𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 3: ¡𝐇𝐞𝐲! ¡𝐌𝐢𝐧𝐡𝐨-𝐚𝐡!

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Llego agotado, dio un leve suspiro antes de entrar y de inmediato noto que aquella mujer era su madre. El nombre de la tienda también le pertenecía a ella ¿pero que la hizo venir hasta aquí? no lo hacia frecuentemente. Dando pequeños pasos hacia ella, observo que la mujer no admiraba las fotos que por años miro con ternura, nadie más que ella amo a su familia. Esta vez, tenía entre sus manos la pintura que le regalo el muchacho de pelo largo.

- Madre, ¿quién la trajo? ¿hay problemas en el taller? ¿o los hay con Jeongin?

- Hijo, pareces asustado y la asustada tendría que ser yo ¿ves esto? - levanta su mano alzando las llaves - Las olvidaste sobre la mesa y no volviste a casa ¿por qué asustas así a tu madre? ¿por dónde andabas que dejaste la panadería sola? ¿acaso quieres que tengamos una mala reputación? las puertas abiertas y tú afuera ¡agradece que no tenemos ladrones en el pueblo!
- dice la mujer algo alterada.

- Estaba... es que... me pareció ver a Minho, mi ex amigo de clase. - odiaba las mentiras, pero lo requería.

- Ese muchacho no es una buena influencia para ti, ni siquiera termino la escuela. No me gusta tener prejuicios sobre nadie, pero sabes qué tipo de familia tiene, me da miedo que te perjudique de manera negativa.

- ¡Él no tiene la culpa de vivir en esas condiciones y mucho menos de crecer en esa familia! - dice el rubio defendiendo a su amigo. - Es mucho más de lo que crees, es una buena persona. Cree en mí y no tendremos malentendidos madre. - exige.

- ¿Y esto? ¿de quién es? - dice mientras apunta a la pintura. - No hay pintores en el pueblo a excepción del señor Sungna, pero debido a sus problemas de salud dejo de hacerlo.

- Oh, eso, solo me lo dio alguien... un tal Hwang. ¿Te parece si lo cuelgo aquí? - sostiene el cuadro dejándolo en una parte vacía de la pared tras el mostrador.

La mujer en ese momento solo tenía una expresión de preocupación en el rostro, como si aquel apellido fuera conocido para ella. Callo unos segundos, hasta que decidió darle el visto bueno a su hijo.

- ¡Claro! me parece excelente, pero ¿y si mejor solo nos quedamos con lo tradicional? así como le gustaba a tu padre ¿lo recuerdas?

Por primera vez Chan sintió desconfianza ante sus palabras. Como si ella le ocultara algo, uno de esos secretos familiares decepcionantes. Hizo silencio al respecto y le hizo caso a la mujer.

- Cierto, no habría porque cambiar las cosas. - lleva el cuadro al sótano y lo deja sobre el piano.

- ¡Bueno hijo! ¡tu tía me debe estar esperando! ¿qué quieres cenar esta noche?

- Cualquier cosa estará bien, ahora ve, se está poniendo frio. - dice el muchacho mientras besa su mejilla para despedirla.

Cuando su mamá se fue, Chan se quedo pensando en porque nombro a su amigo cuando mintió. Es cierto que hace mucho no lo veía, pero al parecer el cariño seguía siendo el mismo por la manera en la que lo defendía. Era cierto, Minho no era culpable. Su padre vivía emborrachándose desde que él era un niño, era un hombre sin empleo y con traumas después de una trágica guerra. Golpeaba a su madre y ella era la única que lo cuidaba, que le brindaba cariño, que cocinaba y lo llevaba a la escuela. Fue así como lo conoció, parecía un chico tímido y frágil en aquel tiempo, cuando eran niños. Lamentablemente su madre perdió la vida luego de no soportar la violencia física que sufría por parte de su padre. Minho estaba solo en este mundo. ¿Qué sería de él?

Pasaron dos días, ya de mañana Chan estaba listo para ir a la tienda. Estaba más sonriente que nunca, como si supiera que pasaría algo bueno ese día. Cuando llego, recordó que algo quedo a medias. Fue directo al sótano y ahí estaba, la pintura de Hyunjin. ¿Un regalo tan bonito quedaría impresentable? lo colgó detrás de la pared de donde estaba el piano, así cuando tocara, lo vería. Sonrió al verlo alto y azul. También recordó la partitura que guardo en el bolsillo. La saco y la dejo en el atril. Estaba a punto de sentarse e intentar hacer una bella melodía, hasta que escucho un golpe que provenía desde la entrada. ¿Sería Hyunjin?, con una sonrisa volvió a ver que sucedía.

𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐦𝐨𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora