Capítulo 2: Valérie

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Mi primer instinto fue el de coger un avión y volar hasta Canadá para pedirle explicaciones. Pero no había nada que explicar. Nosotros habíamos roto la relación, ella era libre de tener una nueva pareja y de formar una familia si quería. Pero el hecho de que lo hiciera, me rompió algo por dentro.

—¡Ty!, ¡Steve!, ¡a comer! —gritó Jo desde la cocina.

Me acerqué a la mesa y sonreí al ver mi plato favorito: lasaña. Sin duda Jo lo había hecho con la esperanza de mejorar mi ánimo y lo había logrado, pues la lasaña me recordaba a mi octavo cumpleaños cuando, después de tirar accidentalmente la tarta al suelo, mamá sacó la lasaña que había preparado para la cena de la nevera y colocó las velas en ella. Ese recuerdo siempre nos sacó una sonrisa a los tres y se convirtió en tradición comer lasaña por mi cumpleaños.

Después de haber pasado la mañana con Nick, le tocaba a Steve darse un salto por el hospital. Se turnaban para no dejar a Rosie sola que todavía estaba débil. Así que nos quedamos Jo, Rosie y yo en casa viendo una película de dibujos animados.

En un momento en el que la niña se quedó dormida sobre mi regazo, aproveché para hablar con Jo sobre Val.

—¿Sabías que estaba embarazada?

—No, te lo hubiese dicho de saberlo.

—¿Crees que seguirá enamorada de mí?

—Ty... si está embarazada de otro...

—Lo sé, pero aún así me gustaría preguntárselo a la cara y mirarla a los ojos cuando me diga que ya no siente nada por mí y que es feliz con otro. Necesito que me lo diga a mí directamente y no verlo por una absurda entrevista de televisión.

—¿Y por qué no vas a Canadá y lo haces?

—Porque ahora que Nick está en el hospital, Rosie enferma... no quiero abandonaros otra vez —Jo puso los ojos en blanco a la vez que sonreía abiertamente.

—No nos estarás abandonando, estarás yendo a conocer la verdad sobre Val y sus sentimientos. Te mereces saberlo, no tienes porqué quedarte aquí. Rosie está mejor y Nick todavía tardará unas semanas en salir del hospital. Así que ve y búscala.

—¿Estás hablando en serio?

—Tyler, no seas cabezota y lárgate —su voz sonó más seca y su expresión era más seria, pero sabía que lo decía porque me quería.

Dejé a mi sobrina con Jo y subí las escaleras corriendo, hice mi maleta y cuando Steve volvió, Jo me llevó a casa y terminé de meter en mi maleta la poca ropa que tenía y el libro de Thomas Hardy.

Cuando llegué al aeropuerto, sentí unas ganas tremendas de vomitar. Los nervios se habían apoderado de mí y estaba temblando. Compré un billete de avión y Jo me prestó algo de dinero. El avión salía en una hora y media y no tenía mucho tiempo para asimilar que iba a ir a una ciudad desconocida, a buscar a Val a la que no veía en dos años y, posiblemente, a enfrentarme a que ella esté comprometida con otro. Nada más y nada menos que un jugador de la NBA.

Pedí un capuccino con un toque de canela. Me lo tomé con calma mientras miraba el reloj. Íbamos a embarcar de un momento a otro. Pagué y me dirigí a la cola donde una azafata comprobaba los billetes de embarque. Me noté las manos sudorosas y las froté contra el pantalón para secarlas. Respiré profundamente y caminé por el largo pasillo hasta el avión.

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