Esto ha sido un infierno. Lala me ha estado mortificando mucho más de lo normal tras los sucesos de hace dos horas. Hasta me llegó a lanzar una cáscara de plátano en la cabeza. Aún no entiendo como el profesor Mendoza pudo pensar que trataba de hacerle una broma de mal gusto con la cáscara encima. Gracias al cielo llegó la hora del refrigerio y pude tener un momento de tranquilidad comiendo mi puré con asado. No obstante, antes de disfrutar de la deliciosa comida de mi mami el profesor Sellert me mandó a llamar, la verdad ya me esperaba lo que me iba a decir. "¿Acaso estás demente? Sabes que eres becada, sabes que no puedes arriesgar nota de esa manera." "Disculpe profesor. Realmente no sé qué me pasó. Me había preparado y todo pero terminé así. Por favor, deme otra oportunidad." Estaba temblando, y ni estaba haciendo una exposición como para ponerme así. Si el profesor no me daba un nuevo examen, era el fin para mí. "Señorita Oleo. Desgraciadamente las normas del colegio me prohíben tal atribución. Reconozco que es lo suficientemente buena en la materia para entregarle tal mérito y poder dar el examen de nuevo, por contrario también le ha faltado el respeto a su profesor por descansar en pleno examen. Le he mandado a llamar porque su examen queda anulado, y por ende estará fuera del colegio en las próximas 24 horas." Quería estallar en llanto, quería desaparecer. Por qué. Por qué estas cosas me pasan a mí. No puedo contenerme, espero me tenga más compasión si le cuento lo del laboratorio. Estaba a punto de hablar cuando sentí una bola de papel tocar mi espalda que me terminó interrumpiendo. "Don Sellert, disculpe la interrupción." Era Lala. "Señora Dany, estoy en una conversación privada." "Lo sé, lo sé. Pero creo que mi compañera está siendo mortificada por una mala broma mía." ¿Qué? No lo entendía. "Verá, yo conozco profundamente al min-, digo, a Brush, y sé que es anémica. Le jugué una broma y le quité su cereal que le da las cosas suficientes para que no se desmaye en el día." Uhh.. No soy anémica, y menos me conoces. "¿A eso le llamas una broma, señora Dany? Me veo decepcionado ante su conducta, por ende quedará sancionada por una semana... Aunque, debo decir que su actitud presente es de admirar, así que le restaré tres días de sanción. Por otro lado, señorita Oleo. Por las nuevas circunstancias, creo que ha sido una víctima y es merecedora de una nueva oportunidad. La espero pasado mañana en el receso del medio día para tomar su examen." Quedé desconcertada. ¿Por qué Lala hizo eso? Bueno, para salvarse el pellejo supongo. Pero de paso me salvó de perder la beca. Estabámos retirandonos ambas del salón cuando Lala me quiso decir algo. "No creas que así porque sí te salvé. No podría atormentarte si estas fuera del colegio. Eres mi favorita de molestar." "Tú tampoco creas que no sé tus intenciones. Sabías que abriría la boca así que te salvaste de una sanción mayor." "Oh, cariño. No sabías la emoción que me dio cuando me sancionaron por una semana, pero se me rebajó todo cuando me quitaron tres días. Imagínate todo el LoL que pude haber jugado." Terminó golpeándome la espalda, hacerme caer y salir riéndose. ʲᶦʲᶦʲᵃʲᵃ
Me senté junto a Arita y conversamos un rato. "Oye, ¿qué rayos te pasó? Te dormiste apenas te sentaste para el examen.", me interrogó Arita. "No tengo idea. Solo pasó. ¿Nadie intentó despertarme?" "Qué te habrás tragado del laboratorio. Sellert nos dio la orden de que nadie te despierte, que si estabas durmiendo es porque lo necesitabas." Eso no tiene nada de sentido, aparte me hubiera ahorrado la experiencia de ese sueño horrible. "No me tragué nada del laboratorio, ¿qué me crees? Pasó otra cosa...", le dije con un tono bajo. "Verás, lo que realmente sucedió fue que-", trataba de explicarle a Arita cuando alguien intervino. "Oye, cucaracha, la tipa Molares nos está llamando al laboratorio. Creo que algo dejamos después de nuestro amistoso encuentro." "Oh, creo que me puedo imaginar lo que sucedió.", me dijo Arita preocupada. "Me tengo que ir. Cuida mi asado, y con cuidar me refiero a que no te lo comas." "¿Me pueden explicar cómo rayos esta probeta terminó rota? ¿Y ni siquiera se dignan a avisarme?", nos regañaba la profesora Molares. "Ninguna de nosotras hizo nada, miss. Alguien más la debió de haber roto.", Lala se justificó. "Las últimas personas en estar dentro fueron ustedes. Por suerte tenemos cámaras de seguridad que captan cada segundo que pasa en el laboratorio.", la Miss Molares nos dijo de forma jocosa, como si quisiera que revelemos algo. Ambas nos quedamos con los pelos de punta, lo pude notar pues Lala hizo un sonido de sorpresa. "Profesora", abrí mi boca, "Disculpe. Le contaré lo que pasó." Lala me miró de reojo, con sus cejas demostrando temor. "Mientras limpiaba los materiales se me resbaló la probeta y quebró. Pensé que pasaría por alto pero parece que no." "Ah, con que cubriendo las cosas. Brush, pagarás y reemplazarás la probeta que rompiste. Espero que mañana la encargada del laboratorio me informe de ello." La profesora Morales se retiró, dejándonos solas. "Y ahora, ¿qué es esto? ¿Ojo por ojo?", me preguntaba Lala con curiosidad. No sabía qué decir, pues tampoco sabía por qué lo hice. "Pensaba que si tú me ayudaste pues tenía que devolverte el favor." "Sí, pero supongo que te pusiste a pensar en quién te metió en ese problema. No tenías por qué hacerlo." Lala se acercaba cada vez más a mí. "De hecho no lo había pensado. Quizás debería correr y contarle todo a la profesora Molares. Ah, y por qué no también al profesor Sellert. No dudo que te alargará tu sanción." Traté de asustarla con esa amenaza, pero seguía acercándose a mí, cada más cerca de la pared. "¿Recuerdas esta situación? Claro, como no la vas a recordar." Ella tenía razón. En el laboratorio, contra la pared. "Hey, hey. Esta vez no te hice nada. Por favor, no me hagas daño." Su rostro se acercaba más al mío, sus manos fueron mi cárcel que no me dejaron escapar. "Entonces, dime. Recuérdame. ¿Qué te dije la anterior vez?" Su cara estaba tan cerca, podía observar claramente los detalles de sus iris, las marcas de sus labios. "Me dijiste que no eras gay. Así todo entrecortado. Igualito." Sus manos pasaron de encarcelarme a abrazar mis hombros. "Entonces, si no eres, demuéstramelo." Nuestros rostros no podían estar más juntos, sus ojos comían mi ser. Cerré mis ojos y-
"Sabía que tú si eras. Qué ingenua que eres pensando que algo pasaría." Sentí su cuerpo alejarse del mío, un frío intenso apagó el calor de mi alma. "Mira, hasta estas toda sonrojada. Debería darte vergüenza ser tan fácil." Oí sus pasos alejarse mientras se burlaba. Estaba destrozada. No quise abrir los ojos, quería que este momento se mantenga. "¿Por qué me está sucediendo esto?" Me dije a mí misma. "¿A quién le hablas? Ya va a acabar el recreo." Si no fuera por Arita me hubiera quedado tirada en el laboratorio, lamentándome. En cambio, ahora me lamentaré en plena clase de Español, por suerte el último bloque del día. No me pude concentrar en lo absoluto en lo que decía el profesor Santana. Tenía la mirada perdida todo el tiempo, los párpados se cerraban cada dos por tres. "Arita, no puedo. Tengo que ir al baño a lavarme la cara." "Te veo mal. ¿No será que andas enamorada?" Mire a Arita con una mirada... Se quedó pálida. Ni tiene sentido lo que dijo. Le pedí permiso al profesor para ir, y cuando ya había salido del aula escuché algo vagamente. "Profesor, a mi también me vino la inspiración."