conserje y cada uno se fue por su lado–

Mi Nuevo ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora