𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 2: 𝐍𝐨, 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐝𝐞 𝐚𝐪𝐮𝐢́.

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El de pelo negro saca una pequeña pinza que recogía su cabello apuntando a la cerradura.

- ¿Puedes sostener esto por mí? - mirando así a sus ojos, le entrega el lienzo y sigue con su propósito.

Algo tan básico se veía tan extraordinario. Chan sostuvo el lienzo con sus dos manos, impaciente a que aquel muchacho abriera la puerta.

- ¿Estás seguro de lo que estás haciendo? hay un cerrajero cerca, no te hagas problema.

- ¿Es tan difícil hacer silencio? sigue mirando y espera - dice con convicción, con una leve sonrisa al haber hecho lo que tenía que hacer - ¿Sigues dudando? - pregunta con arrogancia.

Chan pretendía que eso no fue sorprendente. Entro a su tienda y sin darse cuenta seguía con el lienzo del joven bajo el brazo. El chico más alto, caminando con sus manos hacia atrás sigue sus pasos.

- ¿Ese lienzo te pertenece? - dice con una sonrisa misteriosa.

- ¡Ah! ¡me asustaste! - sin dudarlo rápidamente le devuelve la pintura.

- Permiso - deja el lienzo sobre una mesa y camina mirando la estructura del lugar, había mucha historia tras esas paredes.

- Entonces si es educado... - murmura.

Mientras el joven hacia lo suyo atentamente, Chan, no podía quitarle la mirada de encima. Hasta que decidió mirar a la mesa, no le había prestado atención a la pintura antes. Y ahí estaba, su playa querida. ¿Esa pintura era suya? ¿Cómo lo hacía con tanta destreza? ¿Tal vez era su profesión? un color tras otro solo demandaba arte y encanto. Decidió prender el horno, si el joven estaba dentro es porque era un comprador y no una distracción.

"En honor a Hyuno Bang creador y fundador de Buoni Sapori Bang en el año 1780, por implementar su amor e ingenio a cada receta, elaborando así excelentes preparaciones que hoy seguirían vivas en la cocina. Por empezar con un sueño y un pequeño proyecto que hoy seria reconocido como el resultado del esfuerzo". - Leía el joven en un cuadro enmarcado, viendo junto a él una foto como muchas más que estimaba el lugar.

- Era mi tatarabuelo, él comenzó con esto. Era tan joven que nadie creía en él. Si ves un poco más los cuadros de la izquierda, le damos el reconcomiendo a los Italianos que llegaron al pueblo en esa época, dejando así valiosas recetas que ayudarían a mi tatarabuelo comenzar con este sueño - dice Chan, orgulloso y conmovido. Le encantaba contar su historia familiar.

- ¿Hizo buenos amigos, no? sé que muchas familias italianas vinieron aquí por trabajo, su cultura fue inspiradora para algunos - comenta mientras mira las fotos.

- Ya veo, leíste sobre el tema - aclama el de ojos azules mientras saca la masa de un recipiente que dejo descasar durante la noche.

- Es algo básico - dice mientras se acerca a la mesa de trabajo del rubio - entonces ¿tienes pan recién horneado todos los días? excelente, eso es calidad.

- Disculpa pero ¿vas a llevar algo? es que todavía no has pedido nada.

- ¿Cómo se llama el pan que vas a hornear ahora?

- Ciabatta, fue el primero que aprendí en la industria panadera. ¿Esperaras por él? - pregunta el rubio mientras deja lista una docena en el horno.

- Llevare dos, huele bien aquí. Esperare en aquella mesa. Por cierto, no, no soy de aquí - reconoce el joven mientras se dirige a una de las mesas de madera.

Habiendo pasado ya casi veinte minutos, Chan saca su primera asadera de pan lista. El aroma en la tienda era el mismo de cada mañana, eso satisfacía a Chan. Amaba lo que hacía. Debía decirle al muchacho, pero ni siquiera sabía su nombre. Tal vez no lo volvería a ver, de todas formas quiso saber su nombre.

- Se acercó un poco tímido hasta donde estaba el joven, junto con él una pequeña bolsa de papel con dos panes adentro - ¿Cómo debería decirte?

- ¿Te importa más mi nombre que un cliente que se va sin pagar? - sostiene la bolsa. Uh, tienes talento. Esas manos tienen lo suyo.

- No como las tuyas, tienes una gran habilidad para pintar pero... ¿me explicas lo que acabas de decir? - pregunta el rubio, confundido y un poco asustado.

- No tengo dinero. Estoy en busca de empleo. No soy tan descarado como crees por este inconveniente. Toma - agarra la pintura intentando dársela. - Incluso si este lugar es clásico, no le vendría mal un poco de color en él. Te pagare con esto, y en cuanto tenga trabajo te daré el dinero que le corresponde a este maravilloso pan.

Chan no entendía lo que estaba pasando, incidentes así no ocurrían en el pueblo. La gente era educada y comprometida. ¿Qué debía hacer? de todas formas, este chico llamaba su atención. Tan solo tomo la pintura sin pensarlo. Además, le gusto desde la primera vez que la vio, se trataba de la playa, de su lugar favorito después de la panadería.

- Veo que aceptaste. Iba a venderla y tal vez así no estaría en esta situación ahora, ¿pero un regalo suena mucho mejor, no? - exclama el joven mientras se levanta de la mesa - ¿Huele a quemado?

- ¡El pan! ¡como lo olvide! - dice Chan mientras corre hasta el horno para que el pan no se haga llamas.

La última vez que se le quemo el pan fue cuando era niño, ¿qué estaba pasando ahora? de todas formas, no era grave. Mientras apagaba el horno para sacar el pan sin que ocurra ningún accidente, pensó en que debía agradecerle a aquel chico. Cuando termino, se acercó hasta la entrada de la tienda, pero el chico ya no estaba. ¿Por qué insistía entonces? corrió hasta afuera, esperando verlo. Y ahí estaba, caminando hacia el frente.

- ¡Espera! ¡oye! - grita chan corriendo hacia él - Olvide agradecerte, por lo de la puerta, con eso ya no me debes nada.

- Entonces devuélveme la pintura - Exige el chico.

- ¿Qué? - se pregunta el chico confundido. Bien, iré a buscarla espera - dice queriendo volver a la tienda.

- Oye, oye espera - dice riéndose. - Estoy bromeando. Estamos a mano, yo te ayudo, y luego te pago con mi obra de arte. Democráticamente es injusto, pero estamos a mano.

- ¿No te gusto el pan, fue eso? no estaba quemado, no podrías pedir el libro de quejas ¿cómo puedo agradecerte entonces? - el chico rubio, inconscientemente era algo inocente.

- Mi nombre es Hyunjin. Familia Hwang. Si necesitas algo, llámame. No vaya a ser que te olvides las llaves de nuevo. Si quieres otra pintura, dime. Agradéceme contándome un poco más sobre tu historia familiar, es interesante. - Guiña el astuto.

Hyunjin parecía una persona atractiva, y aunque parezca ilógico, también parecía confiable. ¿Debería hacerle caso? sin darse cuenta, la tienda estaba sola. Por lo que respondió rápido antes de marcharse.

- ¡Y cómo te encuentro!

- Este pueblo es pequeño, no tardaras en encontrarme. Ahora ve a tu tienda antes de que parezcas un mal comerciante.

Chan solo vio cómo su imagen se iba. Esto que le acababa de pasar era algo tan nuevo para él, que una parte suya guardaba alegría. Con una sonrisa, volvió a la tienda. Vio entrar una mujer a lo lejos, no tuvo opción que correr.

𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora