Capítulo 2

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¿Entonces los príncipes terminan siendo sapos?




Adoro la casa de mis padres, pero mentiría si dijese que no extrañaba mi departamento ni a Roma.

Vale, que las vacaciones en definitiva cumplieron su cometido, pero me siento bastante fuera de mi elemento ¿Qué puedo decir? Soy adicta al trabajo en todo el sentido de la palabra, pero, vamos, podría decirse que soy algo afortunada, me pagan básicamente por viajar por el mundo.

¿Cuándo empezó todo esto? Inicio con Domenico Leone, un estudiante de fotografía de veintidós años, tratando de realizar su tesis de grado sobre la belleza multiétnica en Palermo, es ahí donde conoce a Gela una chica de veinte años y cursando apenas su segundo año de leyes en la universidad, dos mundos distintos que por las vueltas de la vida terminan más que revueltos y de ese hermoso revoltijo salí yo. Una niña de cabello rubio y rizado con los ojos oscuros como los de su padre y un cerebro lleno de preguntas esperando ser respondidas.

Y veintidós años después, estamos aquí, en un lindo y acogedor departamento en la capital italiana, lugar que, por cierto, he llenado con recuerdos de lugares que he logrado conocer gracias a mi trabajo, volviéndolo mi hogar. Soy Guía Acompañante, eso aparte de ser tripulante de cabina desde los diecisiete años, como dije, adicta al trabajo.

Mi padre solía decirme que sufría de algo llamado independencia precoz, que era, básicamente, el deseo tan fuerte de empezar a hacer las cosas por mí misma antes de tiempo y que se dio cuenta de ello cuando, un día, al tener dos años y medio me vio bajar de una silla súper alta en la que me daban de comer solo para tomar mi biberón que estaba al otro lado del salón.

Tomo una fuerte inspiración mientras cierro la puerta detrás de mí y dejo la maleta a un lado, entonces salgo corriendo hacia mi fantástico sofá de dos plazas verde chillón y me lanzo en el mientras de restriego cual gato, Dios cuanto amo este sofá.

A ver, ya sé que estoy un poco obsesionada con el color verde pero la gente no lo sabe apreciar como se merece, ¿vale? Aunque en mi defensa, este sofá estaba en rebaja en una tienda muy sofisticada de inmuebles para el hogar y cuando lo vi, siento que él se enamoró de mi tanto como yo de él.

Enciendo la tele, y ya acomodada en el sillón y por acomodada adecuadamente hablo de tener mis largas piernas estiradas en el espaldar, mi espalda en el asiento y la cabeza casi en el suelo. Perfectamente cómoda.

Estoy cambiando de canales hasta encontrar algo bueno cuando siento una vibración en el trasero, luego recuerdo que hay un aparato que en el trabajo suelo usar mucho pero que en estas prolongadas vacaciones no logre utilizar ni 5 veces. Veo el nombre en la pantalla de bloqueo.

Dantito

Alzo la ceja. –¿Hola?

¡IVONNE, TIENES QUE VENIR JUSTO AHORA! – Tengo que separar el teléfono de mi oreja en cuanto escucho la voz de mi amigo, porque es eso o perder el tímpano.

–¿Dante, que...?

Valentino no está de humor y esos quince de días que tomaste no le cayeron muy bien, amiga. – Respira pesadamente entre palabras y su voz, que es usualmente suave para ser un hombre, es grave y se escucha bastante alterado.

–¿Me tienen un rastreador implantado en el cerebro o algo así?, porque no hace ni cinco minutos que llegue a Roma, demonios. – Me enderezo en el sofá.

Yo le dije que regresabas hoy. –Estoy a punto de indignarme cuando sigue hablando. –Y antes de que me eches la bronca, no puedes culparme ¿Ok? Soy un blanco fácil y no funciono bajo presión. – Tengo que reírme puesto que solo puedo imaginármelo abanicándose mientras bebe agua de flor de Jamaica.

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⏰ Última actualización: Feb 28, 2022 ⏰

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Al Final del Viaje (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora