22 de enero del 2019
NicoCada mañana me despertaba con los buenos días de mi madre. Esta mañana lo hacía de forma diferente, lo que llegaba a mis oídos era el pitido agudo del aparato que medía las pulsaciones de mi cuerpo.
Mi instinto me pide abrir los ojos, pero mi cuerpo no responde, me encuentro tumbado en una cama, lo sé, siento varias agujas atravesando mi piel y un respirador en mi rostro permitiéndome respirar.
Dicen que el dolor más grande que existe es ser quemado vivo, no sé cómo se siente eso, la verdad no quiero saberlo. En mi caso el dolor físico más intenso fue el de esa noche en que mi cuerpo se impactó contra un coche. Aún me sentía muy adolorido.
Agujas, respirador, choque, deduzco que me encontraba en el hospital. No sé cuánto tiempo ha pasado, creo que he estado dormido por unas muy largas horas.
Con un último esfuerzo logro abrir mis ojos poco a poco. Lo que veo es borroso, muy borroso. Finalmente cuando los abro por completo le doy un vistazo a la habitación. En efecto, era un hospital, habían varios tubos a mi alrededor, una gran ventana con vista a la ciudad y un sofá con una almohada en la esquina, al parecer alguien pasó la noche ahí.
Tras pocos minutos de haber despertado, alguien abre la puerta de la habitación. Allí se encuentra una mujer de cabello rubio corto, su cara me es más que conocida, mamá.
-¡Mi niño! ¡Has despertado!- es evidente la alegría en su rostro mientras se acerca a mí.
-Ma-ma- balbuceo un poco tratando de hablar.
- Shhhh no digas nada, mamá está aquí- su mano toma mi rostro, de tan solo tocarme suavemente siento dolor - Tuviste un accidente, has estado en coma desde hace dos días.
¿Dos días? Juraba que habían pasado un par de horas.
Hago un esfuerzo para levantarme pero mi madre me detiene.
- Quieto ahí Nicolás, no hagas ningún movimiento, te puedes lastimar.
De veras me dolía cada movimiento que hacía, así fuera un pestañeazo.
- Pero bueno, el joven Nico ya ha despertado, menudo susto nos diste. -un hombre de cabello rubio canoso y una bata blanca entra por la puerta, además de ser el doctor era mi tío.
Lo miro pasar a la habitación, le doy una sonrisa de lado al verlo.
- ¿Tony, cuando puede volver a casa? -mi madre le pregunta sin soltarme de la mano.
- Debemos ver su estado primero, el golpe fue muy fuerte pero no afectó gravemente ninguna parte. Ahora que despertaste debes estar unos días en observación Nico, luego te daremos el alta y volverás a casa.
- A-agua. -hago un intento de habla.
- Toma tesoro -mi madre saca una botella de agua de su bolso y la pone en mi boca para que pueda tomar.
Por lo visto pasaré unos días más en el hospital, mi lugar nada favorito del mundo.
Después de un rato me encuentro solo en la habitación, me trajeron algo de comida y mamá fue a casa a descansar un rato, ha sido mi guardiana estos días. Mientras veo la nieve caer por el enorme ventanal trato de retroceder el tiempo al momento del accidente, es poco lo que recuerdo, sin embargo algo que no se me olvida, es la imagen de una figura femenina muy borrosa, solo recuerdo con claridad ver aquel cabello negro azabache resaltándose entre tanta nieve blanca.
Un toque en la puerta me hace escapar de mis pensamientos.
- Nico, tienes visita - mi tío el doctor asoma la cabeza para luego dejar pasar a alguien a la habitación.
— Hola. ¿Puedo pasar?
Una chica de baja estatura se asomaba por la puerta, el aroma de un perfume de rosas llega hasta mi naríz a pesar de la distancia a la que aún se encontraba. Traía puesto un vestido azul muy oscuro. El detalle que más la hacía resaltar era su cabello negro intenso.
Pongo una cara de confunsión al verla y no tener idea de quién sea.
—Soy Victoria —su voz es sutil, mantiene la cabeza un poco baja mientras me habla, parece apenada— Lamento tanto lo ocurrido, por un segundo perdí el control del auto y no me dió tiempo frenar...
—¿Con que tú fuiste la causante de que esté así? -hablo en un tono bajo bromeando con la chica.
— De verdad lo siento demasiado, te estuve visitando durante estos días, fui yo quien te dejó esa cesta con dulces. -me giro un poco para ver la cesta de la que hablaba a una esquina de la habitación- Cada vez que regresaba de la escuela pasaba por aquí.
Al mencionar la palabra escuela noto varios libros y libretas en su mano, además de traer una mochila en la espalda.
— Fue un accidente no tuviste la culpa.
Ella se acerca más a mí.
— En cuánto me enteré que despertaste sentí un alivio tremendo, no te puedes imaginar, de hecho estaba apunto de entrar a un examen y el doctor me avisó. —su forma de habla es veloz, apenas me da tiempo procesar cada palabra— Ay perdón, que idiotez la mía, no te he preguntado cómo te encuentras.—sonrío ante su reacción.
— Estoy bien ahora gracias por preguntar.
— Solo vine de pasada, espero que pronto regreses a casa.
— También lo espero, extraño mucho los jugos de pepino de mi madre.
La chica muestra una amplia sonrisa, dejando ver los marcados hoyuelos en su rostro.
— ¿Pepino? Mejor no pregunto a qué sabe. Por cierto casi lo olvido, te traje un trozo de un pastel que hice —la chica abre su mochila para sacar una cajita con un trozo de pastel dentro— Es mi especialidad, una tarta de piña y chocolate, la llamo "La Piñalate".
— ¿Piña y chocolate? Mmm, mejor no pregunto a qué sabe —digo con tono de broma repitiendo lo que ella había dicho antes, eso la hace soltar una graciosa risa que luego me hace reír también.
Antes de que fuera a hablar otra vez miro por unos segundos directo a sus ojos, no eran ni azules ni verdes, eran de ese color intermedio, no estoy seguro, pero sin duda estaban preciosos.
— Ya debo irme mi padre me está esperando en el coche.
Su cuerpo se aleja poco a poco de la cama en la que me encuentro acostado.
— Gracias por la visita, Victoria. —la despido con la mano en la que no traigo un yeso puesto.
— Tori, me puedes llamar Tori.— camina de espaldas hacia la puerta provocando que chocara con el marco de ésta, ella reacciona al ver su torpeza.
Me regala una última mirada antes de salir de la habitación.
Mis ojos luego miran directo a lo que tengo en mis manos.
¿Pastel de piña y chocolate? ¿"Piñalate" en serio?
¿A quién en su sano juicio se le ocurre mezclar el delicioso chocolate con la simple piña?
Ya creo que ha sido suficiente con agregarle piña a la pizza.
A pesar de todo, no puedo juzgar este dulce gesto que tuvo conmigo. Tomo un trozo con la cuchara y lo miro un poco antes de comerlo.
Mucho gusto "Piñalate", mucho gusto Tori.
———————————
Holaaaaaa
¿Piñalate? Jajaja, algún día debo probar eso.
Bienvenidos al mundo de Nicolás Montero. Este chico sin duda tiene mucho que probar durante toda esta historia.
¿Qué tal les ha parecido Tori? Yo en lo personal siento que llegaré a querer muchísimo a este personaje.
No te quedes con las ganas de ver como se desarrolla esta historia. Ve corriendo a leer el segundo capítulo.
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Cuando Vuelva A Soñar Contigo
Teen FictionTras sufrir un accidente, la vida de Nico se transforma en una historia llena de sumas y restas. Personas llegan y se van, otras, siempre estuvieron ahí. El protagonista de mi historia es Nicolás Montero, sin embargo, él ya tiene su propia historia...